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jueves, 29 de enero de 2015

ALLENDE LAS MONTAÑAS: En busca del nacimiento del Río Tajo.



 
En mitad del Sistema Ibérico y en un paraje de inefable belleza se dan encuentro las provincias de Teruel, Cuenca y Guadalajara, en el punto que los lugareños denominan de los tres mojones.

 

En ese recóndito rincón nacen algunos de los ríos más importantes de nuestro país, el Tajo, el Júcar, el Cabriel, el  Turia…

 
A la zona cada provincia le ha dado una nomenclatura; para mí la denominación más bonita es la que le ha dado la provincia de Teruel, Montes Universales, en Cuenca se le denomina Serranía alta de Cuenca, y en la provincia de Guadalajara Sierra Molina.

Corralones en Sierra Molina
Ermita de San Lorenzo en Checa
A lo largo y ancho de estos sistemas montañosos, con sus valles y barrancos, se encuentran miles de idílicos lugares, de esos que apetecería poder “teletransportarse” en cualquier momento para desconectar de lo cotidiano y del mundanal ruido.  

 
 
 
Recuerdo muy bien el final de la serie de dibujos  animados David el Gnomo; la cual terminaba con lo que aparentemente era la muerte de David y su esposa Elisabeth, los cuales de inmediato se transformaban en árbol; (dos floridos cerezos)…

 

Si a los seres humanos nos ocurriese algo así, no tendría ninguna duda de que querría ser un árbol de alguno de estos valles, que seguro son parecidos a eso que los antiguos escribían sobre el Paraíso.





Cerca del turolense pueblo de Frías de Albarracín, a una altura aproximada de 1593 msnm, se encuentra un valle de tradicional uso ganadero en los veranos; en mitad de este valle un viejo poblado denominado las Casas de García, y canalizando las aguas de los vastos terrenos la fuente del mismo nombre, Fuente de García, considerándose la junta de las aguas de esta fuente, con las provenientes del pequeño arroyo de Navaseca,   el lugar donde nace el río más largo de la Península Ibérica, el río Tajo.

Allá por el año 1974, finalizando la dictadura franquista, el Gobernador Civil de Teruel Ulpiano González Medina, promovió la construcción y erección de un monumento cercano a la denominada fuente para así indicar de forma “más digna”, el punto donde las aguas del padre Tajo comienzan su andadura camino de Lisboa…, o de Murcia quién sabe.

 
El monumento genera amor y odio a partes iguales, tal vez por sus formas rectas y vanguardistas, o tal vez por la idoneidad o no de en un paraje tan bello instalar dicho monumento, muchas han sido  desde su construcción las críticas o loas al mismo.
Fuera como fuese la cuestión es que el encargo se le hizo al escultor José Gonzalvo Vives, artista oriundo de Rubielos de Mora (Teruel) y fallecido en Valencia en 2010;  y que es conocido además de por esta obra, por el monumento homenaje a Goya en la ciudad Condal,  por el busto de Goya frente a su casa natal en Fuendetodos, (Zaragoza), o el monumento al minero en Andorra (Teruel), entre muchas otras….

Monumento a Goya en Barcelona
Busto de Goya en Fuendetodos

 
Monumento al labrador y al minero Andorra









A través de las chapas de hierro dulce, se elaboró un monumento compuesto por cuatro grandes cuerpos; donde sin lugar a dudas destaca el Padre Tajo.
Sus barbas largas y extendidas hasta sus pies, hacen referencia a la gran longitud del río Tajo (1.008 km); así mismo la espada también hace referencia al nombre del río Tajo, como elemento que  taja la Península Ibérica a través al principio de grandes cañones, para finalizar en amplios valles.

 
 
En la cabeza del Padre Tajo, y a modo de corona, aparece el símbolo del hielo o de la nieve, que es el elemento necesario que da origen a los arroyos de Navaseca y Fuente García los verdaderos padres del Tajo.

A la izquierda de la estatua principal  (Padre Tajo), y en homenaje a los tres mojones de las provincias limítrofes, se configuraron tres esculturas haciendo alegoría a las mismas:
A la provincia de Guadalajara se la representa con la figura de un Caballero, en este caso el escudero del Cid, Don  Alvar Fáñez ya que la historia le atribuye a éste la toma de Guadalajara a los árabes, allá por el año 1085.
La provincia de Cuenca se representa con un Cáliz y una Estrella, y cuyos símbolos también hacen mención a la toma de la ciudad por parte de las huestes cristianas con Alfonso VIII a la cabeza, en el día de San Mateo (21 de septiembre)  del año 1177.
Por último la provincia de Teruel, se representa con el Toro y la Estrella, símbolos que hacen alegoría a la fundación de la ciudad cuando un toro se paró bajo el brillo de una estrella; leyenda que se fecha en torno al año 1171.


