domingo, 16 de junio de 2013

Visitando una joya del románico en pleno Señorío de Molina. La ermita de Santa Catalina en Hinojosa





Imaginad estar en una de las zonas de mayor altitud habitadas de España, me estoy refiriendo a la comarca de Molina de Aragón, en la desconocida provincia de Guadalajara; imaginad así mismo que vamos caminando por un espeso y frondoso bosque de sabinas centenarias, y que en mitad de un pequeño barranco y en la espesura del mismo te encuentras con una edificación de más de ochocientos años de antiguedad…; pues bien eso es lo que nos pasó a mi padre y a mí, el pasado sábado, cuando ambos dos  decidimos ir en busca de una de las joyas del románico rural que alberga nuestro país, y que no es otra sino la ermita de Santa Catalina en el término municipal de Hinojosa.

De siempre el arte románico me ha llamado mucho la atención; influencia que me acrecentó tras haber hecho varias rutas del Camino de Santiago, ver la majestuosa obra del Maestro Mateo en la propia Santiago de Compostela, o tras leer los numerosos ejemplares del arquitecto, dibujante  y periodista José María Pérez “Peridis”.

De ahí que desde hacía mucho tiempo tuviese la intención de visitar esta construcción, que a la postre no es la única de este estilo que albergan los vastos territorios del antiguo Señorío de Molina; la Iglesia de la Buenafuente del Siltal, de Santa Clara en Molina, la portada de la Iglesia de Labros, o la ermita de la Virgen de la Carrasca en Castellar de la Muela, son algunos ejemplos más, del románico rural de la provincia de Guadalajara.

Como os decía al principio, en mitad de un gran sabinar, y muy próxima a la carretera comarcal que une los pueblos de Anquela del Ducado y Milmarcos, se levanta esta construcción del siglo XII, y que es sin lugar a dudas uno de las mejores muestras del románico porticado de Castilla la Mancha.

A caballo entre la historia documentada y la leyenda se cuenta que en este paraje existía una pequeña población de nombre Torrealbilla, y de la cual la actual ermita no era otra cosa sino la Iglesia Parroquial, allá por la alta edad media.

Y digo lo de leyenda, porque se cuenta por la zona que antes de la reconquista, allí había una mezquita cuyas campanas eran de oro, y que los morunos enterraron para que los cristianos no encontrasen…

De igual manera también se relata que la aldea tuvo que ser desalojada por culpa de una feroz plaga de  termitas, que como la marabunta desolaba todo por donde pasaba; aunque tampoco se descarta que la despoblación deviniese por la falta de agua del lugar en cuestión.

Los habitantes de Torrealbilla se dispersaron entre las vecinas localidades de Milmarcos e Hinojosa, utilizándose las piedras de las edificaciones para las nuevas viviendas sobre todo en el pueblo de Hinojosa; de ahí que apenas queden restos de esta aldea, que parece ser lo fue hasta principios del siglo XVII.

El carácter religioso de la construcción de lo que hoy se denomina Santa Catalina, fue lo que la salvó de su demolición; y su pervivencia sigue siendo a día de hoy motivo de cierto conflicto entre los dos pueblos vecinos de Hinojosa y Milmarcos; los cuales ambos dos la reivindican como suyas al estar prácticamente a mitad de camino, aunque realmente lo está en el término municipal de Hinojosa.
Panorámica de Hinojosa
                                                                  Panorámica de Milmarcos
A comienzos de la democracia el estado de la ermita era práctimente ruinoso, pero el valor arquitectónica de la misma, hicieron que las administraciones Estatal y Autonómica se pusieran de acuerdo para realizar una meticulosa y a mi juicio acertada restauración, que finalizó en la primavera del año 1990; siendo reinaugurada el 17 de agosto de ese mismo año.

La ermita de dimensiones proporcionadas, está compuesta por una sola nave, y un atrio porticado adosado al muro meridional, orientado al medio día para protegerse de los vientos del norte que por esta zona se denominan cierzo; y que sólo su nombre provoca escalofríos; pues los días de invierno en el que el cierzo es el protagonista, la comarca de Molina se convierte en una gigante nevera “no frost”.

El atrio porticado, contiene seis arquillos de medio punto con columnas que rematan sus respectivos capiteles de sencilla decoración vegetal.

Me cuentan en el vecino pueblo de Hinojosa, que la ermita llegó a tener campanario; pero que los sillares que comprendían el mismo, fueron utilizados a principios del siglo XX para la construcción de las escuelas de esta vecina población.

