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sábado, 29 de agosto de 2015

UNA HISTORIA DE AMOR DESDE LA ALCAZABA DE ALMERÍA (La Odalisca)



http://lossietereinos.com


Tal vez por “deformación profesional”, me gusta indagar en las diversas teorías que hay sobre una u otra cuestión, y una que he conocido este verano, es la polémica surgida entre historiadores en relación al origen del nombre de la ciudad de Almería.

 
 

Lo que todos coinciden es que el nombre deriva de “Al Mariyyat” puesto por el pueblo árabe cuando éste entró en la Península Ibérica y se asentó por estas tierras, allá por el siglo VIII; pero aquí es donde entra la polémica, unos dice que el nombre significa Espejo del Mar, y otros aluden que más bien la traducción es Torre Vigía, leyendo las teorías de unos y de otros; os he de reconocer que parece más criterio acertado el de torre vigía por la propia historia de la ciudad, pero como por este blog somos muy románticos… aceptaremos de muy buen grado lo de Espejo del Mar.


Y en lo alto de esta hermosa ciudad, se encuentra una grandiosa Alcazaba, que no era otra sino la zona de defensa y residencia de los mandamases primero sarracenos y luego cristianos de la ciudad, habiendo cientos de historias y leyendas de sucesos acaecidos entre sus grandes murallas.

 
Hoy os voy a contar una de amor imposible denominada la Odalisca:
Allá por el año 1051, accedió al Trono Taifa de Almería, Muhammad abu Yahya, conocido popularmente como Almotacín, fue un Rey bastante benévolo e incluso según los historiadores muy avanzado para su época, alcanzando en sus cuarenta años de reinado la ciudad y reino de Almería gran prosperidad económica y social.

 
 
Almotacín vivía en el Palacio en lo alto de la Alcazaba acompañado de su concubina favorita, de nombre  Galiana.


A ésta le gustaba asomarse al alféizar de su ventana, para peinar sus dorados cabellos observando las fuentes y albercas que rodeaban el palacio, y la propia medina de Almería reflejada en el mar.

 
Todos los días al amanecer y al caer el sol, desde las mazmorras donde estaba preso, un cristiano cantaba y dedicaba poesías a esa esclava mora favorita del Rey, y que en alguna ocasión había visto pasar tras el ventanuco de su celda, y cuyos grandes ojos verdes eran su única ilusión de vida.

Así pues Galiana poco a poco se fue haciendo dependiente de aquellos cantares, de aquellos halagos y de aquellos versos, tanto que se enamoró locamente de un preso, al que realmente nunca había visto.
Almotacín notaba que algo estaba pasando, su favorita estaba menos cariñosa, e incluso siempre que podía evitaba acompañarle en el lecho repleto de cojines lujosos.
Galiana atendía otras cuestiones, estando su corazón tan cautivo como la condición del propio preso; por fin un día se atrevió a conocer en persona a su poeta, y aprovechando la condición de favorita del Rey, convenció a varios soldados para que todas las noches le permitiesen bajar en secreto hasta las frías  mazmorras, para yacer con su amado.

 
 

Pero el secreto duró poco, y la noticia llegó a oídos del Rey, que pese a su buena voluntad y talante, no podía permitir que su favorita le fuese infiel, y menos con un preso cristiano.

 
Galiana se enteró que Almotacín lo sabía y ayudó al preso cristiano a huir de su cautiverio, lo hizo anudando decenas de velos de seda, para permitir que su amado se deslizase por la torre del cautiverio y descendiera hasta el valle del gran barranco de la hoya, al que se asoma la Alcazaba almeriense en su vertiente de poniente.

 
Pero la mala suerte, hizo que la treta fuese descubierta, y el preso a mitad del descenso llamado a que de nuevo tornase a su cautiverio, éste prefirió arrojarse al vacío antes de vivir preso, yaciendo muerto al pie de las murallas.
 
Galiana lo había contemplado todo desde el alfeizar de su ventana al que tantas veces se asomaba para escuchar los soniquetes que aquel preso le dedicaba, así pues rota de dolor y desconsuelo, lloraba apretando contra sí los velos de seda que ella misma iba a utilizar para escapar junto a su amado.

Galiana entró en una profunda depresión, llorando y llorando desde aquella ventana, hasta que al poco tiempo murió dicen que de pena, con la mirada perdida hacia el barranco y regando sus lágrimas las tierras de Almería. 

