-¡Eh!, ¡deja mis uvas, cabrón! Ton... - ¡Es que se me ha caído una al suelo! Ton... - Bgrfds... Ton... - Bggggdffffff... Ton... - A mí ya no me quedan... Ton... - Bgggggdffffff.... - ¡Pues a mí me sobran cuatro! Ton... - Bfgggggggg, grounfffffff... Y cuando acaban, toda la familia con la boca llena de babas, a darse besos: - Feliz año, eeeeeeeeeh, felicidades, grfdddfd... Y suena el teléfono: ¡riiiiiiiiiing! - ¡Pero coño! ¿Ya están llamando? ¿No se pueden esperar? - Pues a mí todavía me sobran dos... - ¡Champán, que alguien abra el Champán! Pero, bueno, ¿a vosotros os parece lógico empezar el año así? ¡Qué estrés, de verdad! Pero como es Nochevieja... tienes la obligación de divertirte. Así que después te vas a un fiestorro a un sitio en el que, si caben mil personas, el dueño ha decidido meter a cinco mil doscientas. ¡Muy bien! ¡Cuatro mil doscientas más de las que caben! ¡Quédate en la calle si te apetece, con la pelona que está cayendo! Así que entras. Lo bueno que tiene ir a un sitio así es que te puede pasar cualquier cosa. A mí el año pasado me ocurrió de todo. Yo estaba tan tranquilo,tomándome mi cubatita de garrafón, cuando de repente un tío me cogió por detrás y me dijo: - ¡¡¡¡COOOOOOOOONGAAAAA!!!!! Y, claro, que vas a hacer, pues te pones a bailar... ¡Eso te lo hace un tío en el autobús y le partes la cara! ¡Pero como es Nochevieja... ! ¡Pues hala! Y de repente te das la vuelta y llevas cien personas enganchadas a tu culo. ¡A ver como escapas de ésta! Porque una conga es como una secta: entrar es muy fácil pero salir es muy jodido. Porque en el garito hay como doce congas girando a toda pastilla... Bueno, pues iba yo conduciendo mi conga... por mi derecha, cuando, de pronto, me veo venir en dirección contraria una conga suicida acojonante conducida por un gordo con casco de vikingo. Yo le iba a hacer ráfagas, pero como las congas no llevan ni luces ni nada... pues, para evitar la colisión, di un giro brusco a la derecha... ¡Y metragué entera una columna de espejitos! ¡Siniestro total! Doce heridos leves y una columna de espejitos destrozada. Y yo, con una ceja abierta tirado en el suelo pensaba: cagao! Y en ésas, me desmayé. Al despertar estaba en la sala de urgencias, rodeado por todos los de mi conga. Algunos todavía no se habían esenganchado; habían venido corriendo detrás de la ambulancia. Bueno, las urgencias en Nochevieja, hay que vivirlas. Si en la sala caben cincuenta personas, el dueño ha metido a ciento cincuenta... Como el de la discoteca. Y como allí también es Nochevieja, el camillero lleva un gorrito de moro, la enfermera un collar de hawaiana y el que te cose la ceja unos dientes de Drácula, ¡que te da una confianza... ! El tío te dice: - ¿Qué ha sido? ¿Con una moto? - No, con una conga. - ¡Ay!, si es que van como locos con las congas... Cuando salí de allí me quería ir a mi casa, pero como era Nochevieja, acabé a las ocho de la mañana con la ceja grapada en un bareto... - Oiga, póngame un chocolate con churros. - Pues sólo nos queda Nesquick y algunos dónuses... Es que los últimos churros se los han tomado los de una conga, ¡traían un cachondeo...! Había un gordo que llevaba un casco de vikingo... ¡No le digo más! Y es lo que yo le digo a los clientes: si no disfrutas en Nochevieja, ¿Cuándo vas a disfrutar?
FELIZ AÑO NUEVO