Junto a los tapiales de la casa el
continuo rumor de la acequia de Moncada, un poco más allá la exuberante huerta,
y como horizonte la torre del Miguelete y el mar mediterráneo, así era y es
Villa Amparo, el chalet de principios del siglo XX, que sirvió de morada al
Poeta Antonio Machado durante sus años de vivencia en Valencia, concretamente
en la localidad de Rocafort, huyendo del fascismo y de los horrores de la
guerra.
Villa Amparo (Fto. El meridiano) |
Vivió en
Rocarfort desde noviembre del año 1936 hasta abril de 1938.
En ese tiempo
su intelecto y su pluma no pararon y sobre todo las puso al servicio de la
libertad y la democracia, de ahí su apoyo a la República.
Su salud estaba
mermada, y todo lo que acontecía alrededor le generaba gran pesadumbre, así
mismo echaba de menos a su amor secreto, la tal Guiomar, cuyo verdadero nombre
era Pilar de Valderrama, pero que como estaba casada se amaban en secreto y el
Poeta denominaba Guiomar.
Con el mar de
Valencia de fondo, desde la terraza de Villa Amparo, el Poeta escribió a
Guiomar, pensando que ésta estaba en tierras portuguesas:
“De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú asomada, Guiomar, a un finisterre,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú asomada, Guiomar, a un finisterre,
miras hacia otra mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.
La guerra dio al amor el tajo fuerte.
Y es la total angustia de la muerte,
con la sombra infecunda de la llama
y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.”
Al poco de estas letras, y ante el
peligro real de que el ejército franquista interceptara el camino entre
Valencia y Barcelona, el Gobierno de la República manda un telegrama a Machado,
diciéndole que por su seguridad y la de los suyos tenía que abandonar Valencia,
para ir a Barcelona y que al día siguiente le pondrían un vehículo.
Así pues, Machado casi con lo puesto y
con los documentos que más le interesaban, a mitad de abril del 1938 de una
forma más bien abrupta abandona Villa Amparo camino de Barcelona.
El Gobierno instala a Machado y su
familia en el Hotel Majestic, en el populoso Paseo de Gracia, muy cerca de la
casa Milà.
Pero Machado no está a gusto en un ambiente de hotel, él que era tan
preciado de su soledad, por lo que al poco el Gobierno le facilita otra
vivienda, parecida a la de Rocafort, a los pies del Tibidabo. Se trataba de la
Torre de Castañer, un chalet que la República había incautado a la Marquesa de
Moragas.
En esta vivienda pasa ocho meses, y
apenas sale a la calle, el Poeta está entregado en cuerpo y alma a seguir
creando y a escribir en favor de la democracia.
El 15 de enero de 1939, las tropas
franquistas con el General Yagüe al frente, entran en la ciudad de Tarragona,
intensificando los bombardeos contra la ciudad condal.
La sensación es que Barcelona caería en
breve del lado de Franco, y que además las represalias serían brutales, de ahí
que la ciudadanía en general sólo pensase en salvar el pellejo y huir.
El Gobierno de la República de nuevo
manda telegrama a Machado diciéndole que tanto él como su familia deben estar
preparados para salir en dirección a Francia en cualquier minuto; así pues, en la
casi media noche del domingo 22 de enero del 1939, aparece un coche enviado por
el Gobierno para trasladar a Machado y su familia al país galo; cuatro días
después las tropas franquistas desfilarían por la Diagonal…
Tropas Franquistas ocupando Barcelona. (El Nacional.Cat) |
En el coche viajaban, Antonio Machado,
su hermano José, la esposa de éste de nombre Matea Monedro, y la madre de
ambos, Doña Ana Ruiz; los llevan a la Dirección General de Sanidad, y allí se
van acumulando más vehículos repletos de intelectuales defensores de la
República; por fin a eso de las tres de la madrugada, se pone en marcha la
caravana por lo que hoy es la Nacional II, entonces conocida como carretera del
litoral, a sus espaldas dejan Barcelona, repleta de explosiones por el
incesante bombardeo aéreo.
Al amanecer llegan a Girona; la ciudad
está atestada de vehículos, camiones y gentes deambulando en todas las direcciones,
que como ellos huían del horror camino de Francia.
La caravana sortea la ciudad de Girona
y por carreteras comarcales, y llegan al municipio de Cervià de Ter, el Alcalde
les estaba esperando, con comida caliente, y espacio para descansar en una
masía cercana, Can Santamaría.
Esta caravana de hombres y mujeres
ilustres estuvo en la masía cuatro días, y no dejarían de venir más y más
durante los días siguientes.
Estando allí se enteran que Barcelona
ha caído en manos de Franco, y la caravana decide ponerse de nuevo en marcha;
el problema es que el Gobierno republicano también ha mandado evacuar Girona,
por lo que las carreteras en dirección a Francia están atestadas de gentes.
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Imagino que el ambiente moral en aquel grupo
de intelectuales sería desolador, era invierno, haría frío, eran ya casi
desterrados de su país, y las ideas por las que habían luchado: democracia,
libertad, reforma laboral con el eslogan la tierra para quién la trabaja, una
escuela en cada pueblo, etc, se desmoronaba por momentos como una torre de
naipes…, y la fatiga y la desesperanza serían sus acompañantes de viaje.
