La provincia de Guadalajara se encuentra mucho más cerca del
mar Mediterráneo que del Océano Atlántico, sin embargo, es a éste hacia donde
transcurren la mayor parte de las aguas que bien en forma de lluvia o de nieve,
precipitan sobre las sierras y parameras que conforman la provincia
guadalajareña.
https://upload.wikimedia.org |
Hacia el mar Mediterráneo solamente se dirigen las aguas y
las nieves que caen en una parte de la comarca de Molina de Aragón; esto
sin contar el trasvase que desde los pantanos de Entrepeñas y Buendía llevan
las aguas del río Tajo hasta la cuenca del río Segura en las tierras de Murcia
y Alicante.
Así pues como iba diciendo una pequeña porción de territorio guadalajareño
vierte sus aguas al mediterráneo, y lo hace a través de dos arterias hídricas
que reciben los nombres del río Piedra y río Mesa.
Río Mesa |
El primero es muy famoso, por los caprichos que sus aguas
calcáreas, han conformado en torno a un Monasterio zaragozano en el pueblo de
Nuévalos; me estoy refiriendo al Monasterio de Piedra.
Claustro Monasterio de Piedra |
Y el segundo menos popular pero no por eso menos bello; es el
autor de un precioso valle desde Anquela del Ducado, hasta Algar de Mesa, donde
de pronto el mismo se convierte en cañón de grandes meandros, hasta la población aragonesa de Jaraba.
Después ambos, río Mesa y Piedra se mezclan en una perfecta
simbiosis en el pantano de la Tranquera.
Embalse de la Tranquer(Zaragoza) |
A este punto el río Piedra llega excitado, pues apenas unos kilómetros antes
acaba de despeñarse por la cascada de la cola de caballo, y ha conformado
decenas de saltos y chorreras, así como un lago de espejo.
Desde ahí ambos “caminarán” juntos hasta el Jalón, a los pies
de la romana Bílbilis (Calatayud); para poco después verter su líquido
elemento, en el gran río Ebro, que plácidamente “pasea” más que camina” hacia
el mar.
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El nacimiento del río Piedra se lo disputan varios términos
municipales…; que si lo conforman las ramblas de Campillo de Dueñas, las de la
Yunta, etc… y en el fondo todos llevan algo de razón pues al final todas se
juntan; aunque la opinión mayoritaria es que nace en el término municipal de
Rueda de la Sierra (Guadalajara).
Sin embargo con respecto al río Mesa, no hay discrepancias en
relación a dónde brotan sus aguas; el río Mesa nace de las fuentes del pueblo
de Selas (Guadalajara).
Selas es un pequeño municipio, que junto a la nacional 211,
se percibe discreto y mimetizado entre las sabinas, encinas y pinares que
rodean a su caserío.
Se sitúa a unos 1252 msnm, y desde la carretera es fácil de
reconocer por su singular torre del reloj que, en un montículo del pueblo,
indica a todo aquel que hacia su dirección quiera mirar la hora del día en la
que estamos.
Mi padre herrero de profesión, en muchas ocasiones me ha contado que
el chapitel que corona la torre la hizo a finales de los años 70 del pasado
siglo XX, y que la colocación del mismo sobre el cubo fue todo un
acontecimiento para el pueblo.
A Selas se accede desde la carretera nacional 211, esa que
une Alcolea del Pinar con Tarragona, por una estrecha vía, de firme asfalto y
altos chopos, que recibe el nombre de calle Carretera.
Allí mismo se conserva
el cuartel de la benemérita, construido todo él en piedra, allá por el 1960,
y que ahora son casas particulares; junto al cuartel también están las viejas
escuelas nacionales, que en estado de abandono, melancólicas narran un pasado
no muy lejano donde el griterío de la chiquillería era el soniquete de fondo,
junto al del deambular de las copas de las grandes acacias que rodean el
edificio.
Podría decirse que el municipio se divide en dos barrios; el
más alto y soleado que rodea la iglesia, y el bajo y situado al norte de la
localidad, donde se encuentran el Ayuntamiento y el frontón.
La parte alta del pueblo, justo detrás de la torre del reloj,
es la zona primaria que dio origen al núcleo de población.
En la plaza que se
conforma bajo un viejo olmo, hay una fuente abrevadero, en cuyo frontis marca
la fecha de 1918.
La iglesia está dedicada a la Virgen de Minerva, patrona del
municipio; se trata de un sólido edificio construido en mampostería a finales
del siglo XVI; con cúpula central y
crucero.
Y a la cual se accede por un arco de medio punto, protegido por
un soportal, el cual en una de sus dovelas tiene un curioso reloj de sol.
El campanario es sencillo con dos grandes campanas que suenan
a arrebato en los días de fiesta, o cuando ocurre alguna tragedia, como la de aquellos
aciagos días del mes de julio del 2005, cuando una devastador incendio asoló
cientos de hectáreas de pino resinero, y se llevó consigo la vida de once
trabajadores dedicados a la extinción de incendios.
Y es que Selas tradicionalmente ha vivido adaptándose a los recursos
naturales que el entorno le ha dado, siendo la ganadería estante y
transhumante, la producción de cereales de secano, y la extracción de resina,
sus fuentes de actividades económica principales.
La parte baja del pueblo también cuenta con fuentes y grandes
árboles, junto al frontón, un escenario fijo, desde el cual en las estrelladas
noches de agosto, músicos venidos sobre todo de la zona de levante, hacen las
delicias de jóvenes y mayores; más de los primeros, pues es casi ya una
tradición que las modernas orquestas apenas lleven en sus repertorios los pasodobles
que a las gentes de mayor edad tanto gustan de oír y de bailar.
Dejando el edificio del Ayuntamiento a un lado,
y caminando
en dirección al pinar, a mano derecha surge un camino que acaba en una zona de
descanso y esparcimiento, donde los grandes chopos anuncian la abundancia de
agua, y el tintinear de cientos de cencerros, aluden a que los pastos son
frescos y sabrosos para la cabaña bovina que pese a la poca población, ( en
torno a 60 personas), es abundante aún en Selas.
Junto a los mencionados grandes chopos una fuente, y los
primeros “pasos” de ese río Mesa, que es el que nos ha llevado a hablar de
Selas.
En definitiva Selas, es un pueblo más de los muchos que
conforman lo que era el antiguo Señorío de Molina; donde perderse por sus
callejas, recovecos y plazas, es pasear por un tiempo presente, pero estático,
donde parece que al reloj le cunden más las manillas; y donde la tranquilidad,
la paz y el sosiego lo envuelven todo.
El aroma de los campos que circundan al apelotonado caserío,
el humo de sus chimeneas, el rumor de sus aguas, y la bondad innata de los
selanos y selanas hacen el resto.
Y hablando de eso, es decir de la buena gente, quiero dedicar
este post, a unos grandes selanos, a la familia Langa – Maestro y a Carmen la
conserje del Instituto de Molina, a la que tanta guerra di en mis tiempos de
alumno de la Eso y Bachiller.
Por lo demás cuando paséis por Selas, ya me contaréis. FINEM
1 comentario:
Buenas tardes Oscar.
Con tu permiso copio el texto de Selas para ponerlo en su web deselas.com
Un saludo
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