Convento de Buenafuente del Sistal |
Plaza acceso a Buenafuente del Sistal |
En los confines del alto tajo, y en mitad de ese desierto
poblacional que suponen sus rochas, barrancos y vertientes; de repente entre la
espesura del bosque de sabinas, robles y encinas, y aprovechando el valle
formado a lo largo de los siglos por un pequeño arroyo, se encuentra el
Monasterio de la Buenafuente del Sistal.
Monasterio de la Buenafuente del Sistal |
Desde pequeño he tenido gran vinculación con este lugar, pues
mi padre herrero de oficio, bajo los encargos de Don Ángel Moreno, capellán e impulsor de la
supervivencia y perduración en el tiempo de este lugar, ha trabajo mucho en
este Monasterio, pudiéndose contar por docenas las veces que lo he acompañado,
junto a mis hermanos a poner rejas, barandillas, ventanas, antepechos, etc… y
os puedo asegurar que en pocos sitios he comido tan sencillo y tan sabroso como
en el comedor de las monjas de clausura.
Don Ángel Moreno
Ligado al nacimiento del Señorío de Molina, desde el siglo
XIII es y ha sido lugar de retiro espiritual y recogimiento, así como última
morada de nobles y señores, vinculados al propio Señorío.
De hecho en relación a esto, también puedo contaros alguna
anécdota de índole personal. Allá por los años 70 del pasado siglo XX, el
Monasterio estaba en un estado casi ruinoso, la ingente actividad del recién
llegado capellán, don Ángel Moreno, y la creación de la Asociación Amigos de
Buenafuente, apadrinados por personas tan ilustres como el compositor y músico
Don Narciso Yepes, o Doña Jimena Menéndez Pidal, llevaron a la rehabilitación del mismo;
ya transcurridos unos años, y ante la búsqueda de historiadores y estudiosos
del enterramiento de algunos nobles del viejo Reino de Castilla, decidieron
exhumar varios enterramientos de nobles del antiguo Señorío de Molina; se
trataba de las tumbas de doña Sancha Gómez y doña Mafalda González de Lara
(mujer e hija del tercer Señor de Molina); entre sedas y alguna joyas
aparecieron sus momias, que posteriormente fueron depositadas en un cofre de
hierro que hizo mi padre para la ocasión, por encargo de doña Jimena Menéndez Pidal.
Recuerdo muy bien aquellos días, y las continuas visitas al
taller de mi padre de doña Jimena; una mujer virtuosa, inmensamente sabia, y de
una bondad infinitiva que no dejaba indiferente a nadie que la conociese;
recuerdo también como mi padre decidió por su riesgo y cuenta poner unas asas
para poder portar el cofre, asas que no aparecían en el dibujo que utilizaba de
modelo, y que disgustaron a la secretaria personal de doña Jimena, de nombre
Carmen Vallina; recuerdo con gracia la discusión testaruda de mi padre y la
señora Vallina, cuestión a la que doña Jimena resolvió de inmediato dándole la
razón a mi padre, aludiendo que habría que transportar el cofre de alguna
manera, y que desde luego en brazos era arduo complicado.
Cofre con los restos de doña Mafalda y doña Sancha |
Así pues desde el siglo XIII y de forma ininterrumpida entre
estos grandes muros han vivido comunidades de monjas de clausura, que han
dedicado sus vidas al rezo y a la espiritualidad, rodeadas de un verdadero
paraíso terrenal.
Cuando llegas a Buenafuente, te encuentras con un arco que da
acceso a la parte monacal y a mano izquierda una empinada escalera que baja
hasta una plazoleta presidida por una fuente ornamental, y en cuya vertiente
derecha se alza majestuosa la enorme iglesia conventual, que preside todo el
complejo.
Levantada allá por el siglo XIII, sigue con fidelidad el
estilo cisterciense francés: siendo un edificio de enormes proporciones en una
sola nave.
Destaca por su valor artístico, la talla románica del Santísimo Cristo de la Salud; su
rostro es una muestra latente de la espiritualidad y profundo fervor de la
época.
Cristo de la Salud. (Talla románica)
Pero la gran curiosidad de la iglesia de Buenafuente, y de
donde además toma el nombre el complejo, es el agua que mana de una preciosa
fuente de piedra incrustada en la pared opuesta al altar.
La "buenafuente" dentro de la Iglesia |
Alrededor del templo y del monasterio se han edificado una
serie de construcciones, que a la postre forman un pequeño pueblo, y que han
servido como espacio de alojamiento para retiros espirituales, residencia de
ancianos, etc..
Sin lugar a dudas y con independencia o no de las cuestiones
religiosas de cada uno, es un lugar que llama al sosiego, a la tranquilidad, a
la reflexión; el silencio del lugar, el rumor continuo del agua de la fuente,
tanto dentro de la iglesia como en la plazoleta exterior, y las impresionantes
panorámicas que desde allí se tienen del cañón del río Tajo, son un estímulo
para todo eso que llamamos desconexión, cuestión que ayuda a ello la falta de
cobertura telefónica…
Cañón del río Tajo
Si estáis por las tierras del Señorío de Molina, no os
perdáis una visita a este enclave, e incluso aprovechar para hacer alguna
excursión como la ruta que baja desde allí hasta el puente de la Tagüenza.
(http://blogdeoscarpardodelasalud.blogspot.com.es/2012/01/un-paseo-por-el-puente-de-taguenza-en.html)
Ciervos pastando en las inmediaciones al Monasterio
Podéis obtener más información sobre el Monasterio de
Buenafuente, incluso los servicios que allí se prestan entrando en su página
web.
Si vais por allí ya me contaréis.