sábado, 10 de mayo de 2014

ACCIDENTE DEL METRO DE VALENCIA. Casi Ocho años despues.



 

La semana pasada de nuevo fue día 3, y de nuevo la plaza de la Virgen de Valencia volvió a ser sinónimo de valentía, de coraje y sobre todo de dignidad; y lo fue porque como todos los días 3 de cada mes, los integrantes de la Asociación de Víctimas del metro de 3 de julio, se volvieron a concentrar en dicha plaza,  para exigir responsabilidades sobre lo que ocurrió aquel funesto 3 de julio de 2006; donde en el subsuelo del valenciano barrio de Patraix, 43 personas perdieron su vida, y otras 47 quedaron gravemente heridas…

 
 
Casi ocho años después todavía no se han depurado responsabilidades, y lo peor de todo el desprecio y la indiferencia de los gobernantes valencianos han sido la tónica general…

 
Desde el 3 de julio de 2006 a esta parte todo ha sido un despropósito, que sólo ha tenido una finalidad; silenciar, acallar, invisibilizar, desmoralizar y cansar a las víctimas,  para que nada de sus reivindicaciones manchase el “buen nombre, el prestigio y la buena reputación de los gobernantes valencianos…”
Hubo un Arzobispo que no quería celebrar las misas de homenaje en la Catedral, hubo una Alcaldesa que pretendía que no se concentrasen en la plaza de la Virgen bajo el pretexto de que molestaban a los feligreses que  acudían a misa, y a los turistas que visitaban el centro.
Hubo ocultamientos, desprecios…, el “Molt Honorable” Francisco Camps nunca se dignó…, o mejor dicho, NO SE ATREVIÓ a recibir a las víctimas…

 

Y qué decir de la pantomima de Comisión de Investigación en las Cortes Valencianas …; dónde años después se descubrió que se había contratado a una empresa, pagada con dinero público ¿cómo no?, para aleccionar a los intervinientes en lo que tenían que decir…
Y las cientos de irregularidades o cosas extrañas, como la desaparición del libro de averías del convoy accidentado…; cosa que no preocupó a la dirección de Ferrocarriles de la Generalitat.
O la protección  y lectura de la Caja Negra, que estuvo guardada en las instalaciones de FGV (Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana), sin custodia judicial y que casualidades de la vida…los datos de la misma se borraron…; indicando los fabricantes de Cajas negras, que éstas solamente se pueden borrar de forma manual…Y fijaros esta cuestión tampoco preocupó a la dirección de Ferrocarriles ni al Gobierno Valenciano…


Algún mal pensado pensaría que habían destruído pruebas…




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Con el tiempo la dirección de Ferrocarriles de la Generalitat, ya empezó a ser más “diligente”…; aunque  pobrecicos míos se les pasó contar algunas pequeñas cosas…; por ejemplo  no le dijeron a un Perito Judicial que en el año 2003 en el mismo sitio había habido otro descarrilamiento, o que algunos maquinistas ya habían alertado sobre el mal estado que presentaba la red de metro en ese lugar… Y también se les olvidó contar que había un informe en materia de Prevención de Riesgos Laborales correspondiente al año 2006, cuyo dictamen era totalmente desfavorable, aludiendo a que FGV no cumplía los requisitos legales en esta materia.
Algún mal pensado pensaría que habían ocultado pruebas… 


La cosa es que a punto de conmemorarse el octavo aniversario de aquella tragedia, nadie ha respondido a las víctimas, nadie ha respondido a los valencianos, nadie ha contado a la ciudadanía qué sucedió en el metro de Valencia.
Casi ocho años después, nadie se ha responsabilizado por una mala praxis; la de  no haber puesto  las medidas pertinentes para que algo así no ocurriera.
Porque desde luego que aquel accidente era evitable, de hecho había habido quejas de trabajadores, usuarios y sindicatos sobre la peligrosidad de la curva, porque además unos meses antes en septiembre del 2005, había habido un accidente en la población de Picaña  que produjo treinta y cinco heridos;  porque los cristales de seguridad del convoy, no cumplieron con su función, saltando por los aires al primer impacto y siendo la trampa mortal para la mayoría de los viajeros, porque no era lógico que un tramo de tanta peligrosidad no se hubiese colocado una baliza que frenase o ralentizara la velocidad de los trenes, en caso de exceso de velocidada… y así un largo largo  etcétera.