 
Cuentan que en las noche de verano y de luna llena siguen retumbando entre las ruinas de aquel palacio, los cantos y soniquetes que el preso cristiano dedicaba a Galiana. FINEN

 


miércoles, 10 de junio de 2015

Y el Doncel de Sigüenza murió en la Vega de Granada.



SIGÜENZA
http://m1.paperblog.com/i/206/2063829/pueblos-medievales-siguenza-
No hay guadalajareño que se precie o amante del arte sacro y funerario que no conozca la tumba de Martín Vázquez de Arce, más conocido como el Doncel de Sigüenza.
Se halla en una capilla lateral de la impresionante catedral de Sigüenza (Guadalajara), sirviendo de última morada de un hijo Ilustre de la villa, que encontró la muerte en la Vega de Granada en aquellos tiempos de la reconquista, a las órdenes de Gonzalo de Córdoba (el Gran Capitán).

Escultura funeraria de el Doncel
Parece ser que Martín Vázquez fue uno de aquellos solados escogidos por el Gran Capitán, cuando la Reina Isabel, le pidió que quería ver Granada y el palacio rojo de la Alhambra años ante de su toma; historia que conté en este enlace:
Sobre el  monumento funerario, pone: “Aquí yaze Martín Vasques de Arce - cauallero de la Orden de Sanctiago - que mataron los moros socorriendo - el muy ilustre señor duque del Infantadgo su señor - a cierta gente de Jahén a la Acequia - Gorda en la vega de Granada - cobró en la hora su cuerpo Fernando de Arce su padre - y sepultólo en esta su capilla - ano MCCCCLXXXVI. Este ano se tomaron la ciudad de Loxa. - Las villas de Illora, Moclin y Monte frío - por cercos en que padre e hijo se hallaron.”


“Aquí yace Martín Vázquez de Arce, Caballero de la Orden de Santiago, que mataron los moros, socorriendo al Muy Ilustre Señor, Duque del Infantado, su Señor, a cierta gente de Jaén en la acequia Gorda de la Vega de Granada. Cobró en la hora su  cuerpo Fernando de Arce su padre, y dióle sepultura en esta su capilla. Año 1486. Este año se tomaron La Ciudad de Loja, y las Villas de Illora, Moclín y Montefrío, por cercos en que padre e hijo se hallaron”.

Catedral de Sigüenza
A modo de epílogo la inscripción narra lo acaecido durante ese año, y como el padre se vio en el trance de tener que dar sepultura a su hijo, tras éste haber encontrado la muerte lejos del río Henares y su tierra seguntina, allá en la gran vega que conforman el Darro y el Genil camino del Guadalquivir, tras haber regado antes los jardines y excelencias de la Alhambra.

Vega de Granada
Cuenta la historia que la Guerra de Granada ya iba incardinada al triunfo cristiano, justo un año después el Papa Inocencio VIII concedía la Bula de Cruzada, lo que suponía un gran impulso económico, traduciéndose en soldados y armas.

Corría el año 1486, el emir Muley Hacen había muerto un año antes, tomando el poder su hermano, un soldado despiadado llamado el Zagal, el cual si no obtenía rendición del enemigo, lo pasaba a cuchillo exhibiendo sus trofeos de guerra, en forma de colgar las cabezas de los capitanes cristianos, en los lomos de su caballo…


Los Reyes Católicos mientras tanto pactaban con Boabdil que éste volviese a Granada, y tomase el emirato que por ser hijo de Muley Hacen le correspondía; provocando con ello la división de las tropas árabes, y pequeños conatos de guerra civil moruna entre los partidarios de uno y de otro…

El Albaicín Granada
Mientras las tropas cristianas iban cercando la ciudad de Granada, arrasando allá por donde iban, no dejando en pie, cosecha, casa o cobertizo que encontraran, los nervios y las ansias por poner una cruz en lo alto de la Alhambra, convertían sus hazañas en más de una ocasión en verdaderas grandes imprudencias.

La Alhambra
Era un caluroso miércoles del mes de julio, Martín Vázquez de Arce, se encontraba feliz, por el honor que le suponía ser protagonista de aquellos acontecimientos; no importando las penurias y los peligros que todos los días sufrían.

Antes de salir de la tienda de campaña, Martín y su padre Fernando oraban, ante un Cruz del Apóstol Santiago que su Padre llevaba a todos los lugares donde iba.
Tras el rancho, y la colocación de armadura y armamento, Martín comenzó la andadura hacia el campo de batalla.

