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martes, 16 de septiembre de 2014

"Un viaje, otra mirada; por pueblos de Molina de Aragón" de Alfredo García Huetos



 

Hace unos meses estando por Molina de Aragón en casa de mi hermano Javi, encontré sobre el mueble aparador de la entrada un libro cuya contraportada me llamó la atención, en la misma aparecía una fotografía de un campo de trigo recién segado rodeado de altos chopos; el paisaje me resultaba familiar, lo que hizo que me interesase de inmediato por el libro, ya pude ver que era uno de esos campos que hay por la sexma del campo del antiguo Señorío de Molina, tal vez entre Cillas, Fuentelsaz y Tortuera.
Giré el libro y sobre una fotografía de similar paisaje, pude leer el título: “Un viaje, otra mirada. Por los pueblos de Molina de Aragón.”

 

Me dijo mi sobrina Blanca que se trataba de un regalo que le habían comprado ella y su hermano Javi a su padre con motivo de su cumpleaños, les pedí que me lo dejaran, y al principio del presente verano me lo leí, para ahora devolverlo a su legítimo dueño.

 

El autor de libro es Alfredo García Huetos, profesor de Lengua y Literatura y natural del guadalajareño pueblo de Gualda, en esta obra relata lo que fue un viaje suyo por las tierras de Molina durante un verano en los albores de la actual democracia, allá por finales de los años 70 y principio de los 80 del pasado siglo; no deja claro en la obra el año exacto; o al menos yo no lo he visto, pero por las descripciones del paisanaje, de los pueblos, de las infraestructuras, etc… te lleva sin lugar a dudas a esa época.
Lo curioso de este relato, que a mi juicio va a caballo entre lo filosófico y lo descriptivo, es que el recorrido a lo largo y ancho de la comarca de Molina, lo va haciendo tranquilamente, sin reloj ni prisa, andando en algunas ocasiones, y otras muchas en autostop, lo que le da una buena dosis de aventura al viaje.
En muchas ocasiones no encuentra lugar para dormir y debe hacerlo en cualquier pajar o chamizo, relatando su intranquilidad por los bichos o la mugre.
La ruta empieza en Luzón, para tras pasar por Anquela del Ducado, llegar al nacimiento del río Mesa en Selas y bajar hasta Molina.
Tras dejar la sexma del sabinar y Molina se dirige a la del Campo, para hacer noche en Tartanedo habiendo visitado previamente Rueda de la Sierra y Torrubia, y llegando por último a Hinojosa y a su joya románica la ermita de Santa Catalina.

  

Tras dejar Milmarcos en pleno corazón del campo cerealista molinés, pasa por Fuentesaz para descansar en Cillas, visitar Tortuera y dormir en la Yunta; para después de ver Campillo y el Castillo de Zafra, cruzar la Sierra del Caldereros en dirección a la sexma del Pedregal,  pasando por El Pobo de Dueñas y Setiles; para llegar a la sexma de la Sierra por los pueblos de Alcoroches, Traid o Terzaga…

 

Tras leer el libro he percibido cierta semblanza con una de las obras culmen de Camilo José Cela, ese que le llevó a visitar la Alcarria allá por los años cuarenta del pasado siglo XX; aunque en “Un viaje, otra mirada”, García Huetos además de narrar el paisaje con un lenguaje limpio y transparente, de forma continua hace protagonista a los moradores de la comarca; a esos vecinos que se encuentra por el camino, y que curiosos le preguntan por su hazaña, por su aventura; Siendo en la mayoría de ocasiones más descriptivo el profundo pensar humano del fulano en cuestión, que la descripción hecha sobre el más vetusto castillo, o el más abrupto barranco de la zona . 

 
 
Y en su narrar claro y nítido consigue que el lector se meta en la caminata, en los padecimientos ante la falta de alojamiento para dormir, o en la hambruna que en algunos momentos pasa el autor, por su carácter introvertido; llevándote a la reflexión de que cualquier gran caminata, cualquier gran iniciativa requiere un primer paso inicial; pero también te hace pensar sobre la cualidad humana, sobre el carácter de las gentes de campo, sobre la nobleza, sobre el humanismo y sobre la humanidad, en fin “Un viaje, otra mirada” además de un recorrido por las tierras de Molina durante un verano en concreto, supone un paseo que el lector hace propiamente suyo, donde el hecho de esa soledad buscada lleva tanto al autor como al lector a conocerse mejor a sí mismo.

Acabo este post recomendando la lectura, con la intención de alguna vez llevar a cabo una aventura parecida.  FINEM


 












miércoles, 24 de octubre de 2012

Un paseo por Libros (Teruel)



 
 Panorámica de Libros
Se pueden contar por cientos las veces que he pasado por el pueblo de Libros desde Torrebaja (Valencia) hacia la ciudad de Teruel y viceversa;  y desde siempre tal vez porque soy un apasionado de la lectura y por ende de los libros, o porque el pueblo tiene una belleza pintoresca innata, siempre me ha gustado mucho cuando he podido parar a dar un paseo por este atractivo pueblo y contemplar con admiración el lugar donde sus antepasados decidieron edificarlo.
 
