Muchas veces se dice que somos lo
que comemos, y que por ende debemos comer lo mejor posible para así mismo tener una salud de hierro y
con ello una vida en total plenitud.
Todo esto para contaros de la que
es una mis mayores aficiones desde pequeño, que se practica de año en año, y no
todos los años, ya que depende de la climatología; de lo lluvioso o no que sea
el final del verano y el comienzo del otoño, y de la tardanza de llegar los
primeros fríos.
Tal vez porque en el pueblo donde
nací y crecí hasta los dieciséis años se crían de forma abundante, y tal vez
porque mi familia, de siempre me enseño a acercarme al campo con cariño y
respeto, soy un gran aficionado a la recolección de hongos y setas.
Nada que ver con mi hermano
mayor, Antonio Pardo, el cual es todo un lechado en sabiduría micológica, pero
en lo que es lo básico me voy defendiendo.
Os decía lo de comer sano, porque
la mayoría de estos productos tienen grandes propiedades nutritivas, el caso
del níscalo, que es el hongo más buscado y apreciado sobre todo en las tierras
levantinas, es un gran aliado contra el estrés y las migrañas, por su alto
índice en vitamina B 5, tan beneficiosa para estas cuestiones.
De siempre con respecto al tema
de la recolección de hongos me ha gustado mucho más buscarlos que comerlos,
cosa que tampoco me desagrada. Y es que salir a los pinares de la zona de
Molina de Aragón supone todo un revulsivo para los sentidos; los aromas, los colores,
la comodidad del terren falto de maleza e impedimentos, convierten la búsqueda
de estas preciadas “verduras” en un paseo reconfortante.
Siempre pienso que a las fotos de
parajes, les falta el sonido y el olor, y algo parecido pasa en estas fotos que
os adjunto; el olor a tomillo y romero, a los rosales silvestres, a las jaras
con las hojas frescas del rocío nocturno, a la pinocha mojada, o a los propios hongos te
transportan a un mundo ajeno a la cotidianidad, sin móviles, sin prisas, sin
bocinas de los coches, etc…, lo único que se escuchan son decenas de piares
provenientes de cientos de pájaros que revolotean entre las ramas,
interrumpidos alguna vez por el martilleo del pájaro carpintero, algún cuco, incluso
los cárabos a última hora del día…; cuando vuelvo a la gran ciudad de hacer
este tipo de prácticas, así como ir a pescar al río Tajo o Gallo, pienso si compensan
las luces de la ciudad ante las grandes cosas que aportan las estancias en un
pueblo, viviendo tan en contacto y tan involucrados con el medio natural.
Pinar y Torre de Aragón, Molina de Aragón
Un cosa que me enfada mucho
cuando salgo al campo, y esto ocurre mucho en los pinares cuando se reproducen
los hongos, es la cantidad de gente, que va con el ansia del negocio,
destrozando todo por donde pasa; eso de utilizar rastrillos y hoces para mover
la hojarasca de los árboles por si debajo hay alguna seta que replegar, supone
destrozar el suelo y los micelios garantizándose de esta manera la menor
producción de hongos y setas en próximas temporadas…; por no hablar de bolsas,
papel de aluminio, latas o botellas que adornan las cunetas de las carreteras,
o las zonas de parada y descanso …
Cuando se va al campo como a
cualquier otro lugar donde se acuda, se debe de cuidar y respetar al máximo,
con el objetivo de que cuando nos vayamos de allí, no haya ningún rastro de
nuestra estancia en ese lugar; porque además todas estas cuestiones como por
ejemplo los restos de botellas o cristales, pueden ser aliados perfectos para
producirse un incendio forestal.
Es fundamental cuando se sale a
por hongos, setas, etc…, llevar una cesta en vez de bolsa o cubo, ya que de
esta manera las esporas que caen de las mismas garantizarán la reproducción de
nuevos ejemplares.
En conclusión que lo que hoy os
trato de decir son varias cosas: y es que hay pocas cosas más saludables que
dar un paseo por el campo, que el medio natural pone muchas cosas a nuestra
disposición para disfrutar de él, y que entre todos debemos de cuidar y
respetar para que las generaciones futuras también puedan disfrutar de estas
grandes cosas.
Por lo demás y así mismo
mostraros para poneros los dientes largos… la buena recolección de níscalos que
hicimos por los montes de Molina de Aragón (Guadalajara)
Cuando queráis nos vemos y nos
hacemos una excursión campestre.
Feliz día y buena suerte.
2 comentarios:
Qué envidia... A mí, lo de salir al campo me va menos, no porque no me guste, que me encanta (lo que ocurre es que mi relación con la naturaleza es básicamente contemplativa) ni porque no lo respete (al campo, a la natureleza, hay que cuidarlo, respetarlo, mantenerlo limpio y nunca agredirla, porque es nuestra verdadera casa).
Respecto als rovellons, qué quieres, me encanta comérmelos, jaja, más que patearme bosques y bosques para no encontrarlos (patoso que es uno).
¡Qué envidia! (sana)
La segunda foto me ha encantado, que bonito encontrárselos así, juntitos.
Un abrazo.
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