jueves, 19 de marzo de 2020

¿Por qué a los José y Josefas también les decimos Pepe o Pepa?





En la carrera teníamos una asignatura que se llamaba “historia de las constituciones y los códigos”; era optativa y como siempre me ha encantado la historia, pues me la pillé. 

El examen lo recuerdo perfectamente fue un 24 de junio a las 9:00 de la mañana; como todos los 24 de junio, la víspera es la noche de San Juan,  así que como al día siguiente tenía examen, decidí salir, pero con la intención de recogerme pronto, el plan era; amig@s, bocata, una par de cervezas en la playa, y lo típico a las 24 horas tras saltar las olas me pillo el bus y para casa…; la cuestión es que por unas cosas o por otras, culpa de mis amigos desde luego la noche se alargó, hasta el punto que ya dije, bueno no me vaea la pena ir a casa, desde aquí al examen y así lo hice… que fama de golfo voy a coger, a ver era muy joven (un poco más que ahora).
Constitución de 1812 (Imángen de Nueva Tribuna)

         El examen era oral y la primera de las tres preguntas era “cuéntame todo lo que sepas de la Constitución denominada la Pepa”. La verdad es que el examen me salió muy bien, me pusieron un sobresaliente y cuando salí del aula grité un “viva la Pepa”…

         La Constitución que aprobaron las Cortes de Cádiz en 1812, en plena Guerra de la Independencia contra los franceses, tomó ese nombre por haberse promulgado el 19 de marzo, festividad de San José.

         La actual Constitución, la de 1978, se promulgó en 27 de diciembre, pero no entró en vigor hasta el 29 de diciembre, no fuese que se le pusiera algún mote rollo la inocentada o algo así, si entraba en vigor el 28 de diciembre (fiesta de los Santos Inocentes).

Imagen Diario de Córdoba

         Pero el post, no va de constitucionalismo, ni de historia de los códigos, sino de por qué a los José o Josefa se les llama Pepe o Pepa.
         Hay varias teorías al respecto:


 
     La primera de ellas es que Pepe o Pepa a priori son un hipocorístico, y ¿qué es un hipocorístico?, pues según la Real Academia Española de la Lengua: “ Dicho de un nombre, que en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística, que es la forma diminutiva, abreviada, deformada o infantil del nombre habitual, y que se usa como apelativo afectivo, familiar o eufemístico.


         Así pues, como de Francisco es Kiko, de Rosario es Charo o de Consuelo es Chelo de José es Pepe.

         Otra teoría indica que realmente viene del nombre de José en italiano, es de decir de Giuseppe, Pepe.

         La tercera teoría y que a mí es la que más me convence, y así lo aseveran latinistas de reconocido prestigio como el Profesor Emilio del Río, es que viene de los textos litúrgicos; en los mismos aparece la expresión “Sanctus Iosephus P. P. Cristhi” que quiere decir San José padre putativo de Cristo.
         Padre putativo según indica el diccionario de español jurídico es aquel cuya paternidad es presunta, pero no ha sido determinada; es decir que aparentemente es el padre, pero no está claro a ciencia cierta que lo sea.
 
(Página la oración de José).

         Así pues, como la gente leía tras el José P. P. y además no sabían latín, al Patrón de los carpinteros se le empezó a llamar también Pepe.
         Y así José y Josefa son Pepe y Pepa.
FINEM.

domingo, 10 de febrero de 2019

Un paseo por los Jardines del Parterre de Valencia.






Corría el año 1812 y nuestro país estaba inmersa en una guerra contra los franceses; mientras el Rey Fernando VII disfrutaba de un exilio a todo lujo en Bayona, los españoles luchaban por la independencia del país contra los gabachos, encarnando el principal enemigo a abatir al recién nombrado Rey de España José I, que además de ser francés era hermano de Napoleón Bonaparte.

Valencia no quedó exenta de esta cruenta guerra, y pese a la resistencia que ejercieron los hombres del militar Joaquín Blake, éste tuvo que capitular en lo que se denominó la batalla de Sagunto, quedando preso bajo el yugo francés, y suponiendo la entrada en la capital del Turia, de las tropas francesas, a cuyo frente estaba el Mariscal Louis Gabriel Suchet, al que le concedieron en título de Duque de la Albufera.

 
Éste decidió montar su cuartel general y residencia en el edificio de la Aduana, lo que ahora comprende las instituciones de la Audiencia Provincial y el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana; sus gruesos muros y su planta cuadrada hacia las afueras de la ciudad, lo hacían un lugar ideal para la resistencia y la defensa, en caso de motín en la ciudad, o ataque externo.

 
La desconfianza de Suchet hacia los valencianos, le hacía temer un que pudiesen atacar el cuartel desde las viviendas próximas que había en el extremo oeste del edificio, así que si apenas aviso a sus vecinos, decidió derribar todo el barrio vecino, se calcula que se derribaron unas cuarenta casas, dejando un enorme solar entre la ciudad y el Cuartel, cuestión ésta que hacía mucho más fácil la defensa del edificio, en caso de ataque desde la ciudad.

 
Así quedó el terreno de lo que hoy es la plaza de los Jardines del Parterre.
Tras la marcha de los franceses en el año 1813, quedó un enorme solar, que las autoridades del momento decidieron ajardinar en el año 1850; y que en la actualidad conforma lo que conocemos como plaza de Alfonso el Magnánimo.

