A lo largo de los años te vas encontrando con personas que son grandes maestros de la vida; gente que siempre te aporta y enseña cosas nuevas, ideas, posiciones que no habías pensado, principios, objetivos, ilusiones, etc…
Y de esta misma manera te aportan los maestros que en la infancia suponen tu primer contacto con personas adultas ajenas a la familia.
Así pues y tras esta introducción en esta ocasión os quiero hablar de la que fue mi maestra en parvulitos, allá cuando yo contaba con 4 y 5 años; se trata de la “señorita” (así llamábamos a las maestras) Rosario Herrera Garcés.
Rosario Herrera Garcés con su burro Cascabel
En el pasado puente de la Constitución e Inmaculada, pasé unos días en “mi pueblo” Molina de Aragón (Guadalajara) y yendo por la calle me encontré con Rosario, la cual cariñosa y atenta como siempre, me contó que se había comprado un burro, invitándome que fuese a verlo; y es que Rosario siempre ha sido una gran amante de los animales y de hecho siempre tenía algunos de ellos en las clases para que de forma pedagógica acercar a los niños al mundo animal.
Así pues una buena amiga Mónica Olmos y yo, una tarde del puente festivo decidimos ir hasta Tordelpalo (un pequeño pueblo cercano a Molina) a conocer a Cascabel, que así se llama el burro.
Mónica, Rosario y Cascabel
Y es que Rosario en dicha localidad tiene una humilde casa de campo con un precioso jardín y una fructífera y cuidada huerta donde además vive Cascabel.
Quedamos en Molina para ir juntos hasta la localidad, Rosario delante de nosotros en su Renault 5 de color blanco que me confiesa tiene más de 30 años y el cual nunca se ha estropeado, nada más llegar a la finca, Cascabel comenzó a rebuznar al oír la dulce voz de Rosario.
Y es que Rosario es uno de esos seres bondadosos que por donde van producen admiración y cariño. Tal vez sean responsables de ello su padres Salvador y Victoria, personas buenas y de gran nobleza, que con esa inteligencia innata que conllevan las penurias y las cosas difíciles, fueron ejemplo de ser y de vivir, tanto para Rosario, como para todos aquellos que tuvimos el honor de conocerles, fallecieron con 99 y 98 años respectivamente.
Rosario nació en Novella, una aldea inmersa en una finca situada a un par de kilómetros de Molina; cuyos habitantes (no más de trece) se dedicaban a la agricultura y a la explotación forestal bajo el mando de los dueños de la misma, los cuales a cambio además de un humilde salario les dejaban una casa y una pequeña porción de tierra. Rosario evoca la época de cuando vivía en Novella con gran melancolía, aludiendo a la gran fiesta que hacían por Santa Cecilia, o el 14 de septiembre en honor al Cristo de la Paz. Y alardea con orgullo que fue la primera mujer de Novella que llevaba bicicleta y posteriormente vehículo.
Y es que Rosario todos los días iba y venía desde Novella a Molina con su bicicleta, ya que estudió Magisterio a distancia, dándole clases su tío Víctor, (Don Víctor Herrera) maestro de Molina y toda una institución en el pueblo.
Castillo - Alcázar de Molina
No recuerda la de años que lleva en la docencia, pues primero entró de interina y más tarde sacó las oposiciones.
Su primer destino fue Castilnuevo, luego estuvo en Anchuela del Pedregal, Tordelpalo, Cubillejo de la Sierra, Campillo de Dueñas, Ojos Negros, Maranchón, Codes y por último en Molina de Aragón.
Nos cuenta Rosario que los tiempos han cambiado mucho y que desde luego también han cambiado para su profesión; arguye Rosario que tiempos atrás, las maestras rurales, además de enseñar y educar, eran costureras, médicas, peluqueras, cocineras e incluso monaguillas…
Dando de comer bolitas de chocolate a Cascabel
Ella se siente muy feliz por el trabajo desempeñado y además asegura que siempre ha sido muy respetada y querida, hecho del que soy testigo ya que ir con ella por la calle es un no parar de saludar, besos y abrazos.
Acabamos la tarde dando un paseo con Cascabel, y llevándonos hortalizas varias, pues Rosario nos dijo que a su casa le llaman la “finca del regalo”, porque nadie que va por allí se va con las manos vacías…
Sin lugar a dudas fue una tarde muy amena, porque además recordamos decenas de anécdotas de cuando Rosario nos daba clase, los cuentos que nos relataba, las marionetas, las excursiones y las trastadas varias que los traviesos como yo, hacíamos a todas horas.
Me gustaría por último dedicar este post, a todos aquellos maestros y maestras, profesores varios que han sido tan importantes a lo largo de nuestras vidas y que han dejado su huella personal en todos nosotros. No me puedo olvidar en este post además de Rosario, de Inmaculada, Pili Egido, Celia Sansegundo, Isabel Cid, José Antonio Tercero, etc…
Desde este humilde blog, mi reconocimiento, cariño y gratitud para todos ellos/as.