Esta mañana antes de que sonara el despertador, ya estaba con los ojos como platos y es que unos instantes antes había habido un choque entre un autobús y un vehículo justo en el cruce al que recae la ventana de mi cuarto; al poco había varias dotaciones de policías, bomberos, y ambulancias… todo con bastante algarabía por las sirenas y por los claxon de los vehículos cuyos conductores se desesperaban por el embotellamiento que en unos minutos se había formado.
Desde el balcón hablando con otros vecinos nos hemos tranquilizado al comprobar que no había heridos y que todo se había quedado en daños materiales y un buen susto.
Después mientras desayunaba, he escuchado en la radio que las autoridades de las grandes ciudades estaban preocupadas por la abundante contaminación que rodeaba sobre todo a las urbes de Madrid y Barcelona.
Parece ser que la falta de vientos y las altas presiones habían provocado un estancamiento del aire contaminado sobre las ciudades.
Es casi tenebroso observar la gran boina de gases de efecto invernadero que corona la capital de España, o las áreas metropolitanas de Barcelona, Valencia y Sevilla.
La cosa es que situaciones como éstas se podrían evitar, pues estas grandes masas de residuos en el aire son provocadas por el tráfico rodado, por los miles y miles de vehículos que a todas horas llenan nuestras calles y plazas en una u otra dirección.
Después me he puesto a “soñar despierto” sobre cómo sería nuestra ciudad Valencia, si las administraciones públicas apostasen por el transporte público, y por el uso de la bicicleta como medio de transporte. Y de igual manera si la ciudadanía, es decir todos/as nos concienciáramos con el tema y utilizásemos los menos posible el vehículo privado.
Y es que la mayoría de desplazamientos en una ciudad como Valencia, de orografía totalmente plana, clima benévolo y distancias relativamente cortas, son muy posibles de hacer tanto a pie, como con transporte público y sobre todo a través de las dos ruedas de una bicicleta.
Imaginemos que esto fuese una realidad… Valencia de repente sería otra ciudad, a penas se oirían claxon, frenazos, acelerones, e desagravios de conductores cabreados
Pasear por las calles sería sinónimo de tranquilidad y sosiego.
Y de igual manera los edificios, el mobiliario, los árboles y sobre todo y
Hace unos días un estudio indicaba que en la ciudad de Madrid mueren unas 20.000 personas al año de forma prematura por la intensa contaminación.
Ojala amigos bloguer@s que más pronto que tarde podamos comentar los problemas de tráfico por la gran afluencia de bicicletas en nuestras calles, y que los claxon han dejado de sonar, pues ahora sólo suenan timbres de bicicletas, ya que estos problemas serían fácil de resolver, y la salud de todos/as se mejoraría de forma importante.