domingo, 12 de noviembre de 2023

De paseo por el templo de Zeus olímpico.

 




Cuando no puedo conciliar el sueño, siempre utilizo la misma técnica, y como si de un funcionario del “ministerio del tiempo” se tratara, me gusta imaginar que viajo en el tiempo.

El último viaje mental, antes de pillar el sueño, fue ir a visitar un templo, un templo dedicado al dios Zeus, en la ciudad de Olimpia.

Todas las religiones, han buscado y buscan lugares con energía especial, sitios que por las razones que sean, te invitan a la tranquilidad, a la reflexión, al sosiego…, y desde luego la antigua ciudad de Olimpia cuenta con esas características.

En el mismo lugar, ya se habían dedicado templos a otras deidades; pero con plena mitología griega en desarrollo, los habitantes de la zona entre los años 470 a 456 antes de Cristo, decidieron dedicar un templo a Zeus, (el padre de los dioses y de los hombres).


Así pues, en mi paseo por el tiempo viajé hasta el 430 antes de Cristo, no me percaté en la ropa con la que iba vestido, ni se hacía frío o calor, sólo se que era un día por la tarde, pues vi atardecer entre los robles y encinas que rodeaban el templo.

Llegué caminando, siguiendo un curso de un arroyo, aguas abajo; y a lo lejos observé un edificio de enormes dimensiones, piedra caliza lo componía, lo que le daba un color muy característico.

Antes de entrar, al templo pregunté (en perfecto griego de la época), por el taller de Fidias; éste había sido el autor que había esculpido la gran talla de Zeus, que había dentro del templo; me indicaron por donde era y hasta allí que fui.

Entre cinceles y cortafríos, allí me encontré con Fidias, su apariencia me la imaginé tal cual el señor mayor de “érase una vez la vida”.

(tebeoesfera.com)


Le conté que venía de tierras muy lejanas, y que era un honor para mi conocerle, éste me contó que estaba muy cansado, pues tras hacer la estatua del Zeus olímpico, no paraban de encargarle nuevas obras, y las dimensiones de las piezas, y la dureza de los materiales, le llevaban mucho trabajo.

Templo de Zeus olímpico (imagen https://vivoz-gbo.ru/)

Así mismo me dijo que, el templo era blanco, no sólo por la piedra caliza, sino por una capa delgada de estuco, que conllevaba a que las columnas pareciesen de mármol.

Aunque mármol había y mucho, lo habían traído en barcos desde la isla de Paros, las esculturas, todas eran de este noble material; que luego se utilizó en la construcción del otro templo, el dedicado a Atenea, situado en la ciudad de Atenas, y que es conocido como Partenón.

            El templo así mismo, contaba con un techo, que estaba elaborado por tejas igualmente de mármol, hecho tan fino, que la luz del sol penetraba, iluminando el interior, como si miles de bombillas led se hubiesen colocado.

            Ante mi interés, Fideas me dijo si quería que fuésemos a ver el interior del templo; lo que no dudé ni un ápice.

            El templo de frente impresiona, por la grandeza y la decoración que acompaña al friso, y me hizo reflexionar en la involución que posterior a Grecia y Roma sufrió la humanidad también en lo arquitectónico, pues después de estos templos impresionantes, hasta el siglo XI, no vino el arte románico, es decir 1.100 años después; que de nuevo empezó a revolucionar la arquitectura, pero con dimensiones mucho más modestas.

Tras pasar la puerta, entre las columnas, te sientes pequeño, sobre todo ante la escultura del dios Zeus; la cual según me contó Fidias, estaba hecha de madera, y recubierta de oro y marfil.

Tenía una altura de doce metros, y el dios aparecía sentado en un trono, con el torso desnudo, y el manto en torno a las piernas, llevaba la cabeza coronada de olivo y la mirada, dirigida hacia abajo, confiriéndole un gesto paternal.

En la mano derecha, tenía a la diosa de la victoria, de nombre Niké, y en la mano izquierda un cetro rematado con un águila.

El manto estaba adornado con flores, y las sandalias también de oro, descansaban los pies sobre un escabel.

Todo el trono en sí, era igualmente una obra de arte.

Escultura Zeus olímpico. (Imagen de: https://travel.sygic.com/

Le dije a Fidias que enhorabuena, que me había encantado ver la escultura, y que no me extrañaba que aquella se considerara como una de las siete maravillas del mundo clásico; el puso cara extraña, como diciendo, “pero ¿qué me estás contando?

Ante mi interés, Fidias sacó de una especia de bolsa de tela que llevaba, lo que hoy en día llamamos, “tote bag”, unos bocetos, estaba ya en marcha la que sería su última gran obra maestra, la Atenea Pártenos, que presidía el Partenón de Atenas.

Atenea Pártenos. Foto wikipedia.org


Impresionado ante el boceto, me mordí la lengua y no quise decirle nada acerca de que tuviese cuidado con Pericles y la corrupción…; pues la regla de oro en estos viajes es que nada de la historia cambie.

Tras lo anterior, agradecí a Fidias sus explicaciones, y me salí del templo, la tarde estaba cayendo, y a los dos minutos dormía plácidamente. FINEM.

jueves, 2 de noviembre de 2023

Una historia de moros y cristianos en la montaña valenciana

 




Corría el año 1238, el último rey musulmán de València Zayyan Ibn Mardanix, tras comprobar que nada más se podía hacer, por mantener la ciudad del Turia, pacta con el rey de Aragón, Jaume I, que éste entre en la ciudad el 9 de octubre de ese mismo año.

