Panorámica de Titaguas
Desde siempre me han gustado las personas creativas, activas,
que no se limitan simplemente a pasar por la vida, sino que allá por donde van
dejan su impronta, y éstas son sin lugar a dudas algunas de las cualidades que
adornan a Ramiro Rivera Gracia.
Hablar de Ramiro me resulta fácil, es lo que tiene poder hablar
bien de la gente; pues Ramiro es de esas personas que puedes denominar AMIGO
con mayúsculas, de los que siempre están, y de los que antes que lo necesites
ya se ha volcado por intentar ayudar.
Ramiro Rivera Gracia
Ramiro además de muchas otras cosas es Acalde de Titaguas, un
pueblo situado en la serranía valenciana a unos
720 metros sobre el nivel del mar; ostentando la vara de mando desde el
año 1999; siendo en ese momento uno de los Alcaldes más jóvenes de la geografía
española; y es que sus paisanos lo quieren por su autenticidad, por lo buena
gente que es, y por su desvivir en pro de su pueblo y sus moradores.
Sólo hay que darse un paseo por las calles de Titaguas, para
comprobar el importante trabajo que se ha hecho en materia de urbanismo, medio
ambiente y sobre todo en servicios para los ciudadanos.
Pero además de todo lo anterior desde hace unos años Titaguas
es referente por la cantidad de actividades de índole cultural, deportivo, de
ocio y de esparcimiento que a lo largo del calendario se van celebrando,
algunos repetidos y otros inventados, como es el caso del que os voy a contar.
A finales del pasado mes de julio, Ramiro me llamó para
invitarme a una actividad denominada “la noche de las velas”; se trataba de un
proyecto en el que la corporación municipal se había metido de lleno, para
entre otras cosas dinamizar el comercio y los servicios de hostelería y
restauración del pueblo en los albores del mes de agosto.
Así que sin saber muy bien de que se trataba, una buena amiga
y yo, la noche del sábado día 3 de agosto, nos dirigimos hacia la villa
serrana.
Las suaves temperaturas, y un cielo totalmente despejado y
con ello estrellado, ya hacían presentir que iba a ser una noche especial…; aún
no éramos conscientes del espectáculo que los titagüeños habían organizado.
Nada más llegar llamamos a Ramiro, que como no podía ser de
otra cosa estaba al pie del cañón comiéndose un bocadillo en la plaza mayor…;
junto a él, su Teniente de Alcalde, Amelia Chavarría Francisco, conocida como “la
Checana” por ser natural de Checa, uno de los pueblos más bellos de la
provincia de Guadalajara.
Checa (Guadalajara)
Y es que entre Amelia y Ramiro como máximos coordinadores
habían montado aquella movida…
Por la mañana decenas de pintores venidos de todo el país, se
dedicaron a retratar esquinas y rincones singulares de Titaguas, que os aseguro
los hay por doquier.
Asimismo y a lo largo de toda la jornada los bares y
restaurantes del pueblo organizaron lo que se denominó la ruta del tapeo, donde
por apenas diez euros podían degustarse productos y gastronomía típica de la
zona para recobrar fuerzas y seguir disfrutando de la fiesta.
Pero el plato fuerte de la fiesta llegaría con el ocaso del
día, a eso de las veintidós horas, cuando la noche ya lo cubría todo, el alumbrado
público de Titaguas se desconectó, para que en apenas cinco minutos los titagüeños
encendiesen los más de ocho mil cirios que habían colocado estratégicamente por
sus calles y fachadas…
Al mismo tiempo una agradable música instrumental sonaba por
los altavoces dedicados a dar los bandos municipales.
Ramiro y Amelia, hicieron de magníficos anfitriones; nos llevaron a ver toda
la localidad, que estaba más bella que nunca.
Es difícil explicar con palabras las sensaciones que surgían
al ver todo un pueblo iluminado con pequeñas candelas, sobrecogía ver las
enormes antorchas que iluminaban su vetusto campanario, la iglesia, la plaza,
los callejones, las fachadas, los balcones…
A la vez decenas de niños con los ojos iluminados de ilusión,
corrían de un lado para otro vigilando que ningún cirio se apagase…; y en cada
esquina, en cada rincón un concierto de música en directo, la mayoría de
músicos naturales de Titaguas y de la comarca; siendo ésta una fantástica
manera para mostrar su trabajo y darse a conocer.
Un grupo dedicaba canciones al gran Frank Sinatra, otro eran más rollo pop y rock, dentro de la Iglesia del Salvador, música clásica, en la zona alta del pueblo música de banda, y en una recoleta placita un chico tocando la guitarra española…; y como no, también las personas mayores de Titaguas desempolvaron sus bandurrias y guitarras para dar un precioso concierto de rondalla.
Además de todo lo anterior en varias fachadas, se proyectaban
imágenes antiguas del pueblo, tanto de su fisionomía, como de formas de vida,
trabajo, tradiciones, etc…
Así mismo en una de las partes altas del pueblo, justo detrás
del alojamiento rural “Casa Abuelina” que os recomiendo (http://www.escapadarural.com/casa-rural/valencia/abuelina)
estaba un ilustre titagüense, experto en astronomía y que ha creado en el
pueblo una escuela dedicada a estos menesteres; en el siguiente enlace podéis
saber más sobre la misma: (http://www.escuelacosmofisica.com/);
y allí con la ayuda de un preciso telescopio, y un puntero de luz, que os
aseguro a mí me dejó flipado, nos estuvo mostrando las distintas
constelaciones, galaxias, nebulosas, etc…; también dio el tema para departir
sobre la preocupante contaminación lumínica que desde allí pese a distar casi
noventa kilómetros de la capital valenciana también se apreciaba.
La ilusión que se percibía en el ambiente, el aroma a cera
fundida, los acordes de las notas musicales, la tenue luz de miles de pequeños
fuegos, el cielo estrellado y la buena compañía hicieron que desde luego fuese
una noche inolvidable.
Acabo este post agradeciendo a Amelia y a Ramiro el trato que
nos dieron, y felicitándoles por tan buena iniciativa, esperando al año que
viene poder volver acompañarles en tan agradable aventura.
2 comentarios:
¡Impresionante lo que haceis con las velas! Como valenciano, me ha gustado mucho
Juan, bloggeren un blog de salud
Embrujo. ¿ Os imagináis ser transportados, en medio del más dulce clima, y la más estrellada noche al interior de un caleidoscopio, formado por callejuelas, paredes, fachadas viejas y modernas,cuestecitas, rincones, toboganes multidireccionales, de insospechado desarrollo? pues eso y mucho más es lo que me ocurrión en la noche de las velas de Titaguas durante un fin de semana de la primera semana de agosto.
El amor brujo de Manuel de Falla, sublimado del oido a la retina. Una gozada de los sentidos y un maravilloso acorde de convivencia.
Hermoso. Es de obligado agradecimiento felicitar a los organizadores.
Josemaría Cebellán Alepuz
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