Requena |
Siempre se dice que un pueblo que olvida su historia está
condenado a repetir los mismos errores; así mismo es importante conocer nuestro
pasado para así entender nuestro presente…;
todo lo anterior para hablar de una escultura que hay en la ciudad
valenciana de Requena, con términos inscritos como libertad y victoria y que
durante la dictadura del General Franco sufrió el retiro y la desconsideración
porque esas palabras eran mal sonantes para el dictador y sus acólitos.
Se trata de un pequeño pilón con letras situado en el arrabal
de San Nicolás, junto a la Iglesia dedicada a este Santo y Patrón de la ciudad.
Corría el año 1833, cuando el Rey apodado “el deseado”
Fernando VII, y sin lugar a dudas uno de los peores Reyes que ha tenido España,
expiraba, dejando un legado para el país, parecido a lo que había sido su
reinado, caos, desasosiego y guerra.
Fernando VII |
La cosa derivaba por el ir y venir que el monarca había
llevado con la denominada Ley Sálica, esa que impedía reinar a una mujer.
Fernando VII había tenido dos hijas, Isabel y Luisa Fernanda,
por lo que para que su hija primogénita pudiese heredar el trono debía de
derogar la Ley Sálica que se lo impedía, el problema fue que en el 1830 “el
Deseado”, había firmado una ley denominada la Pragmática Sanción, que permitía
heredar el trono tanto a los varones como a las mujeres, pero dos años después,
enfermo en cama firmó un decreto derogando la Pragmática Sanción, lo que
directamente convertía en heredero del trono a su hermano Carlos María de
Isidro.
Isabel II |
Carlos María de Isidro |
Tras una leve mejoría de nuevo pone en vigor la Pragmática
Sanción, y al poco tiempo muere, siendo por tanto heredera al trono su hija
Isabel.
La futura Reina cuenta sólo con tres años, y se nombra
Regente a su madre y tercera mujer de Fernando VII, María Cristina de
Borbón-Dos Sicilias.
Todo esto parece una tomadura de pelo al hermano de Rey,
Carlos María de Isidro y sus seguidores, lo que desencadena las denominadas
Guerras Carlistas.
Muchos fueron los pueblos y ciudades, que se mantuvieron con
el orden legal establecido, siendo éste, el de la sucesión de la corona en la
cabeza de Isabel, hecho que conllevó el odio
y la inquina de las tropas carlistas contra esas villas, y esto fue lo que le
ocurrió a la ciudad de Requena.
La villa amurallada tuvo que sufrir las consecuencias de
apoyar a la que sería Isabel II; los ataques carlistas se repetían cada muy
poco tiempo, ideando los requenenses argucias varias para defenderse e incluso
para despistar al enemigo, como por ejemplo la puesta de cientos de faroles en
los balcones recayentes a las murallas, para desaconsejar a los carlistas
atacar por la noche, al creer éstos que la ciudad estaba despierta y en alerta.
Así pues la noche del 13 de septiembre de 1836, los carlistas
decidieron atacar, sufriendo Requena una importante ofensiva; pero las murallas
y tapiales de la villa requenense aguantaron el enviste; los seguidores de
Carlos María de Isidro, asediaron la villa, concentrando sus tropas en las
Puertas denominadas de Alcalá, el Rollo y Cantarranas.
Al frente de las tropas requenenses un militar conquense, el
Comandante José Ruiz de Albornoz, había departido previamente, con un emisario
de los carlistas, el cual advirtió que era mejor que se rindieran que luchar,
pues estaban rodeados por más de catorce mil infantes y cuatrocientos caballos;
a lo que el Comandante Ruiz de Albornoz replicó
que preferían enterrarse bajo las ruinas de la patria antes que rendirse.
La batalla de Requena, mucho más que la preferencia sobre
quien ocupara el trono, fue el enfrentamiento entre dos sistemas políticos, el absolutismo o el liberalismo.
Finalmente y tras varias escaramuzas fallidas, los carlistas
decidieron retirarse, dando por perdida la lucha por tomar Requena.
Toda esta historia llegó a oídos de la Corte por lo que en 23
de septiembre de 1836 se otorgó a la ciudad de Requena el título de “Muy Noble
y Muy Leal Ciudad”, siendo desde entonces su consideración la de ciudad; así
mismo y también como homenaje y agradecimiento, se le dedicó una calle en la
Villa de Madrid, en lugar muy cercano al Palacio Real.
Y de esta manera el monumento que tanto molestaba al
franquismo, ha venido a ser el reflejo de aquellos acontecimientos que tan alto
galardón dieron a la bella Requena.
Por último y antes de acabar este post, sólo me queda
recomendaros visitar su casco histórico, y saborear los deliciosos vinos y la
exquisita gastronomía requenense. FINEM
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