A partir de ahí la ciudad seguía siendo mora, pero sus dirigentes procesaban una religión distinta, nueva en estos lares; acababa de darse la conquista de València por las tropas cristianas.



Una vez conquistada la ciudad de València, los cristianos pensaban que la conquista de los territorios al sur de la ciudad, sería un paso en barca; no contaban con el impresionante sistema montañoso que había pasado el Júcar hacia el sur, y la astucia de visir Al-Azraq,



          Al-Azraq era un caudillo musulmán que controlaba el territorio desde Xàtiva hasta Alcoi y hasta la costa mediterránea; en lo que hoy vienen a ser la comarcas de la Vall   de Abaida, el Contat y la Marina Alta.

    

  Le puso las cosas tan difíciles a Jaume I, que incluso casi logra apresarlo en una emboscada que junto a sus hombres le organizaron en la zona de Rugat, cuando el aragonés iba desde Xàtiva hacia Denia.

Uno de los hombres de confianza de Al-Azraq lo traicionó y contó el plan a los cristianos, haciendo fracasar el plan de apresar al rey que estaba sometiendo a su pueblo, y al que los des de Al-Azraq, llamaban el perro infiel.

Esta escaramuza, puso en consciencia a los cristianos de que, no estaban ante un aficionado y que la conquista de este territorio no iba a ser tan fácil.

La división interna de los sarracenos, contrastaba con la unión y fuerza de los cristianos, y el visir consciente de ello, decidió pactar con el enemigo.


El pacto se haría en la Vall de Gallinera, junto a un pozo que alimentaba una alberca, cercano al castillo de Alcalá; de ahí el nombre del pacto, el del “pouet”; era abril del año 1245, es decir, casi ocho años después de la entrada triunfal de Jaume I en la ciudad de València.

Lo pactado no era otra cosa, sino una tregua de tes años, en la cual el visir, se declara vasallo de Jaime I, a cambio de la permanencia y soberanía sobre sus territorios, y la entrega progresiva a los cristianos de varios castillos de la montaña y de sus rentas.

Así mismo pacta una serie de condiciones para los habitantes de la zona, y que no es otra, sino la de que sigan viviendo según sus ritos y costumbres.

A Jaume I le viene bien esa tregua, pues ya puede ir a la conquista del territorio alicantino, y ya se encargaría el día de mañana de la montaña y del visir.



La cosa es que los cristianos no cumplen con lo pactado, y los abusos sobre el pueblo musulmán hacen que entre 1247 y 1258, se produzcan una serie de revueltas.

La cosa toma dimensiones importantes, pues gran parte de ejército de Aragón, está ayudando a Castilla en la conquista de Sevilla, pero a su vez el rey castellano Alfonso X el sabio, que no quiere a un Aragón fuerte, de forma secreta pacta con Al-Arzaq, y le ayuda en estas revueltas; de pronto el recién creado Reino de Valencia, se queda sin los territorios al sur del Júcar: Xàtiva, Denia y Alicante.




Jaume I, desesperado, solicita ayuda económica para conformar nuevos ejércitos al Papa Clemente IV, el cual le dice que a cambio debe expulsar a todos los árabes del territorio de la Corona de Aragón; al rey no le queda más remedio que cumplir con lo pedido por el sucesor de San Pedro, pero eso sumó al reino, es una situación de guerra generalizada.

En 1258, de nuevo Al-Azraq fue traicionado por uno de sus consejeros, el cual informa a los cristianos que el sarraceno tenía acumulada gran cantidad de grano de uno de los castillos, y que la venta de ese grano, iba a darle importantes ganancias, para poder pagar a soldados y seguir guerreando.

Las tropas cristianas asaltaron dicho depósito, llevando al traste los planes del visir, el cual a los pocos días se rinde, y es obligado a exiliarse.

Los pocos dominios que le quedan, estarán bajo el gobierno de un hermano y un tío los cuáles están sometidos a las continuas presiones de los señores feudales cristianos.

Al-Azraq marchó a Granada, y aunque en la corte nazarí es muy bien tratado; echaba de menos el Mediterráneo, la montaña, la sierra del Benicadell y el enigmático castillo de Perputxen; así es que en cuento se produjo otra revuelta, por el abuso de los cristianos, el visir de la montaña valenciana, raudo regresó al territorio para ayudar a los suyos; los combates se produjeron en las puertas de la ciudad de Alcoi, los sarracenos tuvieron que salir huyendo.




 Desde la ciudad de los puentes algunos cristianos les persiguieron, cayendo en una emboscada, en lo que la historia ha denominado el desastre de la canal, por la gran matanza que en este paraje se produjo.

Lo cierto es que antes de esa emboscada y a las puertas de la ciudad alcoyana, el visir de la montaña perdió su vida, fruto de una flecha que le alcanzó en el pecho, era el 5 de mayo de 1276; pasando su personaje y leyenda a la eternidad.

Dos meses más tarde, en 27 de julio de 1276, moriría su archienemigo Jaume I.

Y en conmemoración de aquellos avatares, todos los años en torno al 23 de abril Alcoi celebra, sus fiestas de moros y cristianos.

Mientras algunos cuentan que, por Perputxen, a veces se ve el espíritu de aquel visir, caminando entre los bancales y los roquedales del Benicadell. FINEM.

 

 


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