Bajo el alero del tejado destacan los característicos canecillos románicos, y una superficie tallada con temas vegetales y el tan extendido arte del ajedrezado jaqués. El cual es muy típico a lo largo de los templos del Camino de Santiago, y cuyo origen lo es en la Catedral de Jaca (Huesca).

Al visitar la ermita, ésta estaba cerrada, lo que me impide ver su interior; pero me cuentan que la misma está vacía, que su suelo lo componen grandes losas de piedra, y que la techumbre de madera de sabina llama la atención.

Antiguamante no existían las tarjetas de representación, y así mismo para cobrar por la piedras labradas, los maestros canteros hacían en las piedras unas pequeñas muescas; de esta manera, además de hacer publicidad sobre su taller “picapedrero”, tenían la prueba de lo realizado siendo ésta la garantía para el cobro. A estas incisiones en las rocas se les denomina marcas de cantero.

marca de cantero
De hecho a la entada del atrio porticado observo el tallado de una pequeña Virgen, que de seguida pienso que puede ser una de estas marcas, pero que viendo su elaboriosidad descarto al instante, enterándome también en la vecina Hinojosa, que esta Vigen la talló un pastor a principios del siglo XX, cuando éste se refugiaba con el ganado bajo el tejado de este atrio, ya que además  los arquillos estaban tapiados, haciendo el porche la funciones de una estupenda paridera orientada al sur.

Me cuentan igualmente en Hinojosa que todos los años para las fiestas patronales de la localidad entorno al 16 de agosto; se hace una romería desde el pueblo hasta la ermita, donde no falta la música, el vino, la diversión y el buen rollito.

Para saber más sobre el tema os remito a la fantástica página web de la Asociación cultural de Hinojosa: http://www.hinojosaguadalajara.es/

Y por último como no podía ser de otra manera recomendaros la visita a este bello paraje que estoy seguro no os dejará indiferentes, ya me contaréis.
Abracico ;)


martes, 11 de junio de 2013

Un paseo por Cuevas Labradas en el Señorío de Molina - Alto Tajo.



Pese a vivir en una ciudad con mar, y ser muy aficionado a todo lo que tiene que ver con éste, desde muy niño soy pescador de agua dulce, sin bien es cierto al principio donde mejor pescaba era en el plato…; recuerdo que tal vez porque soy muy inquieto, o directamente por ser un patoso descomunal, me pasaba los ratos deshaciendo enredos del hilo o desenganchando el cebo de las ramas de los árboles…
 
Pero mi padre que se había aficionado a la pesca fluvial por la influencia de mi hermano Antonio, se empeñaba en llevarme a pescar una y otra vez, siendo ésta la manera por la que fui aprendiendo y entusiasmándome por el tema.
Y casi siempre era al mismo sitio donde íbamos a pescar, al río Gallo en el término municipal de Cuevas Labradas.

 
 
Cuevas Labradas es un pequeño pueblo de la comarca del Señorío de Molina (Guadalajara), situado sobre una colina a unos 1159 msm y que desde luego supone todo un icono para eso que llamamos la desconexión del mundanar ruido.
La última vez que visité Cuevas, fue el pasado 27 de abril del presente 2013; era una mañana soleada, pero de temperatura más bien fresca para la época del año en la que estábamos, sin bien tampoco es extraño para las tierras de Molina que la climatología sea un tanto fresquita, de hecho al otro día cayó una copiosa nevada.
La carretera que va desde Molina de Aragón hasta Cuevas es estrecha con curvas y ciertamente tortuosa, pero sin lugar a dudas los paisajes que la envuelven, la convierten en un placer para los sentidos, en los casi 24 kilómetros que hay desde Molina hasta Cuevas; en todo el trayecto sólo me crucé con un coche…

 
 
Cuevas Labradas está rodeado de excepcionales bosques de pinares, sabinas, robles y encinas; y desde la colina en la que está enclavado el caserío, se observa a la perfección el cañón del río Gallo, con sus característicos pliegues geológicos.
Según el padrón del Ayuntamiento de Corduente, administración a la que pertenece la pedanía de Cuevas Labradas, en la localidad tan sólo viven diecinueve personas, aunque una mujer muy amable que estaba tendiendo la ropa, me dijo que durante el año tan sólo viven dos familias; y que sin embargo en verano apenas si se cabía.
Esta señora me contó que los sábados subían el pan desde Molina, y que en verano venían vendedores ambulantes, con fruta y pescado congelado; pero para cualquier gestión tenían que acudir a la capital del Señorío.

