Castillo de Alpetea y cañón del río Tajo
“¿Ves aquel monte de enfrente, irlandés, el más alto de tos a
la derecha del río?- dijo el Cacholo. Pues allí estaba el castillo de Alpetea,
el del moro Montesinos. (…) Desde allí se ve…¡Qué sé yo! La torre de Aragón en
Molina…, bueno media España.
Gancheros por el río Tajo
Con este fragmento describe José Luis Sampedro en su obra “El
río que nos lleva”, el gran monte de Alpetea que mudo vigila la desembocadura
del río Gallo en el Tajo, en pleno corazón de la comarca del Señorío de Molina (Guadalajara).
Varias han sido las veces que he ascendido hasta el monte de
Alpetea, pero la última fue muy especial porque lo hice con mi padre, lo cual
sin lugar a dudas al menos para mí, le añade emoción.
Valle del Tajo
(foto tomada en una fría mañana de Invierno desde Zaoreja)
Río Tajo
El castillo de Alpetea, es el nombre que se le da a una
configuración rocosa a 1266 metros sobre el nivel del mar, que en el extremo de un gran monte simula ser
el cimiento de una fortificación, que parece ser realmente nunca existió,
aunque giran muchas leyendas en torno al mismo.
Este gran farallón rocoso, está situado en lo alto de las
gargantas donde el río de Molina, el Gallo y el Tajo se encuentran para ya seguir
juntos en su largo transcurrir hasta Lisboa o tal vez hasta Murcia….
Esta situación
privilegiada, hizo que durante la guerra civil fuese lugar estratégico de vigilancia
ya que el río Tajo hacía de línea divisoria para ambos bandos; el castillo de Alpetea en concreto estuvo en
manos del bando franquista durante toda la contienda, así lo atestiguan algunas
inscripciones en el cemento de las trincheras en las que se leen lemas como “primer
año triunfal, segundo año triunfal, etc…”
Hace tiempo leí algunos relatos de la intención del bando
Republicano de volar el Puente de San Pedro, en las bases del monte, para así
evitar el paso de maquinaria pesada del
bando franquista al otro lado del río, pero los puestos de vigilancia desde
Alpetea impidieron esta opción bélica.
Puente de San Pedro (Río Tajo)
Como os decía al principio, varias son las leyendas que
hablan sobre este monte; se dice que allá por el siglo X, y en pleno conflicto
de religiones entre árabes y cristianos, el dueño del castillo era el andalusí
caballero Montesinos, un voraz guerrero cuyos ejércitos luchaban de forma
consistente contra los cristianos provenientes del norte peninsular.
Algunos días el Caballero Montesinos daba un paseo por los
páramos previos a la entrada a su castillo y hablaba con la pastora que procedente
de la localidad vecina del Villar, todos los días abastecía de leche de cabra a
la fortaleza; la pastora por su condición de cristiana, rebatía a Montesinos su
religión árabe, y así mismo le recriminaba sus sangrientos enfrentamientos con
los ejércitos cristianos.
Cañón río Gallo
Montesinos parece ser disfrutaba de estos encuentros y desafíos verbales con la pastora, ya que la ésta
era de gran belleza y sensatez supina.
Ella le proponía que se convirtiera al cristianismo, y él
harto de estas propuestas le argumentaba: “me haré cristiano el día que tú
vengas a traerme la leche, aferrando el
cántaro en tu brazo derecho…” y es que no os lo había dicho, pero la pastora
era manca de este brazo.
Un día la pastora andaba con sus cabras por las riberas del
río Arandilla, y tras una gran sabina, tuvo la aparición de la Virgen que le
pidió que de inmediato fuese a ver a Montesinos, ante él se obró el milagro y a
la pastora al instante se le restituyó el brazo, hecho éste que asombró al
capitán de tal manera, que de inmediato se convirtió al cristianismo, y en las
riberas del río Arandilla erigió una ermita, en honor a la Virgen, Virgen que
como no podía ser de otra manera se llama de Montesinos.
Ermita Virgen de Montesinos
Leyendas e historias aparte, subir a este paraje vale la
pena, por las preciosas vistas que desde arriba se obtienen, se observan
perfectamente los cañones del río Gallo, Tajo, final del Arandilla, y el
Campillo.
En frente y tras la espesura del bosque se ve el pueblo de
Zaorejas, y como decía el “ganchero Cacholo”, también se observa de forma
nítida la torre de Aragón del castillo de Molina, la Sierra de Aragoncillo,
Sierra Molina, y las decenas de montañas y pequeñas cordilleras que tan
característico perfil otorgan a la comarca de Molina.
Torre de Aragón castillo de Molina
Tras estar en la cima como media hora y comernos nuestros
bocadillos mi padre y yo nos volvimos hacia Molina con la satisfacción de poder
haber disfrutado de las mismas vistas que la pastora y Montesinos habían
disfrutado en sus largas conversaciones, en la que en el fondo se dilucidaba
que da igual el sexo, la religión o la raza, ya que todos somos ciudadanos de
este mundo al que tenemos que cuidar, amar y proteger; buscando entre nosotros
las analogías y dejando al margen lo que nos separa.
Pardo senior y junior