11 de marzo de 2004; sin lugar a dudas el día más trágico de la historia de España desde los tiempos de la Guerra civil; cuando sucede algún hecho tan relevante como este, siempre te acuerdas de dónde estabas o que hacías en ese instante. Iba camino de la facultad, escuchando al gran Iñaki Gabilondo, con su tertulia, en la que se estaba tratando cómo se iba desarrollando la campaña electoral de las Generales que se celebraban el 14 de marzo.
De pronto interrumpió la elocución para informar de que habían habido varias explosiones en las proximidades de Atocha; esa fue la escueta información que poco poco se iba desarrollando dando perspectivas de que nos encontrábamos ante una tragedia de tamaña dimensiones. (En ese instante cruzaba la confluencia de las Avenidas de Blasco Ibáñez con Manuel Candela) llegué a la facultad un tanto abrumado por la noticia y cuando iba a acceder al aulario, recordé que mi sobrino ese día iba de excursión desde el pueblo a Madrid, enseguida lo llamé al móvil, pero no me hacía con él, la angustia por unos instantes fue intensa, aunque en seguida me dijo mi cuñada que los profesores habían decidido volver hacia el pueblo por todo lo que estaba acaeciendo en la capital.
En la puerta de clase comenté a varios compañeros lo que había escuchado en la radio; nadie había oído nada. Entré en clase de Derecho Civil, y enseguida me puse los cascos de la pequeña radio que siempre llevo en mi mochila; cuando escuchaba nuevos datos, de forma refleja alcé la voz diciendo “que hijos de puta…” la profesora como es normal interrumpió la clase para abroncarme, pero me adelanté al “chorreo” y advertí lo que estaba oyendo en la radio “algo muy grave está sucediendo en Madrid”, la clase se convirtió en un debate, y finalmente se suspendió…
Así empezó para mí ese maldito día, fueron días muy intensos; por la noche me enteré que mi amiga Esther de Molina era una de las gravemente heridas; por fortuna meses después superó las graves afecciones.
En aquella época yo no estaba muy relacionado con Internet (ahora lo pienso y me parece increíble), con lo que las únicas fuentes de información eran radio, televisión y prensa… Recuerdo que esa noche me fui a ver plantar fallas con varios amigos; yo me había hecho un cartel en que venía a decir ETA no o algo así, y mi amigo Agustín, me dijo “Óscar quítate ese cartel no ha sido ETA” me quité el cartel ante aquella duda…
El día 12 de marzo, ya comenzaron las informaciones y desinformaciones y como miles de españoles con el corazón encogido fui a la manifestación de repulsa con un lema un tanto manipulado por parte del Gobierno Aznar “Con las víctimas, con la Constitución por la derrota del terrorismo”, ¿Qué pintaba allí la Constitución?
Fueron días de mucha intensidad emocional, por lo que los españoles estábamos muy atentos a todo lo que ocurría.
La prensa internacional hablaba de una autoría islamista radical, mientras que los Ministros Aceves y Zaplana con el Presidente Aznar a la cabeza hablaban de la autoría de ETA, denominando de miserable a quién dijera otra cosa. Aznar llamó a los directores de los principales medios de comunicación y a todos los embajadores asegurando que era ETA.
En ese instante yo quería creer al Gobierno, pues no me podía imaginar que con casi 200 personas asesinadas se atreviesen a mentir, por réditos electorales.
La tarde del sábado 13 de marzo, la calle era un clamor… las informaciones iban en todos los sentidos, los medios extranjeros de forma clara hablaban de la autoría islamista y en España, la Ser empezaba a dar muestras del golpe mediático que pretendía dar el Gobierno de Aznar; la policía esa tarde detuvo a varias personas de origen hindú, pero el Gobierno seguía hablando de la autoría de ETA.
Había quedado con unos amigos para dar una vuelta por el centro; cuando iba por la plaza de San Agustín, me llamó mi amiga Sachen de Buñol, para preguntarme si sabía algo de una concentración frente a la sede del PP, puesto que había salido en Canal Plus que en Madrid, estaba habiendo concentraciones. Le dije que no sabía nada, nos acercamos hasta la sede, situada por aquel entonces en la plaza del Ayuntamiento, había una chica joven, y me dijo que en la plaza de San Agustín se estaba convocando gente ante la desinformación que el Gobierno estaba dando; volvimos a la plaza de San Agustín y efectivamente allí había un nutrido grupo de personas, que poco a poco fue creciendo; se organizó una manifestación totalmente improvisada y tras pasar por la calle de San Vicente, arribamos a la sede popular; allí estuvimos varias horas. Se habló que aquello era una ilegalidad por ser el día de reflexión. Yo estaba allí exigiendo al Gobierno que dijera la verdad, que no mintiese a los ciudadanos y que no manipulase la gran desgracia que había tenido el país. (¿Qué era más pecado, manifestarse por que un Gobierno mentía en algo muy gordo, o manifestarse ante las sedes del partido político que lo sustentaba?).
La cuestión es que desde aquel día la vida de cientos de familias cambió para siempre y fueron los grandes damnificados de todo lo ocurrido. En las últimas fiestas populares de Patraix, homenajeamos a la Asociación 11 M víctimas del terrorismo, tuvimos el lujo de conocer a Pilar Manjón, Jesús Abril, Isabel Casanova, algunos de sus familiares, etc… y toda la experiencia de conocerlos la puedo resumir en que menudo ejemplo de vida, de saber estar y de ser que nos dieron a todos.
Quiero terminar deseando que hechos como estos no se vuelvan a repetir.
Y sirva este humilde escrito, de homenaje a todas las víctimas y a sus familiares; esperando que nunca les falte el cariño, el aliento y la comprensión de cualquier persona.