No hay guadalajareño que se precie o amante del arte sacro y
funerario que no conozca la tumba de Martín Vázquez de Arce, más conocido como
el Doncel de Sigüenza.
Se halla en una capilla lateral de la impresionante catedral
de Sigüenza (Guadalajara), sirviendo de última morada de un hijo Ilustre de la
villa, que encontró la muerte en la Vega de Granada en aquellos tiempos de la
reconquista, a las órdenes de Gonzalo de Córdoba (el Gran Capitán).
Escultura funeraria de el Doncel |
Parece ser que Martín Vázquez fue uno de aquellos solados
escogidos por el Gran Capitán, cuando la Reina Isabel, le pidió que quería ver
Granada y el palacio rojo de la Alhambra años ante de su toma; historia que
conté en este enlace:
(http://blogdeoscarpardodelasalud.blogspot.com.es/2015/04/la-primera-vez-que-isabel-la-catolica.html)
Sobre el monumento funerario, pone: “Aquí yaze
Martín Vasques de Arce - cauallero de la Orden de Sanctiago - que mataron los
moros socorriendo - el muy ilustre señor duque del Infantadgo su señor - a
cierta gente de Jahén a la Acequia - Gorda en la vega de Granada - cobró en la
hora su cuerpo Fernando de Arce su padre - y sepultólo en esta su capilla - ano
MCCCCLXXXVI. Este ano se tomaron la ciudad de Loxa. - Las villas de Illora,
Moclin y Monte frío - por cercos en que padre e hijo se hallaron.”
“Aquí yace Martín Vázquez de Arce, Caballero de la Orden de
Santiago, que mataron los moros, socorriendo al Muy Ilustre Señor, Duque del
Infantado, su Señor, a cierta gente de Jaén en la acequia Gorda de la Vega de
Granada. Cobró en la hora su cuerpo Fernando
de Arce su padre, y dióle sepultura en esta su capilla. Año 1486. Este año se
tomaron La Ciudad de Loja, y las Villas de Illora, Moclín y Montefrío, por
cercos en que padre e hijo se hallaron”.
Catedral de Sigüenza |
A modo de epílogo la inscripción narra lo acaecido durante
ese año, y como el padre se vio en el trance de tener que dar sepultura a su
hijo, tras éste haber encontrado la muerte lejos del río Henares y su tierra
seguntina, allá en la gran vega que conforman el Darro y el Genil camino del
Guadalquivir, tras haber regado antes los jardines y excelencias de la
Alhambra.
Vega de Granada |
Cuenta la historia que la Guerra de Granada ya iba
incardinada al triunfo cristiano, justo un año después el Papa Inocencio VIII
concedía la Bula de Cruzada, lo que suponía un gran impulso económico,
traduciéndose en soldados y armas.
Corría el año 1486, el emir Muley Hacen había muerto un año
antes, tomando el poder su hermano, un soldado despiadado llamado el Zagal, el
cual si no obtenía rendición del enemigo, lo pasaba a cuchillo exhibiendo sus
trofeos de guerra, en forma de colgar las cabezas de los capitanes cristianos,
en los lomos de su caballo…
Los Reyes Católicos mientras tanto pactaban con Boabdil que
éste volviese a Granada, y tomase el emirato que por ser hijo de Muley Hacen le
correspondía; provocando con ello la división de las tropas árabes, y pequeños
conatos de guerra civil moruna entre los partidarios de uno y de otro…
El Albaicín Granada |
Mientras las tropas cristianas iban cercando la ciudad de
Granada, arrasando allá por donde iban, no dejando en pie, cosecha, casa o
cobertizo que encontraran, los nervios y las ansias por poner una cruz en lo
alto de la Alhambra, convertían sus hazañas en más de una ocasión en verdaderas
grandes imprudencias.