 
 
Mala cosa esta de la despoblación que no sólo afecta a la comarca de Molina, sino a la práctica ruralidad del interior peninsular…

 


 
Me sorprendió ver decenas de antenas parabólicas a lo largo y ancho del pueblo, hasta que un señor que paseaba, me contó que era porque debido a la orografía la señal de televisión llegaba débil y por ello el hecho de tanta antena, que desde luego pegan poco y desdibuja en gran manera la fisionomía del pueblo.

 

La plaza del pueblo lo constituye como en muchos pueblos del Señorío de Molina, el juego del trinquete, y es que según cuenta la historia cuando se constituye el Señorío de Molina allá por el año 1320, se puebla a éste con personas traídas del País Vasco, las cuales gran aficionadas a la pelota vasca, importan sus tradiciones ociosas y levantan en cada pueblo y aldea de la zona grandes frontones, los cuales aunque remozados y transformados han llegado hasta nuestros días.

 

Justo debajo de la plaza y tras la iglesia un curioso asadero público, que imagino sobre todo en la época estival, como centro de encuentro culinario, para probar los excelentes embutidos y carnes que se producen en estas tierras.

 

Nada más arribar a  Cuevas te sorprenden las grandes dimensiones de la vetusta iglesia, cuya torre alberga dos grandes campanas, y conforma la cabeza de la gran nave central a dos aguas que  supone el resto del edificio, al cual se accede por un patio y una puerta orientados al este, buscando la zona abriga, menos ventosa y soleada del edificio.
 

Y otro edificio destaca sobre el caserío, tratándose éste de una gran torre con reloj incluido. Un reloj este que se puede percibir desde cualquier punto  del pueblo y que a lo largo de las décadas ha ido marcando las horas de las gentes de Cuevas, y hablo en pasado, porque el mismo está en estos momentos parado…; y lo está no por falta de medios materiales sino personales.

 


 

El reloj es de cuerda y al no haber gente para mantenerlo, y darle cuerda su viejo engranaje se ha quedado parado en el tiempo, casi a la vez que el mismo pueblo
Esta torre se construyó igual que la del vecino pueblo de Torete, allá por los años sesenta del pasado siglo XX; y desde su ubicación hay una panorámica fantástica de toda la población, así como de los bellos parajes que la circundan.

 
 
 
 
 

También destaca la edificación  que alberga el horno y que según reza en una placa a la entrada del mismo dejó de utilizarse a finales del pasado siglo XX, también por la falta de población y por la arribada de estos servicios desde Molina.

 

Tras un largo paseo por el pueblo y llenar una botella con el agua cristalina y fresca que surtía de la fuente a los pies de la iglesia,

 

decidí acercarme hasta el refugio y fuente del Hontanar.

 

Para ello hay que tomar la pista forestal que sale desde Cuevas, prácticamente en frente de la torre de la iglesia, y tras pasar campos de labranza, bosques de grandiosas sabinas, y pinares frondosos, se llega hasta este refugio; antes de llegar al mismo, se encuentran en el camino los característicos chozones o parideras de barda, tan característicos de esta tierra, los cuales se construían aprovechando el tronco de una sabina como pilar central y un muro de piedra circular, donde apoyar las vigas, que eran cubiertas con las mismas ramas de la sabina, cambiando todos los años el techado para garantizar la impermeabilización y la protección del espacio.

 

El refugio y la fuente del Hontanar, están  ubicados en la cima del barranco del río Gallo, en la margen izquierda de éste, sobre un promontorio rocoso y cuyas panorámicas permiten contemplar la confluencia de los cañones del río Gallo y del Tajo, el castillo de Alpetea desde la otra orilla del Gallo, la desembocadura del Arandilla en el Gallo, y  kilómetros y kilómetros de bellos parajes que te atrapan y te  hacen inapetente la marcha de este lugar.
 
 

 
 
 
 

Paseando tranquilamente por los alrededores escuché un sonido entre la maleza, al girarme por tal motivo me encontré con el colega:

 
Desde luego Cuevas Labradas no tiene playa, ni castillo, ni catedral, y tampoco está incluido como pueblo a visitar en la guías de turismo, pero el encanto de su fisionomía y el patrimonio natural que lo rodean, lo hacen un lugar más que apto para reconciliarse con el mundo.
Si lo visitáis ya me contaréis.
 


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