 
De Libros se puede decir que me gusta el nombre y el pueblo; y es que el municipio de Libros situado a unos 766 metros de altitud, se encuentra ubicado en un profundo cañón del río Turia entre grandes cordilleras montañosas; al oeste las últimas estribaciones de los Montes Universales, y al este la Sierra de Javalambre; esta circunstancia conlleva a que Libros, de unos 150 habitantes se aprecie angosto entre grandes farallones de roca que lo protegen de los vientos, y  lo hacen invisible hasta que la carretera no llega a sus primeras casas.
 
 
Según tengo entendido el nombre de Libros deviene del término “libre”, y es que parece ser que en los tiempos de la reconquista, el Reino de Aragón para repoblar las zonas fronterizas con el sarraceno dejó a este pueblo libre de impuestos y de esta manera afianzar el asentamiento de nuevos pobladores.
El pueblo tiene una conformación irregular como en forma de curva, la misma que hace el río Turia a su paso por el municipio y que en paralelo lleva a cabo la carretera nacional 330, esa que une Alicante con Francia, pasando por Zaragoza.
 
El Turia ha dado más de un susto al pueblo de Libros, sobre todo en el puente de hormigón, ya que en el machón del medio las riadas dejan grandes troncos, que en las crecidas ejercen de presa, provocando pequeños desbordamientos. Unos metros antes, y para cruzar desde el casco urbano a la zona deportiva, de ocio y esparcimiento hay un esbelto puente colgante de hierro, que pintado de verde hace un original contraste con el entorno que lo rodea.
 
Junto a la carretera, hay un olmo rodeado de un banco y una fuente que dan acceso a la plaza mayor del pueblo, presidida por la Iglesia abocada a San Juan Bautista; un templo de estilo neoclásico de principios del siglo XIX, con una esbelta torre a los pies de la nave principal. Las características más destacables de esta torre además de su altura, son el hecho de que tenga un reloj que marque el devenir del tiempo, una techumbre con tejas pintadas, y una bella veleta.
 
 
El día que visitamos Libros, el pueblo estaba lleno, pues era la festividad de la Virgen del Pilar, patrona del municipio, y a la cual le tienen dedicado un pequeño ermitorio al otro lado del río a los pies de la montaña; lugar donde se venera durante todo el año, excepto en los días grandes de las fiestas los cuales tienen a su patrona en la Iglesia.
 
 Ermitorio dedicado a la Virgen del Pilar
La orilla del río opuesta a la carretera, es decir su margen izquierdo, es todo un conglomerado de pequeños huertos, que por la fertilidad de las tierras de aluvión y la facilidad del riego, son verdaderas industrias de hortalizas, tubérculos, etc…
Las gentes de Libros tienen fama de ser buenos hortelanos y no es raro ver a algún agricultor vendiendo alguno de estos frutos a las orillas de la carretera que cruza el pueblo de un extremo a otro. También es famoso por la zona el buen pan y la repostería que se hacen en el horno de Libros, en una angosta calle a espaldas de la Iglesia.
El conjunto del caserío muestra a grandes rasgos las estructuras y edificaciones tradicionales de la zona, estando muy deteriorado en la zona trasera del pueblo, la que da a un pequeño valle encerrado también por grandes roquedales; en esta zona se contemplan viviendas abandonadas y muy dañadas por el paso del tiempo. Rincones que son testigos mudos de lo que fueron los pueblos, y que por ese mal endémico llamado despoblación han ido deviniendo en ruina y abandono.
 
 
Viniendo desde Teruel y antes de llegar a Libros, en la margen izquierda del río y de la carretera nacional 330, se encuentra la denominada Peña del Cid, llamada así por la documentación que asegura la presencia de un importante campamento del guerrero castellano en la zona; no es raro ver a grupos de expertos escaladores trepando por dicho y legendario risco.
 
 Peña del Cid
Así mismo también en el término municipal de Libros, y camino del pueblo de Riodeva, se encuentran los restos de las antiguas minas de azufre, que funcionaron desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX.  Allí se pueden observar las formas de vida por los restos de casas que quedan, hornos, edificios comunales, cuevas habilitadas como casas y una gran ermita en forma de cripta.
El poblado de las minas lo enseñan pidiéndolo en el Ayuntamiento de Libros
Dirección del Ayuntamiento: Paseo del Turia, 58
44132 Libros
Teléfono del Ayuntamiento: 978784001
Fax del Ayuntamiento: 978784001
E-mail del Ayuntamiento: ayuntamientolibros@hotmail.com

 
De igual manera con respecto a este tema, querría nombrar a mi buen amigo Julián Martínez Vilanait, vecino de Torrebaja y conocido popularmente como el francés, que con su gran habilidad y maestría ha restaurado varias de estas cuevas,  y las muestra con gran orgullo y satisfacción.
 
 Julián Martínez (fotografía obtenida del Blog de Alfredo Sánchez Garzón)
Quiero terminar este post bloguero a parte de recomendando la visita a este bello pueblo turolense, dedicándoselo a una libreña de excepción, a la que además quiero mucho; mi buena amiga Elisabeth Millán Gómez.

Elis Millán


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