Ayer, leyendo la prensa y escuchando la radio, observé como desde todos los medios de comunicación, de nuevo se volvía a azuzar el tema de la crisis económica; que si había poco consumo, que si otoño va a ser una estación criminal para el empleo, que todo va muy mal… Pero no sólo los medios de comunicación avivaban los malos augurios; el responsable de economía del Partido Popular Cristóbal Montoro, casi anunciaba el fin de la humanidad… (Todo menos dar propuestas para acabar con la crisis, en este aspecto el PP todavía está inédito).
Así pues me vino a la cabeza, una historia que me contaron sobre los efectos del miedo y la psicosis, con respecto a la economía:
Un señor tenía una churrería de mucho éxito, las colas de clientes a veces daban la vuelta a la manzana.
El hijo del churrero era economista, y un día en la comida dominical, éste le dijo: “papá se prevé que al año que viene va a ver una crisis económica tremenda…”
El churrero ante tal previsión, tomó medidas, y decidió cambiar de proveedores tanto de la harina de la masa, como del aceite; buscó una harina mucho más barata y de peor calidad, lo mismo hizo con el aceite, que lo compraba de unas características mucho más ínfimas.
Esto conllevó, que sus churros comenzasen a no gustar tanto a la clientela, que poco a poco se fué marchando por la falta de calidad de los mismos.
Y con el tiempo, ante la falta de clientes, tubo que cerrar…
¿Qué fue lo que hizo cerrar la churrería, la crisis, la previsión, o el miedo?
Lo que si que estoy seguro es que mientras desde los medios de comunicación, y desde los partidos políticos, se esté sembrando la incertidumbre, la duda, y sobre todo el miedo, va a ser muy difícil que la ciudadanía recupere la confianza y comience a consumir, elemento éste clave para la salida de la crisis.
Un señor tenía una churrería de mucho éxito, las colas de clientes a veces daban la vuelta a la manzana.
El hijo del churrero era economista, y un día en la comida dominical, éste le dijo: “papá se prevé que al año que viene va a ver una crisis económica tremenda…”
El churrero ante tal previsión, tomó medidas, y decidió cambiar de proveedores tanto de la harina de la masa, como del aceite; buscó una harina mucho más barata y de peor calidad, lo mismo hizo con el aceite, que lo compraba de unas características mucho más ínfimas.
Esto conllevó, que sus churros comenzasen a no gustar tanto a la clientela, que poco a poco se fué marchando por la falta de calidad de los mismos.
Y con el tiempo, ante la falta de clientes, tubo que cerrar…
¿Qué fue lo que hizo cerrar la churrería, la crisis, la previsión, o el miedo?
Lo que si que estoy seguro es que mientras desde los medios de comunicación, y desde los partidos políticos, se esté sembrando la incertidumbre, la duda, y sobre todo el miedo, va a ser muy difícil que la ciudadanía recupere la confianza y comience a consumir, elemento éste clave para la salida de la crisis.
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