Todos los años desde que tengo el
blog y ya van para cinco, os cuento con entusiasmo y cierto orgullo… como en “mi
pueblo” Molina de Aragón (Guadalajara), celebramos dos nochebuenas; una es la
del 24 de diciembre como todo el mundo, y otra la víspera de la festividad de
la Inmaculada Concepción, es decir el 7 de diciembre.
La historia viene de lejos, y es
que allá por el año 1518, en pleno siglo XVI, el Papa León X, concedió una Bula
o Dispensa Papal, la cual autorizaba al cabildo de Clérigos de Molina a
celebrar una misa capitular en la medio noche del día 7 al 8 de diciembre; es
decir una Misa de Gallo tal cual y análoga a la que se hace en la Nochebuena.
Esa concesión fue renovada siglos
después, y mas concretamente en el año 1833 (en plena década ominosa) por el Papa
León XIII, a petición de la Parroquia de San Gil, ya que tras la extinción del
Cabildo de Clérigos podía entenderse anulada la Dispensa Papal
Parece ser que la razón para
conceder estas bulas, era la gran devoción que el pueblo de Molina y comarca
procesaban hacia la Virgen María.
En 1854 el Papa Pío IX proclamó
lo que se denominó “Dogma de la Inmaculada”, y cien años después en 1954, el
pueblo de Molina celebró esa efeméride erigiendo un gran monumento a la Virgen
María, en uno de los promontorios que rodea la villa, y más concretamente en el
Cerro de Santa Lucía a unos 1100 metros de altura.
Monumento a la Virgen Inmaculada. https://elhexagono |
A día de hoy, pese al paso de los años, la evolución social y cultural sigue siendo una fiesta muy celebrada en Molina; todos los hijos del municipio volvemos en estos días a nuestras raíces, para igual que se hace en la Nochebuena rencontrarnos con los nuestros, familia, vecinos, amigos, etc…
La fiesta a día de hoy se celebra
de la siguiente manera; el día 7 de diciembre por la tarde a eso de las 19
horas, varias carcasas disparadas desde la propia montaña del Cerro, anuncia
que se prende fuego a la gran pira preparada con grandes cepellones de pino y
carrasca.
Esta hoguera en sí, es un preludio de las grandes hogueras que se montan en las calles y plazas molinesas en la noche del 24 de diciembre.
Los molineses suben hasta el Cerro con botellas de sidra, turrón, mazapán, etc… para además disfrutar de las hermosas vistas de Molina que desde allí se contemplan, formar agradables tertulias, contar chistes, cantar, etc…
Hoguera de Nochebuena carretera de Castilnuevo
Los molineses suben hasta el Cerro con botellas de sidra, turrón, mazapán, etc… para además disfrutar de las hermosas vistas de Molina que desde allí se contemplan, formar agradables tertulias, contar chistes, cantar, etc…
Hoguera en el Cerro de Sta. Lucía |
Las llamaradas de la hoguera, y
el reflejo que éstas hacen que el monolito de la Virgen se vislumbran desde toda
la población.
Puente Románico
Todos los años se hace esta
hoguera, con independencia de las condiciones climatológicas que haya; cuando
la nieve o la lluvia no han facilitado la subida general hasta el Cerro, los
molineses se conforman con ver la gran fogata desde los puentes Nuevo y
Románico sobre el río Gallo.
A eso de las 21:30 – 22:00 la
gente baja del Cerro en dirección a sus casas donde una rica cena espera; lo
más típico son los guisos a base de cabrito o cordero al horno, en caldereta,
etc…
Luego a las 24 horas las campanas
de la Iglesia de San Gil doblan para anunciar al mundo con cierto orgullo su
Misa de Gallo.
Tras la sobremesa de la cena, o tras la Misa de Gallo, las gentes de Molina, sobre todo los más jóvenes, salimos a los distintos establecimientos de disco pub que hay en la localidad, y supone el rencuentro con decenas de amigos, de los que viven allí todo el año, con los que sólo vamos en fechas señaladas, y os aseguro que ésta para un molinés es fija en el calendario.
La Misa de Gallo en la noche del
7 de diciembre no es exclusiva solamente de Molina, soy conocedor que por
circunstancias análogas también se celebra en el pueblo murciano de Mula, y en
el Vaticano.
En fin que quería de nuevo
contaros esta original tradición que celebramos en Molina, y que mañana me
marcho hacia allí, para celebrar con la familia y los amigos del pueblo esta
particular Nochebuena molinesa, ya os contaré…
1 comentario:
Sorprendente. Y sobre todo un lujo poder vivirlo en buena compañía, dándose cuenta todo el rato de la suerte de estar vivos compartiendo tradiciones que tienen un sentido tan íntimo. A mí, hace años, no me gustaban las fiestas navideñas, por el consumismo y por lo que dice todo el mundo. Ahora me encantan por lo que te digo: porque son fiestas de compartir, de sentirse feliz, de disfrutar de los familiares y la gente próxima, de las tradiciones... y de esta forma todo adquiere como un mayor nivel de conciencia.
Ocurre con todas las fiestas que sentimos como propias.
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