Justo cuando iba a salir de Campamento se encontró con Íñigo de Buiza, un tipo grandote y un tanto estrambótico, cuyo papel era el de adalid  almogávar, una especie de espía …; éste siempre iba acompañado de una gran águila y tenía fama en el campamento, de que tenía poderes para adivinar el futuro…

Cuentan las crónicas que cuando Martín se lo cruzó, Íñigo de Buiza se le quedó mirando como con condescendencia, totalmente pálido y sin articular palabra alguna…

Cuando Martín va a montar su caballo, éste también tiene una actitud extraña, y le impide ser montado, hasta el punto que el corcel sale corriendo…
Martín extrañado y un tanto angustiado por los acontecimientos toma otro caballo propiedad de su padre, y raudo se une con su destacamento, al frente del cual está el Duque del Infantado.


Comienzan a atravesar la fértil vega granadina, en una mañana un tanto aburrida por el exceso de tranquilidad; de repente y proveniente de un bosque cercano, un gran griterío de muchedumbre moruna, sorprende a las huestes del Duque, que un tanto desbordado, llama a la retirada camino del Campamento cristiano…; por fin van dejando atrás a las tropas árabes, cuando se encuentran con un destacamento cristiano.
Se trata de una tropa proveniente de las tierras de Jaén, que va siguiendo a una columna de tropas moras…; El Duque del Infantado decide unirse a su empresa, hasta que de repente se dan cuenta que todo se trataba de una argucia de las tropas moras; todo el batallón cristiano se encontraba rodeado de un grupo mucho mayor en número de soldados moros.

La única escapatoria era atravesando una gran acequia, que a modo de caz regaba las fértiles tierras de la vega granadina, se trataba de la conocida popularmente como Acequia Real o Acequia Gorda de Granada.


Así pues las tropas cristianas se dirigieron hacia ella, al mismo tiempo, que las tropas moras, abrían las compuertas del estanque que remansaba las aguas del río Genil.

 Provocando con ello una gran avenida de agua por la mencionada acequia, convirtiéndose éste en una pura ratonera acuática.
A la vez que caballos y caballeros son arrastrados por la corriente, los moros comenzaron a lanzar flechas;  las armaduras de los caballeros  cristianos rechazaban las flechas, pero su peso y quita de agilidad, eran un aliado perfecto para el ahogamiento…
Martín medio ahogado, a duras penas consigue salir de la acequia…; se quita la armadura pensando que así se movería mejor; el problema es que ha salido al lado de la acequia, donde se congregan las tropas enemigas…; el grueso de las tropas cristianas están al otro lado del cauce.
Los pocos cristianos que allí estaban se reagruparon, con Martín al frente de todos ellos, desde el otro lado de la gran acequia, el padre del doncel de Sigüenza gritaba y daba ánimos a su hijo, consciente de que aquello no podía salir bien.

Martín y sus compañeros cristianos lucharon en mitad del aquel enjambre moruno, hasta que una herida de muerte, hizo clavar sus rodillas en la tierra… 

Siendo esta la historia de lo ocurrido, y que de forma breve alguien contó en la tumba que desde aquel lejano año 1586, ha supuesto su última morada.
Si queréis saber más sobre la vida de este caballero castellano y guadalajareño, os recomiendo muy mucho el libro “Sueño que soy Piedra” del Profesor Guillermo Rocafort Pérez.
Y por último dedicar este post a un seguntino excepcional, mi amigo Julio Arjona. FINEM

domingo, 19 de abril de 2015

ENTRE CASTILLOS MORISCOS A ORILLAS DEL RÍO JÚCAR POR TIERRAS VALENCIANAS



El Castillet de Millares

 Dicen que es muy importante conocer nuestra historia para comprender el presente, de ahí que cuando me encuentro con vestigios de tiempos pasados, siempre tal vez de una manera un tanto idealizada, con la imaginación viaje a tiempos pretéritos, donde personas de la misma tierra, peleaban hasta la extenuación por la religión que consideraban la verdadera; también es cierto que en ocasiones se convivía a la perfección con personas de distinto credo, pero por desgracia ésta no era la tónica general.
En otras cosas no, pero en este ese aspecto hay que reconocer que hemos evolucionado para mejor, y la libertad ideológica y de credo ya es un derecho fundamental, recogido en la carta de los Derechos Humanos de Naciones Unidas.
Cortes de Pallás

Una de estas tardes de primavera, hemos estado recorriendo ese gran macizo montañoso en la provincia de Valencia, denominado del Caroche (Caroig en valenciano); para en una de sus vertientes y asomado al gran abismo que suponen los cañones del río Júcar, encontrarnos con los restos de un castillo, de esos que dan semblanza y recuerdo a esos tiempos pretéritos de los que os hablaba al principio.

