Ayer de nuevo día 3 de julio; se
cumplen seis años del mayor accidente de metro jamás ocurrido en nuestro país,
en donde perdieron la vida 43 personas y otras 47 resultaron gravemente
heridas.
Eran en torno a las 13 horas del
3 de julio de 2006, cuando un convoy de la línea 1 de metro Valencia, entraba
en la Estación de Jesús, (esa que años después el gobierno de Rita Barberá ha
cambiado de nombre, tal vez con la intención de borrar la memoria…), el tren
tomaba la curva que discurre bajo las calles de San Vicente y Roig de Corella
al doble de la velocidad recomendada para el tramo, lo que hizo que volcase y
se produjese el fatal desenlace.
Muchas habían sido las denuncias
sobre las deficiencias y la peligrosidad de este tramo de la línea, se decía
que traqueteaban mucho los convoyes, y las quejas habían venido por parte de
usuarios del metro, sindicatos, trabajadores, etc… pero nadie había hecho nada.
A los pocos días de la tragedia se colocó una baliza que en caso de situación parecida
frenaría el tren… una baliza que costaba 3000 euros, pero como siempre pasa, se
puso después de haber ocurrido ya una gran tragedia.
Desde entonces hasta hoy, seis
años después, los familiares y las víctimas del accidente del metro han sido un
estorbo para los dirigentes gobernantes tanto en el Ayuntamiento de Valencia
como en la Generalitat Valenciana que siempre han tratado de acallarlos con desprecios
continuos.
Actos conmemorativos sexto aniversario
Camps alardeaba que los llevaba
en el corazón pero nunca fue capaz de recibirlos, Fabra los recibió para
anunciarles que no abriría ninguna Comisión de Investigación sobre el suceso en
las Cortes.
Años después del accidente se ha
descubierto que metro valencia suspendía una y otra vez en materia de riesgos
laborales, y que a la pantomima de Comisión de Investigación en las Cortes
Valencianas que se hizo días después del accidente y la cual duró cuatro días,
Ferrocarriles de la Generalitat aleccionaba a los comparecientes de qué y como
debían argumentar, echando la culpa de lo sucedido al conductor, también
fallecido en el accidente.
Nadie dimitió, nadie respondió de
nada; todos tenían mucha prisa pues a los pocos días venía Benedicto XVI, y
todo tenía que estar preparado para mostrar al mundo que en la Comunidad
Valenciana atábamos los perros con longanizas…, luego resultó que de esta
visita, presuntamente también sacaron tajada muchos de los que se atreven a
despreciar a las gentes del metro.
Por la presión vecinal Barberá se
vio obligada de erigir un monolito a la víctimas…, mejor que no hubiese hecho
nada, una especie de pipi can escondido para que nadie vea ni recuerde nada,
cuyas letras ya están prácticamente inteligibles.
Pero cuando se tiene razón, y la
verdad está por delante, pese al machaque continuo surge la fuerza necesaria
para seguir luchando por lo que creen, por saber la verdad de lo que realmente
ocurrió, por saber donde está la caja negra del convoy, por saber por qué desde
FGV se aleccionaba a las personas, por qué no se cumplían con los convenios de
riesgos laborales, por qué nadie dimitió, etc… A día de hoy seis años después
las víctimas del metro y miles de valencianos con ellas, seguimos esperando
respuestas.
Mientras tanto los responsables
políticos valencianos siguen dando muestra de su falta de capacidad y aptitud
para los cargos que ostentan.
Y las víctimas del metro siguen
dando muestra de su ejemplo de vida, de ser y de vivir.
Beatriz Garrote (Presidenta Asociación Víctimas del metro)
Como os decía antes, seguimos
esperando respuestas…