Tiempos después Tomás Navarro Tomás dijo que
Machado en esa masía había confesado: “Yo
no debía salir de España. Sería mejor que me quedara a morir en una cuneta…”
En la madrugada del 27 de enero emprenden el
viaje de nuevo, pero la carretera está totalmente colapsada, por lo que deciden
tomar caminos secundarios; de repente aparece aviación enemiga, pero todo se
queda en un susto y prosiguen su camino, hasta arribar a Figueres.
La capital del Alto Ampurdán está
prácticamente destruida por el incesante bombardeo al cual la aviación
franquista la había sometido.
En esa ciudad el 1 de febrero del año 1939, se
celebrarían las últimas Cortes de la Segunda República.
Las autoridades temen que los franquistas
sepan de esta caravana y la masacren a través de la aviación, por lo que
deciden que entren a Francia por carreteras vecinales, en concreto por la
costa, atravesando la zona en la que los Pirineos llegan hasta la mar, “Cap de
Creus “y Cadaqués.
A los pies del imponente castillo de “Sant
Pere de Rodes”, milicianos paran la comitiva para comprobar qué o quiénes iban
en esos vehículos, tras saber sus identidades, ayudaron a que siguieran
adelante.
Quedan apenas veinticinco kilómetros para
llegar a Francia; pero parece que el destino aún quería cebarse más en la
desdicha de aquellos hombres y mujeres, a lo tortuoso del camino, se añadió el colapso
en la vía, la fría lluvia de enero que no cesaba, y los continuos ataques desde
aviones, que hacían que todos se tirasen a las cunetas para tratar de salvar
sus vidas; algunos ya se quedaron allí para siempre…
Cuando escasamente quedaba medio kilómetro para
llegar a Francia el vehículo que portaba
a los Machado tuvo que detenerse, era noche cerrada, la lluvia no cejaba, y la
mar furiosa chocaba contra los acantilados a su derecha.
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Al final llegaban a Francia y los gendarmes en
la frontera dieron a Antonio y a doña Ana, mantas para secarse y un chusco de
pan; incluso les pusieron un coche para llevarlos a la estación de tren de
Cerbère a unos 4 kilómetros de la frontera.
Por fin Antonio Machado y Ana Ruiz dejaban
atrás la guerra, aunque comenzaba la pesadilla del exilio; el cual además lo
empezaban prácticamente en la indigencia…
https://4.bp.blogspot.com/ |
Antonio y su madre esperan a José Machado y a
Matea Monedero su esposa en la cantina de la estación, donde no les sirven ni
un café, porque no aceptan moneda española…
Allí los gendarmes hacen cribas para trasladar
a los españoles a campos de refugiados, no importándoles separar a padres e
hijos…; los Machado tienen suerte, y consiguen dormir en un vagón que está en
vía muerta.
Doña Ana Ruiz de 85 años está totalmente
desorientada y de continuo se les piedra entre la muchedumbre.
Antonio Machado con su madre Ana Ruiz (Foto rebelion.org) |
Por fin buenas noticias el periodista Corpus
Barga lleva a cabo una serie de gestiones de Perpiñán y consigue dinero y
documentación de la embajada de España en París, para ayudar a los Machado en
su camino hasta la capital del Sena.
Foto de Instituto Marangoni |
El periodista les recomienda que antes de
viajar a París descansen y se recuperen de los padecimientos del viaje, y para
eso podrían hacerlo en el pintoresco y cercano pueblo de Colliure; pues en tren
apenas era media hora; llegando a esta localidad en la tarde del 28 de enero de
1939.
Colliure (Foto Tegustaviajar.com) |
En la estación preguntan por algún hostal
económico, y les recomiendan un cercano al otro lado del arroyo, así que para
allí que se van los cuatro, Antonio y José Macho, Matea Monedero y doña Ana Ruiz.
Hotel donde vivió Machando en Culliure (Foto de la Sexta) |
Antonio llegó abatido y enfermo a Colliure,
pero eso no le impedía tratar de seguir estar informado de lo que pasaba en España,
incluso no era raro verlo caminar apoyado en un bastón por las calles de
Colliure, para ver la mar.
Varios vecinos de la localidad, simpatizantes
con la República Española y al conocer de quién era el Ilustre vecino que
hospedaban, se preocuparon de que a los Machado no les faltase de nada en lo
que a comida y ropa se trataba.
La esposa de José Machado pasaba prácticamente
las noches en vela, observando el estado de salud de su suegra doña Ana Ruiz;
en la madrugada del sábado 18 de febrero observó que Antonio no se encontraba
nada bien, corriendo avisó a su marido y éste al médico del pueblo.
El doctor Cazaben les indicó que Antonio
estaba muy enfermo y le recetó varios medicamentos.
En la misma habitación en dos pequeñas camas
separadas por un biombo yacían Antonio y doña Ana, el primero le decía a la
segunda “adiós madre, adiós madre…”;
pero doña Ana no le escuchaba pues llevaba ya días en coma profundo; coma
profundo del que despertaría por unos instantes tras la muerte del Poeta…
Y es así como el día 22 de febrero de 1939,
miércoles de ceniza para más señas, a eso de las 15:30 horas, lejos de su
Sevilla y lejos de sus campos de Castilla, se paró el caminante, dejando de
hacer camino para simplemente hacer estelas en la mar.
Tres días después expiraría doña Ana Ruiz.
Unos días después en el bolsillo de la
gabardina de Antonio, su hermano José encontró un papel arrugado con unas
palabras que decían:
“estos
días azules y este sol de la infancia”
Tal vez éste fuese su último verso; y seguramente
se referiría a su Sevilla natal, pero bien igualmente podría haberse referido a
su estancia en Rocafort. FINEM.