Antes de que se erigiese el monumento en el 1877, la Confederación Hidrológica había colocado en el lugar un mojón que a día de hoy aún pervive, indicando el origen del río Tajo, así como el nombre de los dos arroyos que aportan sus aguas al nacimiento, los ya mencionados Fuente García y Navaseca.

A partir de aquí el río Tajo o Tajillo como se le conoce en la zona, inicia su viaje hacia tierras remotas, pasando por decenas de pueblos y ciudades, siendo la salvia de vida necesaria por allí por donde pasa.

 
 
 
 
En las altas tierras del antiguo Señorío de Molina, el río Tajo pasa de arroyo a río; siendo sus aguas evocadoras de mil hechizos, pues cuando conoces al río Tajo en este curso alto, no te queda otra sino enamorarte del mismo. Y si no que se lo digan al genial Humanista José Luis Sampedro cuya memoria y alma quedó para siempre por estos barrancos evocando al “río que nos lleva”.

Fuente en Peralejos de las Truchas
Literatura aparte, darse un paseo por la confines de estas Sierras nos reconcilian con la madre Tierra, siendo un reconstituyente para el cuerpo y para el alma; ya me contaréis. FINEM


jueves, 7 de noviembre de 2013

UNA HISTORIA DE AMOR AL COMPÁS DEL VIENTO POR LAS TIERRAS DE CASTILLA. (El Mambrú de Arbeteta y la Giralda de Escamilla)




 El Mambrú
El cantautor  Ismael Serrano en su disco “La memoria de los peces” publicaba una canción de título “Triste y dulce historia de amor”; en la que narra el relato de un amor imposible con frases lapidarias como “pero como todas las historias de amor… al menos las más bellas, la nuestra por supuesto también acabó en tragedia…” y este podría ser el preámbulo de la historia que os voy a contar en este post bloguero. 


Desde hacía mucho tiempo había oído hablar de una curiosa veleta que coronaba los cielos del pueblo guadalajareño de Arbeteta, allá donde el río Tajo abandona los farallones rocosos, para pasear plácidamente entre campiñas y suaves colinas camino de Trillo.
Esta veleta símbolo absoluto del pueblo tiene el nombre de Mambrú, y hace unos años aprovechando las vacaciones de navidad me acerqué a Arbeteta para conocerlo in situ; os lo conté en este post:
El origen de la palabra Mambrú viene de la Guerra de sucesión española; esa que enfrentaba al Archiduque Carlos de Austria, y a Felipe de Anjoy (futuro Felipe V) por la corona de España.

 Se produjo una batalla que retó  a franceses contra ingleses; los primeros creyeron haber acabado con la vida de John Churchill (Duque de Marlboroug), y como consecuencia de ello surgió la famosa canción burlesca hacia el soldado; por influencia de los borbones, y tras haber ganado éstos la Guerra de Sucesión, la canción llegó a España, reduciendo el Marlboroug por uno mucho más pronunciable a la lengua de Machado, Mambrú.

 

Pues bien como os decía al principio, el  Mambrú de Arbeteta no sólo es una veleta que anuncia los vientos de poniente cuando estos peinan los trigales; sino que además supone un recuerdo a esos amores imposibles con motivo de los prejuicios de antaño, las posiciones sociales, los dineros y la codicia…

Arbeteta


Así que a caballo entre la tradición oral y la leyenda aquí va la historia del soldado más famoso de Arbeteta:
Corría el siglo XIX, cuando un joven de Arbeteta, de origen muy humilde, bien parecido e hijo del sacristán, marchó con varios amigos al pueblo alcarreño de Escamilla con motivo de las fiestas patronales; nada más arribar a las primeras casas se cruzaron con un grupo de muchachas, donde destacaba una en concreto, de piel morena, ojos negros, y exageradamente bella.
Ella era hija de un terrateniente de la zona, déspota y maleducado que la controlaba en todo momento, pues conocedor de las pasiones que levantaba, quería para ella, un mozo de familia rica.


 Escamilla

El de Arbeteta y la de Escamilla tras conocerse  se enamoraron, comenzando un romance furtivo y secreto.
Romance que duró poco en el tiempo, pues el padre de ella al enterarse, enfurecido impidió que volvieran a verse; consideraba que él era poco para su hija, y que a su vez éste sólo perseguía la gran dote que acompañaba a la de Escamilla.
Para asegurarse de que no se vieran, el padre de la muchacha, la encerró en la habitación más segura de su casa palacio, poniendo a los sirvientes más fieles a vigilarla de forma continua y con todo el rigor.


