Hace unos días leía una reseña
en un medio digital sobre la novela “la isla del tesoro”; del genial Robert Louis Stevenson…; al poco me vino a la
cabeza esa leyenda que desde tiempos inmemoriales se cuenta por las vastas
tierras del antiguo Señorío de Molina, en relación al gran tesoro que se
escondió en los confines del alto curso del río Tajo.
La historia es la siguiente:
corría el verano del año 710 (siglo VIII); cuando el Rey Visigodo Don Roderico,
y ante la entrada de musulmanes por el Sur de la Península, convocó a la “nobleza”
de la época.
La reunión se llevó a cabo en lo que es la actual ciudad de
Toledo, junto a las aguas del río Tajo.
A aquella reunión, entre otros,
acudió el Gobernador de Ceuta, conocido como el Conde don Julián, y a éste le
acompañaba su hija, de nombre Florinda, y que según cuentan las crónicas
legendarias, su belleza era comparable con la de un amanecer en primavera…
Florinda todas las mañanas
tomaba el sol junto a las bravas aguas del río Tajo, e incluso tomaba el baño,
siendo observada por muchos de los invitados a aquellas jornadas de reunión de
estrategia - prebélicas.
Y aquí es donde la leyenda toma
caminos diversos, una parte dice que entre el Rey don Roderico y Florinda surge
una relación amorosa, y otra alude a que don Roderico, fuerza a Florinda a
mantener relaciones sexuales.
Fuera como fuese, es que el
padre de Florinda don Julián entendió como una deshonra para su hija, el hecho
de que hubiese existido un escarceo sexual entre don Roderico y la joven
doncella, así pues a su vuelta a Ceuta, trató de vengarse de don Roderico,
entendiendo que la mejor forma de hacerlo, era permitiendo el paso de árabes
hacia la Península.
Así pues entre los días 19 y 26
de julio del año 711; justo un año después de las reuniones secretas junto al
río Tajo, las tropas visigodas se enfrentaron a las árabes en las zonas
aledañas al río Guadalete.
La batalla fue larga y cruenta,
contando los cronistas de la época que el río tornó sus cristalinas aguas, en
rojo sangriento, por los miles de cuerpos mutilados y sin vida que yacían en sus riberas.
Los ejércitos árabes, “extrañamente” aumentados
en número de soldados…; vencieron a las
visigodas, matando entre otros al propio
Rey don Roderico, cuya sangre derramada supuso el fin de los reinados visigodos
sobre la Península Ibérica, y la llegada de los Reinos y Taifas árabes.
Y cuenta le leyenda que don
Julián arrepentido de la traición, y temeroso de que los tesoros amasados en sus
años como Gobernador de Ceuta cayesen en manos sarracenas, decidió huir con su
familia a las recónditas tierras donde el río Tajo da sus primeros pasos.
Allí escondidos en la espesura
de la abrupta naturaleza, vivió sus últimos días, y para evitar que sus riquezas fuesen tomadas por los árabes,
decidió arrojarlas a las profundidades de la laguna de la Parra, años después
conocida como laguna de Taravilla.
Florinda desesperada ante la
dura vida que le esperaba, montada en un caballo, cabalgó y cabalgó aguas abajo
del río Tajo, hasta llegar al sitio donde conoció a don Roderico; queriendo
pensar que lo realmente surgido había
sido amor, y no violación, se comprende que Florinda se arrojase al río, con la
intención de expirar bajo el abrazo
asfixiador de las aguas del Tajo… a ese lugar junto al puente de San Martín en
Toledo, se le conoce hoy como el baño de la Cava…; y dicen que no es raro
escuchar el sollozo de aquella bella doncella.
Mientras tanto en las latitudes
del alto Tajo, en su preciosa laguna de Taravilla, las noches de luna llena, ésta
juega a los reflejos con las joyas y rubíes que en las profundidades del lago
arrojó en su día el tal Don Julián… FINEM