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jueves, 2 de noviembre de 2023

Una historia de moros y cristianos en la montaña valenciana

 




Corría el año 1238, el último rey musulmán de València Zayyan Ibn Mardanix, tras comprobar que nada más se podía hacer, por mantener la ciudad del Turia, pacta con el rey de Aragón, Jaume I, que éste entre en la ciudad el 9 de octubre de ese mismo año.

A partir de ahí la ciudad seguía siendo mora, pero sus dirigentes procesaban una religión distinta, nueva en estos lares; acababa de darse la conquista de València por las tropas cristianas.



Una vez conquistada la ciudad de València, los cristianos pensaban que la conquista de los territorios al sur de la ciudad, sería un paso en barca; no contaban con el impresionante sistema montañoso que había pasado el Júcar hacia el sur, y la astucia de visir Al-Azraq,



          Al-Azraq era un caudillo musulmán que controlaba el territorio desde Xàtiva hasta Alcoi y hasta la costa mediterránea; en lo que hoy vienen a ser la comarcas de la Vall   de Abaida, el Contat y la Marina Alta.

    

  Le puso las cosas tan difíciles a Jaume I, que incluso casi logra apresarlo en una emboscada que junto a sus hombres le organizaron en la zona de Rugat, cuando el aragonés iba desde Xàtiva hacia Denia.

Uno de los hombres de confianza de Al-Azraq lo traicionó y contó el plan a los cristianos, haciendo fracasar el plan de apresar al rey que estaba sometiendo a su pueblo, y al que los des de Al-Azraq, llamaban el perro infiel.

Esta escaramuza, puso en consciencia a los cristianos de que, no estaban ante un aficionado y que la conquista de este territorio no iba a ser tan fácil.

La división interna de los sarracenos, contrastaba con la unión y fuerza de los cristianos, y el visir consciente de ello, decidió pactar con el enemigo.


El pacto se haría en la Vall de Gallinera, junto a un pozo que alimentaba una alberca, cercano al castillo de Alcalá; de ahí el nombre del pacto, el del “pouet”; era abril del año 1245, es decir, casi ocho años después de la entrada triunfal de Jaume I en la ciudad de València.

Lo pactado no era otra cosa, sino una tregua de tes años, en la cual el visir, se declara vasallo de Jaime I, a cambio de la permanencia y soberanía sobre sus territorios, y la entrega progresiva a los cristianos de varios castillos de la montaña y de sus rentas.

Así mismo pacta una serie de condiciones para los habitantes de la zona, y que no es otra, sino la de que sigan viviendo según sus ritos y costumbres.

A Jaume I le viene bien esa tregua, pues ya puede ir a la conquista del territorio alicantino, y ya se encargaría el día de mañana de la montaña y del visir.



La cosa es que los cristianos no cumplen con lo pactado, y los abusos sobre el pueblo musulmán hacen que entre 1247 y 1258, se produzcan una serie de revueltas.

La cosa toma dimensiones importantes, pues gran parte de ejército de Aragón, está ayudando a Castilla en la conquista de Sevilla, pero a su vez el rey castellano Alfonso X el sabio, que no quiere a un Aragón fuerte, de forma secreta pacta con Al-Arzaq, y le ayuda en estas revueltas; de pronto el recién creado Reino de Valencia, se queda sin los territorios al sur del Júcar: Xàtiva, Denia y Alicante.




Jaume I, desesperado, solicita ayuda económica para conformar nuevos ejércitos al Papa Clemente IV, el cual le dice que a cambio debe expulsar a todos los árabes del territorio de la Corona de Aragón; al rey no le queda más remedio que cumplir con lo pedido por el sucesor de San Pedro, pero eso sumó al reino, es una situación de guerra generalizada.

En 1258, de nuevo Al-Azraq fue traicionado por uno de sus consejeros, el cual informa a los cristianos que el sarraceno tenía acumulada gran cantidad de grano de uno de los castillos, y que la venta de ese grano, iba a darle importantes ganancias, para poder pagar a soldados y seguir guerreando.

Las tropas cristianas asaltaron dicho depósito, llevando al traste los planes del visir, el cual a los pocos días se rinde, y es obligado a exiliarse.

Los pocos dominios que le quedan, estarán bajo el gobierno de un hermano y un tío los cuáles están sometidos a las continuas presiones de los señores feudales cristianos.

Al-Azraq marchó a Granada, y aunque en la corte nazarí es muy bien tratado; echaba de menos el Mediterráneo, la montaña, la sierra del Benicadell y el enigmático castillo de Perputxen; así es que en cuento se produjo otra revuelta, por el abuso de los cristianos, el visir de la montaña valenciana, raudo regresó al territorio para ayudar a los suyos; los combates se produjeron en las puertas de la ciudad de Alcoi, los sarracenos tuvieron que salir huyendo.




 Desde la ciudad de los puentes algunos cristianos les persiguieron, cayendo en una emboscada, en lo que la historia ha denominado el desastre de la canal, por la gran matanza que en este paraje se produjo.

Lo cierto es que antes de esa emboscada y a las puertas de la ciudad alcoyana, el visir de la montaña perdió su vida, fruto de una flecha que le alcanzó en el pecho, era el 5 de mayo de 1276; pasando su personaje y leyenda a la eternidad.

Dos meses más tarde, en 27 de julio de 1276, moriría su archienemigo Jaume I.

Y en conmemoración de aquellos avatares, todos los años en torno al 23 de abril Alcoi celebra, sus fiestas de moros y cristianos.

Mientras algunos cuentan que, por Perputxen, a veces se ve el espíritu de aquel visir, caminando entre los bancales y los roquedales del Benicadell. FINEM.

 

 


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