Esos días la televisión pública valenciana solamente hablaba de lo engalanada que estaba la capital del Turia para recibir al Papa Benedicto XVI…

 




Casi ocho años después las víctimas del metro y la ciudadanía seguimos esperando respuestas. VALE




sábado, 26 de abril de 2014

PASEANDO POR TORMÓN (En la Sierra de Albarracín) y CONOCIENDO SU NUEVO BAR



PANORÁMICA DE TORMÓN
Hace unos días y aprovechan las vacaciones de Semana Santa unos buenos amigos y yo, decimos hacer una rutilla por el turolense pueblo de Tormón.
La idea primigenia era ir en busca del nacimiento del río Ebrón, andando por la orilla del cauce desde Tormón hasta los barrancos comprendidos entre Jabaloyas y Valdecuenca; pero el hecho de comenzar  la excursión más tarde de lo que pretendíamos nos hizo desistir de tal empresa, dejándolo pendiente para otra ocasión.
Así las cosas dimos un buen paseo por la senda que a mitad de montaña une los pueblos de Tormón y Jabaloyas, vislumbrando de continuo el lecho totalmente seco del río Ebrón, el cual brotaba a la superficie junto a las primeras casas de Tormón, y también la gran mole con forma de meseta que supone el monte Javalón, con la ermita erigida en honor a San Cristobal.

 
 
 
Después y ante la excesiva canícula para el mes de abril, decidimos caminar aguas abajo de Tormón, al paraje conocido como Calicanto; que no es otra cosa sino una impresionante cascada donde el río Ebrón salva entre cuatro o cinco metros.

Lo angosto del lugar, la abundante vegetación que dificulta el paso del sol, y las miles de pequeñas gotas de agua en suspensión que produce la catarata, han creado un micro clima que ha permitido la aparición de líquenes y frondosos helechos.

 
La parte alta de la cascada se aprovechó en tiempos para crear un caz, por donde dirigir el agua camino de dos grandes molinos harineros, que hoy en ruinas recuerdan un esplendoroso pasado económico, ya que en ellos  se molía el trigo y la cebada no sólo de Tormón sino de los pueblos aledaños de Alobras y Veguillas de la Sierra.

 
También en uno ellos, se aprovechaba la fuerza del agua para la generación de electricidad. El escaso consumo, pues apenas había aparatos eléctricos en las casas, y la abundante agua hacían que Tormón se abasteciera exclusivamente con la electricidad que se generaba en dicho molino.

 
 
Y es aquí en este hermoso paraje donde se inicia una de las rutas más bellas y originales para hacer por estas tierras; ya que para disfrutarla de veras hay que hacerla por dentro del cauce de las frías aguas del río Ebrón, por lo que es recomendable hacerlo en época estival.


 
Tras comer tranquila y reposadamente, con la tertulia habitual entre amigos. Y después de observar el devaneo de cientos de mariposas en la senda por la que íbamos, decidimos regresar a Tormón, a tomar un helado o algo fresco, pues un vecino nos había dicho que el día de antes habían abierto un bar.
 

 

Tormón en un pueblo pequeño rodeado de una agreste naturaleza, y que en su casco urbano tiene dos elementos característicos, los restos de un castillo defensivo, y la Iglesia dedicada a la Natividad de la Virgen.
Del castillo poco queda, solamente los basamentos de lo que debió ser una atalaya inexpugnable y que parece ser formaba parte de una línea defensiva de los reinos taifas de Albarracín y Alpuente, allá por el siglo XI, antes de la conquista cristiana.

 
 
 
La iglesia como el pueblo es sencilla; su construcción se llevó a cabo a mitad del siglo XVII  no siendo muy claro su estilo; e influenciada por las diversas arquitecturas eclesiásticas de una zona que siempre fue frontera entre los reinos cristianos de Aragón, Castilla y Valencia.

 
La edificación la componen tres naves, con gruesos muros de mampostería; destaca su torre situada a la izquierda de la puerta de acceso, compuesta por tres cuerpos; los dos primeros cuadrangulares y el último octogonal, para terminar con un tejadillo coloreado lleno de detalles, sobre el que se sitúa una veleta de hierro forjado y un pararrayos desprendido.
 
La campana de la iglesia se toca desde el exterior del templo, tirando de una cuerda que cuelga del badajo…

 

Y tras pasear por el pueblo, como os decía acudimos a lo que había sido el acontecimiento del año en Tormón, habían reabierto el bar.