La Alhambra |
Era un caluroso miércoles del mes de julio, Martín Vázquez de
Arce, se encontraba feliz, por el honor que le suponía ser protagonista de
aquellos acontecimientos; no importando las penurias y los peligros que todos
los días sufrían.
Antes de salir de la tienda de campaña, Martín y su padre
Fernando oraban, ante un Cruz del Apóstol Santiago que su Padre llevaba a todos
los lugares donde iba.
Tras el rancho, y la colocación de armadura y armamento,
Martín comenzó la andadura hacia el campo de batalla.
Justo cuando iba a salir de Campamento se encontró con Íñigo
de Buiza, un tipo grandote y un tanto estrambótico, cuyo papel era el de
adalid almogávar, una especie de espía …;
éste siempre iba acompañado de una gran águila y tenía fama en el campamento,
de que tenía poderes para adivinar el futuro…
Cuentan las crónicas que cuando Martín se lo cruzó, Íñigo de
Buiza se le quedó mirando como con condescendencia, totalmente pálido y sin
articular palabra alguna…
Cuando Martín va a montar su caballo, éste también tiene una
actitud extraña, y le impide ser montado, hasta el punto que el corcel sale
corriendo…
Martín extrañado y un tanto angustiado por los
acontecimientos toma otro caballo propiedad de su padre, y raudo se une con su
destacamento, al frente del cual está el Duque del Infantado.
Comienzan a atravesar la fértil vega granadina, en una mañana un tanto aburrida por el exceso de tranquilidad; de repente y proveniente de un bosque cercano, un gran griterío de muchedumbre moruna, sorprende a las huestes del Duque, que un tanto desbordado, llama a la retirada camino del Campamento cristiano…; por fin van dejando atrás a las tropas árabes, cuando se encuentran con un destacamento cristiano.
Se trata de una tropa proveniente de las tierras de Jaén, que
va siguiendo a una columna de tropas moras…; El Duque del Infantado decide
unirse a su empresa, hasta que de repente se dan cuenta que todo se trataba de
una argucia de las tropas moras; todo el batallón cristiano se encontraba
rodeado de un grupo mucho mayor en número de soldados moros.
La única escapatoria era atravesando una gran acequia, que a
modo de caz regaba las fértiles tierras de la vega granadina, se trataba de la
conocida popularmente como Acequia Real o Acequia Gorda de Granada.
Así pues las tropas cristianas se dirigieron hacia ella, al
mismo tiempo, que las tropas moras, abrían las compuertas del estanque que remansaba
las aguas del río Genil.
Provocando con ello
una gran avenida de agua por la mencionada acequia, convirtiéndose éste en una
pura ratonera acuática.
A la vez que caballos y caballeros son arrastrados por la
corriente, los moros comenzaron a lanzar flechas; las armaduras de los caballeros cristianos rechazaban las flechas, pero su
peso y quita de agilidad, eran un aliado perfecto para el ahogamiento…
Martín medio ahogado, a duras penas consigue salir de la
acequia…; se quita la armadura pensando que así se movería mejor; el problema
es que ha salido al lado de la acequia, donde se congregan las tropas enemigas…;
el grueso de las tropas cristianas están al otro lado del cauce.
Los pocos cristianos que allí estaban se reagruparon, con
Martín al frente de todos ellos, desde el otro lado de la gran acequia, el
padre del doncel de Sigüenza gritaba y daba ánimos a su hijo, consciente de que
aquello no podía salir bien.
Martín y sus compañeros cristianos lucharon en mitad del
aquel enjambre moruno, hasta que una herida de muerte, hizo clavar sus rodillas
en la tierra…
Siendo esta la historia de lo ocurrido, y que de forma breve
alguien contó en la tumba que desde aquel lejano año 1586, ha supuesto su
última morada.
Si queréis saber más sobre la vida de este caballero
castellano y guadalajareño, os recomiendo muy mucho el libro “Sueño que soy
Piedra” del Profesor Guillermo Rocafort Pérez.