Dice el refranero español que: “cuando el grajo vuela bajo
hace un frío del carajo”… pues bien yo no he comprobado en directo esta
realidad, pero si he podido percibirlo con las migraciones de otras aves.
Vega del río Gallo desde Alpetea
El pasado fin de semana, la primera ola fría de la temporada
se coló en la Península provocando un importante descenso de las temperaturas;
me pilló en Molina de Aragón (Guadalajara) conocido además de por la
belleza de la ciudad, por ser el pueblo más frío de España.
Si bien es cierto que junto al turolense pueblo de Calamocha, ambas
dos localidades tienen las temperaturas registradas más frías de España en
torno a los 30 grados centígrados bajo cero. Pero dicho esto, a veces pienso
que los medios de comunicación exageran, de hecho el propio sábado estuvo en
directo el servicio de informativos de tele 5 dando la noticia del “extremo
frío” que hacía en Molina, y que desde luego no era para tanto…
Tal vez por haber nacido y vivido en Molina hasta los 17
años, tengo el termostato corporal un poco elevado, me dicen que soy una estufa
y desde luego siempre tengo calor; con estas cualidades comprenderéis que en
los veranos lo pase realmente mal, teniendo clara mi preferencia hacia el frío
frente al calor que me aplatana y me pone hasta de mal humor. Claro está todo en su justa medida.
Río Tajo
Pues bien como os iba diciendo esta bajada de las
temperaturas, me pilló por las tierras del Señorío de Molina por sus montes y
sus parameras; algunos lugareños argumentaban que esto era una avanzadilla,
pero que no creían que ya se quedara instalado el frío por estos lares; y
aunque los árboles de hoja caduca, sobre todo chopos y álamos temblones ya
vestían las galas del otoño, las suaves temperaturas de hacía unas jornadas
llevaban al optimismo.
Álamos temblones en Novella
Ese optimismo desapareció cuando en la mañana del domingo día
28 de octubre, proveniente del cielo molinés se escuchaban de forma nítida y pese
a las fuertes ráfagas del cierzo, el graznar de cientos de pájaros; las nubes
de las primeras horas del día no dejaban ver qué o quién producía ese piar tan
característico; el paso de las horas y la desfragmentación de las nubes
mostraron el autor de los graznidos, eran cientos y cientos de grullas que ante
la arribada de los fríos a la zona norte y centro de la Península, migraban con
urgencia camino de tierras más cálidas allá por las marismas andaluzas y norte
de África.
Este hecho fue el que determinó que el largo veranillo de San
Miguel había acabado y que el otoño llegaba en lo climatológico con marcha
directa.
Perfil Sierra de Caldereros
También han arribado las lluvias que en un país como el nuestro y tras un período de
escasez en pluviometría desde luego es
más que buen tiempo, así pues amigos míos sacar los jerséis de invierno, las
prendas de mayor abrigo y a disfrutar de todas las cosas buenas que trae el
cambio de estación, y siempre con esa máxima de “a mal tiempo buena cara”.
Feliz Otoño.