 
 
 
Al llegar al establecimiento nos encontramos a una gran familia comiendo con caras de cansancio pero así mismo de satisfacción.
Allí conocimos a Pepita una encantadora tormonensa que nos dijo ser la esposa del alguacil del pueblo; estaba esperando a que viniera su tío y otros dos amigos para echar una partida a un juego de cartas denominado guiñote; mientras esperaba nos empezó a narrar como es la vida en Tormón, un pueblo en el que en invierno apenas son quince personas.
Nos contó como a lo largo de la semana vienen mercaderes diversos a surtir de provisiones a los tormonenses, los martes el butano, los miércoles la fruta, los jueves el pescado y los congelados, y los viernes la carne y el pan…; así casi todos ellos cuentan con grandes neveras o arcones para guardar los alimentos.
Pepita y amigos jugando al guiñote

Al poco llegaron sus compañeros de juego y Pepita marchó a jugar; ocupando su lugar de diálogo Aída; una bellísima riojana que derrocha entusiasmo y alegría y que junto a su pareja Jaime son los protagonistas indiscutibles de la reapertura del bar de Tormón.
Aída se desplazó desde la Rioja hasta Teruel para cursar sus estudios universitarios de psicología, estando en la ciudad de los “Amantes”, conoce a Jaime, hijo de los panaderos de Villarquemado, y pronto deciden emprender juntos una nueva vida.

 

Alguien les había hablado que en muchos pueblos de la comarca turolense, buscan jóvenes para llevar ganado, etc…; por lo que decidieron trasladarse hasta el edificio donde la Comarca de Teruel tiene su sede; hay que recordar en este punto que Aragón está gestionado por el sistema administrativo de la comarcalización, que aunque más costoso en un primer momento, está mostrando que la descentralización bien gestionada da muy buenos resultados…; dicho esto vuelvo a la historia: estando en la Comarca les dijeron que Tormón, un pequeño pueblo del extremo occidental de la Sierra de Albarracín, estaba buscando a alguien para abrir, gestionar y dirigir un bar, un albergue y una casa rural; Jaime y Aída indecisos comenzaron a preguntar, y desde la institución llamaron al Alcalde del pueblo que precisamente estaba por Teruel.

 
El Alcalde de nombre Faustino Archilaga, se apresuró en llegar a la Comarca para poder hablar en persona con Aída y Jaime; tras departir unos instantes, Faustino lo único que les interpeló fue: “no quiero porreros en Tormón ¿eh?”, lo que ya daba muestras con el tono jocoso y desenfadado, de que las primeras impresiones habían sido más que buenas; así que dicho y hecho Jaime y Aída un frío martes del mes de febrero acudieron con Faustino a visitar el enclave de Tormón, en mitad del barranco del río Ebrón a 1051 msnm.
 
Ninguno de los dos había estado nunca en Tormón, ni siquiera sabían que existía, pero sus rochas, su entorno, su tranquilidad y sus gentes les convencieron para quedarse con el bar.
Así pues Jaime y Aída el día 17 de abril de 2014, trasladaron su domicilio a Tormón, para ese mismo día Jueves Santo abrir las instalaciones, con una gran recepción y ágape para todo el vecindario.
Además de bar-restaurante, las instalaciones cuentan con un espacioso y muy económico albergue, que cuenta con sala común, cocina, aseos, etc…; así como una coqueta casa rural de tres habitaciones, con chimenea incluida.

 
 
 
 
Levantarse por la mañana y contemplar la panorámica desde las habitaciones del albergue o de la casa rural, debe ser algo inefable…

 
 
Ahora Aída pretende proseguir sus estudios de psicología y periodismo a través de la Uned, para así poder compaginar sus estudios con su nuevo negocio.
Las instalaciones se denominan: El refugio del rodeno, y los teléfonos para preguntar, reservar, etc… son: 978788152 / 630207521.

 
Desde luego fue un bonito día donde disfruté de la compañía de los buenos amigos, donde vimos paisajes y entornos de exuberante belleza, y donde además conocimos a Jaime y Aída, dos buenas personas, valientes y emprendedoras, que con su hazaña han devuelto en gran manera la vida al pueblo, pues de nuevo los tormonenses, ya tienen un lugar para compartir el tiempo y el espacio.

 
Desde este humilde blog, todo mi deseo de que Jaime y Aída tengan mucha suerte en esta nueva  aventura en la que se han embarcado.

Jaime y Aída
Pasaremos a verles. VALE.

   


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