Los que me conocéis bien en persona, o bien a través de la blogosfera, sabéis como decía la canción del tractor amarillo que “que soy hombre de campo”… más bien de pueblo, o como suelo decir en plan de cachondeo, “semos de apueblo”; todo esto para explicaros que el pasado fin de semana pude disfrutar de una afición que tengo desde niño, y que no es otra sino la recolección de hongos y setas.
NIZCALOS
Desde pequeño iba con mi familia a los hermosos y frondosos pinares que rodean mi pueblo Molina de Aragón, (Guadalajara) y desde entonces tengo esta afición.
Pues bien como os decía al principio, este fin de semana estuve de nuevo con amigos y familia paseando por los montes molineses y recolectando algunas setas, que luego cocinamos asados a la plancha con un poco de aceite crudo y sal gorda siendo esto una delicatessen como pocas.
Estando en estos menesteres me encontré con vecinos y paisanos de la zona, que uno tras otro mostraban el gran descontento respecto a muchos buscadores que venían de fuera, sobre todo de la zona de Levante, debido a que usaban artilugios como hoces y rastrillos que prácticamente labraban el suelo del bosque, estropeando todo su lecho, e impidiendo la salida de más setas.
De igual manera se quejaban de la basura que arrojaban a lo largo y ancho de todo el pinar; y que venían a recolectar las setas con finalidades lucrativas, exentas del control del fisco.
Realmente no hacía falta que nadie me lo hubiese comentado, pues yo mismo presencié como varios recolectores, utilizaban un rastrillo en torno a las jaras y tomillos, y como además habían tirado varias latas de refrescos tras habérselas bebido.
Creo que el monte es de todos, y de igual manera considero que todo el mundo tiene derecho a recolectar unos hongos, setas, rebollones o como quisiéramos llamarles; pero que esto debe hacerse con el máximo respeto al entorno, dejando el bosque y el medio natural en el mismo estado en el que se ha encontrado; y por supuesto dejando la avaricia lucrativa en casa.
Con todas estas malas prácticas al final se va a conseguir que se creen cotos de recolección en las zonas reproductoras, y que cada vez estén más limitadas las salidas a los bosques públicos.
Espero que poco a poco entre el raciocinio y la cordura, para que nuestros montes y bosques estén cada día más hermosos y vivos, y con ello podamos disfrutar más de ellos, no sólo nosotros sino también las generaciones futuras.