Estimad@s amig@s bloguer@s, hace unos días leí una noticia en la prensa, que primero me provocó una carcajada, y luego una reflexión sobre las costumbres, supersticiones o manías que en plena modernidad seguimos teniendo.
La noticia que portaba el titular de “no nos llenéis el convento de huevos”, aludía a que por la cercanía de las fiestas falleras, y de la primavera donde las celebraciones de bodas y comuniones se duplican, estaban siendo muchas las falleras, novias y madres de niños las que estaban llevando huevos a Santa Clara, para solicitar de esa manera una buena climatología en los días de fiesta y celebración.
La cuestión es que como los primeros días de marzo salieron lluviosos decenas de Falleras Mayores, temerosas de que su “reinado” pasase por agua llevaron docenas y docenas de huevos al Convento que las monjas de Santa Clara tienen en la Avenida de Pérez Galdós en Valencia; hasta el punto que éstas tuvieron que salir a la prensa a decir a la feligresía “que no cayese en el simplismo, que no necesitan los huevos para su propia repostería, y que aceptan igualmente otro tipo de alimentos…” Las propias monjas decían que pese a la invasión de huevos en el convento “todo se aprovechaba y ayudaban a las personas con necesidades”.
Las propias monjas se quejaban que en estas semanas la recepción de huevos había sido exagerada, y es que ya se sabe, que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, bueno en este caso de Santa Clara.
Luego según las monjas el dilema viene, de cómo pedirle a la Santa que no llueva en época de sequía…
Dilemas a parte, es curioso que en una de las épocas donde mayor secularización existe; volvamos a recurrir a las tradiciones o supersticiones religiosas, por eso del no tenemos nada que perder, o el ¿y si se cumple?
Pero la cosa va mucho más allá, según parece no todos los huevos sirven para rogar el buen tiempo, ni tampoco el número de los mismos… según la tradición deben de llevarse trece huevos, y éstos deben ser de gallinas marrones, por lo que los mismos serán de color rojizo.
Desde luego seguro que algo no salió bien, o los huevos no eran del agrado de la Santa, o las monjas se relajaron en sus ruegos, ya que en la primera quincena de marzo, en Valencia ha caído todo el agua que no había caído ni en enero ni en febrero.
De todas formas recurriendo de nuevo al refranero español, ya sabéis que nunca llueve a gusto de todos.
Concluyo este post confesandoos que en la reunión de Junta Directiva de la Asociación de Vecinos Patraix, posterior a las fiestas populares del barrio, propuse que para el próximo año, fuese el Presidente de la Asociación a llevarle huevos a Santa Clara, pues cada año nos llueve más...