 
Se trata del denominado “Castillet” de Millares; el nombre de “castillet”, castillito en castellano, tiene más de acepción cariñosa que de valor descriptivo, y es que el mismo yergue altivo y omnipresente sobre las huertas del pueblo de Millares, y así mismo  es un mudo vigilante del río Júcar.
 

Los expertos historiadores no se ponen de acuerdo con la datación en el origen del mismo; pero sus formas y materiales, no dejan lugar a duda de que estamos ante un castillo de origen musulmán, la argamasa de los tapiales,   los encofrados y las huellas de las paredes así lo confirman.

 
Millares

Parece ser que su función en un primer momento  fue la de una pequeña fortaleza que vigilase las riberas del río, los caminos circundantes, las zonas de huerta y la propia aljama de Millares; 

 
con el tiempo el “Castillet”, se convirtió en uno más de las numerosas construcciones de vigilancia y defensiva  que los sarracenos levantaron por la zona; esto fue así porque el río Júcar se convirtió en frontera natural entre reinos de Taifas, para luego serlo ya entrado el siglo XIII de culturas entre cristianos y musulmanes. 

 

El pueblo de Millares, donde se ubica este castillo, junto con otras dos fortalezas de menor tamaño, fue un importante pueblo en época árabe; conquistada por las tropas del Rey Jaime Primero en el año 1563; en un principio se permitió la vivencia de sus moradores con sus creencias y costumbres, siendo años después de su conquista cristiana, una villa netamente musulmana; este hecho provocó que el 22 de septiembre del año 1609; el Arzobispo Ribera decretara su expulsión; pero los millarenses sarracenos no estaban por la labor; así que junto a los pobladores de los pueblos vecinos se refugiaron en la denominada Muela de Cortes, una gran montaña situada en torno a los 900 msnm al norte del macizo del Caroig.


Así en dichas escarpadas montañas de prácticamente nulo acceso se asentaron los moriscos de los pueblos que conforman el valle de Ayora,  así como los de Bicorp, Cortes de Pallás, Dos Aguas, y el ya mencionado Millares.

 
 
 
Las tropas cristianas reaccionaron de inmediato; en un primer momento se intentó la negociación y la rendición pacífica; pero los moradores de estas tierras, eran duros y agrestes como lo es el terreno, y no cejaban en su lucha.

 
Así pues las tropas cristianas, ante la desazón y peligro que suponía el adentrarse en los bosques de la muela de cortes, decidieron aislar a los indómitos árabes; rodeando las salidas posibles en dirección a Valencia o hacia Castilla; esta situación hizo cundir el desánimo en algunos de los sarracenos que empezaron a desertar de su empeño y entregarse al bando cristiano.

 

 

El día 20 de noviembre de ese 1609, las tropas cristianas, con Juan de Córdoba a la cabeza, comenzaron a avanzar hacia la muela, asaltando el castillo de Ruaya con cierta facilidad, momento éste en el que un nutrido grupo de moriscos ante el hecho imposible de su supervivencia, salió de los recovecos con dos palos conformando una cruz, anunciando así su rendición,  y la sumisión a la capitulaciones cristianas.

 
Unos días después, el 16 de diciembre de 1609, el cabecilla  de la rebelión de los moriscos, Vicente Turixi fue ajusticiado por la Santa Inquisición en plaza pública en la ciudad de Valencia.


Pese a ello cuentan los cronistas de la zona, que hasta bien entrado el año 1612 hubo moriscos y bandoleros sarracenos en todas estas montañas.
Posteriormente pese al afán de poblar con familias cristinas provenientes de Aragón, estas tierras permanecieron prácticamente deshabitadas, hasta que en torno al año 1917, los caminos  y senderos prácticamente intransitables, y solamente aptos para mula, comenzaron a convertirse en caminos y carreteritas, para facilitar el paso de obreros y máquinas a los cañones del río Júcar, para aprovechando la velocidad y puntual voracidad de sus aguas, producir electricidad, comenzando así una nueva etapa vital para estas tierras, con la construcción de varias centrales hidroeléctricas; siendo este ya otro tema, del que hablaremos algún día…

Cortes de Pallás
La tarde de primavera ha acabado como tal, con una estupenda tormenta. FINEM.




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