El muchacho confiado en que ella lo esperaría el tiempo preciso, marchó a la guerra para hacer fortuna.
 Durante las campañas fue ejemplo de lealtad, bravura y valentía frente a los ejércitos enemigos, lo que le reportó rápidamente prestigio y ganancias…; de hecho al tiempo regresó a Arbeteta, vistiendo un elegante uniforme de Sargento de granaderos de la Guardia Real, y un importante petate repleto de monedas de oro.


Las gentes de Arbeteta orgullosas de su soldado, comenzaron a llamarle Mambrú, por la popular canción que os comentaba al principio del texto.
Al domingo siguiente posterior a su arribada a Arbeteta, vestido de forma impecable con su lujoso uniforme, se plantó en la misa mayor del pueblo de Escamilla.
  Su visita llenó la homilía de murmullos y cotilleos, las chicas se levantaban los tules que a modo de velo tapaban sus caras para admirar al joven soldado, los niños se le acercaban, y todos curioseaban sobre la identidad de aquel sujeto, y las razones que lo habrían traído hasta Escamilla.
Al terminar la misa, Mambrú, se dirigió al padre de su enamorada, para pedir la mano de ésta.
Pero al padre le seguía pareciendo poco para su hija, y le pidió que se marchase del pueblo y no volviera; de no ser así amenazó con encerrar a su hija de por vida.
Mambrú desconsolado, quedó plantado bajo el esbelto campanario de Escamilla, hasta que llegó el sacristán del pueblo, amigo de su padre y que lo llevó a su casa para departir con él, y de alguna manera consolarle en ese dolor.

La hija del sacristán de Escamilla, era la confidente amiga de su bella enamorada, y ambos dos urdieron un plan.
Tras conversar y comer con ellos, Mambrú retomó el camino hacia Arbetea, sombrío y cabizbajo, pensaba en lo injusto que todo era, por la tozudez y ambición del viejo terrateniente.

Al cabo de unos días, las gentes de ambos pueblos pudieron observar cómo mientras sonaban las campanadas del “ángelus”, el mozo vestido con su uniforme de granadero, ondeaba un banderín desde lo alto del campanario de su pueblo mirando en dirección a Escamilla; al tiempo que su enamorada hacía lo mismo con un delantal desde el pueblo de Escamilla, mirando en dirección a Arbeteta, y acompañada de su amiga la hija del sacristán. Y es que en los días claros, parece ser que ser perciben con nitidez los chapiteles de las dos torres.



Un día los escamilleros y los arbeteteros observaron como Mambrú y su amada apuraron sus saludos desde el campanario mucho más de lo normal, hasta el ocaso del día…; y es que Mambrú regresaba a la guerra, para conseguir mayor fortuna y graduación, a ver si de esta manera, convencía al padre de su enamorada.


Pero el destino no estaba de su parte, consiguió mayor graduación, de hecho lo nombraron capitán, pero una bala perdida le partió el corazón…, como antes lo había hecho el padre de la muchacha de Escamilla


La muchacha al enterarse de la noticia, enfermó de tristeza y melancolía, y cuentan las gentes del lugar, que siguió subiendo al campanario en el ocaso de todos los días, para llorar su desgracia, agitando un pañuelo de color negro…; a las pocas semanas yació muerta en su cama…
Las gentes de Arbeteta y de Escamilla sobrecogidas por el final de aquella historia, decidieron perpetuar su memoria, coronando sus respectivos campanarios con dos veletas, la de un granadero en Arbeteta y la de una muchacha en Escamilla.


                            Mambrú de Arbeteta

  Giralda de Escamilla             

                          Arbeteta



Escamilla




De esta manera seguirían “mirándose” con los impulsos del viento, que les llevaría además sus susurros y sus besos.
Como si el destino quisiera seguir cebándose con esta triste historia de amor, finalizando el siglo XX, ambas veletas fueron destruidas por un rayo, primero ella y luego él…



Pero de nuevo los vecinos de Escamilla y de Arbeteta, orgullosos de sus enamorados más famosos, elaboraron sendas veletas con madera de sabina y recubiertas de latón…; y que a día de hoy, al compás del viento siguen luciendo su amores por las tierras de Castilla… FINIS
  



LOS AMANTES DE TERUEL. Una bella y triste historia de amor.

     El genial cantautor Ismael Serrano, en su canción “tierna y dulce historia de amor”, afirma eso de que “como todas las histori...