Estos días donde se agolpan los planes para salir, bien por las tradiciones de Todo Santos, o bien por el Hallowin, se me presentó una disyuntiva.
Salí tarde de trabajar y por lo tanto no me pude preparar ningún atuendo que de miedo, a no ser que me ponga la ropa de cuando pesaba 10 kilos menos. Pero a su vez tampoco quería contrariar los consejos dados por la Jerarquía Eclesiástica Española, recomendando que frente a tanto Hallowen, los españoles celebrásemos Todo Santos, disfrazándonos de alguno de ellos, e incluso se hacía una recomendación de los más aventureros…
(http://www.levante-emv.com/valencia/2010/10/30/disfrazarse-santo-fiesta-santos/752264.html)
Si me hubiese tenido que disfrazar de alguno, a mí me gusta mucho, porque me cae bien San Antón, pero tenía ciertos problemas para encontrar el complemento principal, el gorrino.
En fin que ante tanta duda, decidí ir con un buen grupo de amigos/as al concierto que dio en Valencia el incombustible Miguel Ríos.
Nunca había tenido el placer de escuchar en directo a Miguel Ríos, y el resumen a todo el concierto lo describen las palabras, impresionante y magnífico.
Estuvo dos horas y media en el escenario dándolo todo, con un público totalmente entregado, y donde la complicidad del tendido y el cantante creó un ambiente muy especial.
Sonaron muchas canciones, que sin lugar a dudas forman parte de la vida de muchos de nosotros, y también de la historia reciente de nuestro país.
Desde el “Blues del autobús”, al “Bienvenidos, pasando por “El río”, “Vuelvo a Granada”, "Santa Lucía" o el emocionante “Himno de la alegría”.
Viendo en directo a este gran artista, entendí ese dicho que dice que los viejos rockeros nunca mueren; y es que a sus 66 años transmitía una energía que nos llegó a los casi 8000 asistentes que llenábamos el pabellón de la Fonteta de Valencia.
Acabo este post, con la ilusión de que realmente no se retire; porque personas y artistas como Miguel Ríos ya no se fabrican.