 
Y en el año 1891 en concreto en día 12 de enero, Valencia erige un monumento al Rey Jaime I de Aragón.

 
La razón de este homenaje de las autoridades del momento al Rey Jaime I, era porque éste había sido el Rey que había derrotado a los musulmanes que vivían en la Valencia árabe, trayendo el cristianismo a las tierras del Turia; en concreto el 28 de septiembre del año 1238 en Rey Musulmán de Valencia, Zaiyan firma la rendición de Valencia, el 8 de octubre de ese mismo año abandona la ciudad, y el sábado 9 de octubre entró triunfalmente en Valencia.

 
La idea de erigir de esta estatua surgió de la dirección del Diario Las Provincias, era el año 1875, y el director del rotativo valenciano, Teodoro Llorente Olivares, traslada la idea al Ayuntamiento de Valencia, el cual lo aprueba en pleno en el año 1876; con la única condición, y es que el coste de la estatua debía de hacerse con suscripción pública, de ahí la tardanza entre su aprobación y la inauguración de la misma.

 
La estatua pese a ser levantada en enero, no se inauguró hasta el 20 de julio de ese año 1891.
Su autor fue el afamado escultor catalán Agapito Vallmitjana, el cual para la elaboración de la estatua necesitó la fundición de cinco cañones y un obús de bronce, que el Ministerio de Guerra cedió, y que se encontraban en la ciudad de Peñíscola.

 
La escultura se hizo a las afueras de la ciudad, en la fundición Maquinista Valenciana; y su traslado hasta su actual ubicación fue toda una peripecia; las autoridades lo organizaron como una especie de cabalgata para el día de nochevieja del año 1890; acontecimiento que quedó en la retina y en el recuerdo de los valencianos de la época por muchos años.

https://valenciablancoynegro.blogspot.com/2013/11/la-maquinista-valenciana.html

La estatua pesa unos 11.500 kilos, y está hecha a escala de un cuerpo y medio con respecto a las medidas reales.
Al Rey conquistador, se le esculpió en campo de batalla, señalando la ciudad a conquistar, en este caso Valencia.
Unos años más tardes se colocó en el pedestal de la estatua, en la parte delantera el escudo de armas del Rey guerrero, y en la parte de atrás el escudo de la ciudad, obras del escultor José Aixá Íñigo.


Y por último indicar que a ambos lados del monumento, se pusieron las siguientes leyendas: Entró vencedor en Valencia / liberándola del yugo musulmán / el día de San Dionisio / IX de octubre de MCCXXXVIII “; y en la otra parte: “Al rey D. Jaime I el Conquistador / fundador del reino de Valencia / Valencia agradecida / ano MDCCCXCI

 
Pero además de la estatua de Jaime I, en esta plaza hay que destacar otro elemento importante, y que es uno de los seres vivos más longevos da la ciudad, me refiero al ficus (Ficus Macrophylla), que sombrea la confluencia de la Glorieta con la calle de la Paz. 

 
Se plató en ese lugar privilegiado antes de la erección de la estatua, en concreto en el año 1852; sus dimensiones en la actualidad son espectaculares, ya que tiene una alzada de más de 24 metros de altura.
Su plantación fue por accidente, es decir no se pretendía plantar un gran árbol, sino que los jardineros del momento lo que pretendían es llenar el terreno de magnolios, y en vivero lo confundieron con un magnolio más…; la sorpresa vino después, cuando el árbol empezó a crecer y crecer.
Antes de la riada del año 1957, que devastó la plaza, había un pequeño estanque en cada esquina, estanques y esculturas que posteriormente fueron llevadas a los Jardines del Parcent, excepto una, la de Neptuno.

 
En lo que hoy conforman las calles de Tres Forques, Chiva y Mariano Ribera en el barrio de Patraix, el Canónigo de Pontons tenía una alquería, con bellos jardines de estilo versallesco, lleno de estanques y esculturas; pues bien, dichas esculturas, obras del escultor Antonio Ponzanelli, y realizadas en el siglo XVIII, fueron compradas por el Ayuntamiento de Valencia a su dueño y colocadas la mayoría de ellas allá por el año 1818 en el actual Jardín de la Glorieta, este Neptuno estuvo también en la Glorieta hasta que en 1960 el Ayuntamiento de Valencia, lo colocó en su actual ubicación.
 
En octubre del año 2018, el Ayuntamiento de Valencia y con motivo del cuarenta aniversario de la Asociación de Vecinos de Patraix, ha colocado cuatro copias de aquellas esculturas en los jardines de reciente creación, que ocupan los terrenos de lo que era la antigua huerta y alquería de Pontons.

 
Como curiosidad os cuento que en uno de los extremos de esta plaza se ubica el primero Corte Inglés inaugurado en Valencia, allá por el año 1973; pues bien, para ubicar dicho centro en ese lugar, se tuvo que desmontar piedra por piedra una iglesia de estilo gótico que allí había; se trataba de la parroquia del convento de Santa Catalina de Siena. Y que posteriormente se levantó en el barrio de Orriols, cuestión ésta que os contaré en otra ocasión.
 
Mientras tanto seguiremos paseando por Valencia. FINEM.

 

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