Desde la Puerta Románica de la Catedral de Valencia en
dirección a la Plaza de la Reina, nos adentramos en una preciosa calleja
denominada de la Barchilla.
El nombre de la misma le viene en honor a una pequeña lápida
de origen romano, que con forma de barchilla preside una de las paredes, bajo
el gran arco que une la Catedral con el Palacio Arzobispal.
Una barchilla era una especie de caja de madera de
determinadas proporciones, y que se utilizaba como medida para el grano.
No era raro durante la época del Renacimiento, utilizar
restos de época romana que aparecían al construir las nuevas edificaciones, en
lugares visibles a modo brindis u homenaje a la antigüedad; parecer siendo éste,
el origen de la colocación de esta lápida romana en las paredes del Palacio
Arzobispal.
La cuestión es que la lápida llevaba una inscripción, en la que
un amigo le dedicaba a otro su querer,
denominándolo algo así como “amigo óptimo”; esto a la curia del siglo XVIII
alarmó enormemente, desgastando la parte de la lápida donde se expresaba esta
querencia.
La inscripción original venía a decir algo así:
M(arco) AQUILIO
AQUILINO
AN (norum) XXXV
L (ucius) PORCIUS
SEVERUS
AMICO OPTIMO
Por fortuna han
cambiado los tiempos desde entonces ahora, no viéndose mal, que cada uno quiera
a quien quiera.
Y hablando de eso de la buena evolución en este tema, y del
fuerte caminar hacia la Igualdad, quiero
contaros la historia de Margarita Borrás, la primera transexual que fue
ejecutada por serlo, y al igual que la Barchilla, la ciudad de Valencia fue el
escenario de aquella atrocidad.
Margarita era una mujer en un cuerpo de hombre, de hecho así
nació y sus padres le pusieron de nombre Miquel.
Su familia era acomodada, de hecho el padre había sido
Notario en Mallorca, y cuando vino a residir a Valencia, Margarita en seguida
se hizo famosa entre la alta burguesía valenciana.
Según cuentan las crónicas era una mujer bellísima, eso unido
a su cierta liviandad, conllevó a que no le faltasen los amantes, y pasease sus
galas por casas ricas de aquella Valencia del siglo XV.
Parece ser que uno de aquellos amantes, tal vez aquejado por
mal de amores, denunció a Margarita.
Rauda la justicia se puso manos a la obra; la Santa
Inquisición aún no había llegado a Valencia, en épocas de Santo Tribunal estos
casos, igual que el de los homosexuales se ajusticiaban quemándolos vivos en
una hoguera…; así le ocurrió a Pedro Vego, hijo del relojero de Valencia, al
cual lo quemaron junto a su amante…
La Inquisición creada por los Reyes Católicos bajo la
dirección de Fray Tomás de Torquemada, no llegó a Valencia hasta el año 1484;
acaeciendo estos sucesos veinticuatro años antes, de ahí que apenas haya
anotaciones sobre aquellos sucesos.
Solamente el dietario (libro de anotaciones) del Capellán de
la Iglesia de Alfonso el Magnánimo de nombre Melchor Miralles, el cual explicó
cómo fue la ejecución de aquella mujer.
El Capellán Miralles, explica en el dietario, que Margarita “había
estado en muchas casas de Valencia con ropa de mujer”; y que en cuento esto
había sido sabido por las Autoridades de la ciudad, fue “presa y torturada”.
También cuenta Miralles en el dietario que junto a Margarita igualmente
fueron apresados otros hombres, seguramente sus amantes; pero nada se dice si
también fueron torturados o ejecutados.
En aquella Valencia medieval había varias zonas de
ajusticiamiento, una era frente a la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de
Valencia; reservado aquel escenario normalmente para caballeros y personas de
alto linaje.
A los herejes, judíos, etc… se les ajusticiaba por la zona
del actual Paseo de la Pechina, cerca del Jardín Botánico.
Y el catafalco principal de ajusticiamiento estaba en la
Plaza del Mercado, donde se ajusticiaba a toda clase de “delincuentes”…
La horca estaba dispuesta más o menos donde a día de hoy hay
una gran farola rodeada de cipreses, entre la Lonja, la iglesia de los Santos Juanes
y el Mercado Central.
Así pues en aquel mes julio
de 1460, tras torturar a Margarita, ésta fue trasladada por las calles de
Valencia semidesnuda, solamente una camisa cubría su cuerpo, dejando sus
genitales a la vista de todo el mundo.
Seguro que el recorrido por aquella Valencia medieval no fue
un camino de rosas, no faltarían las burlas, los insultos, e incluso el
lanzamiento de objetos.
De hecho con respecto a esto último las Autoridades dictaban
bandos prohibiendo el arrojo de piedras o elementos hirientes, ya que los reos
solamente podían morir de la forma que había dictaminado el tribunal.
Era 28 de julio, y la plaza del Mercado estaba llena de
curiosos para ver la ejecución de aquel hombre que se sentía mujer…; ese era
todo su delito.
Días antes, el Trompeta, había pregonado por esquinas y
rincones de la ciudad, la condena, día y hora, lo que había llenado de mirones el entorno como en pocas ocasiones.
Tras el recorrido humillante semidesnuda por las calles de su
ciudad, por fin Margarita arribó ante el Morro de Vaques, lo que a día de hoy
conocemos como el verdugo.
El cual colocó la soga sobre su cuello, dando a continuación
muerte por ahorcamiento.
Seguramente el cuerpo estaría allí expuesto varios días, nada
hay escrito sobre el tema. Pero solía hacerse así como elemento ejemplarizante entre la
población.
Después los cuerpos
sin vida de los ajusticiados, se depositaban en una fosa común.
Gracias a los escritos del Capellán Miralles esta historia ha
llegado a nuestro días; siendo hoy una historia relativamente conocida, y que
ha conllevado a que los Colectivos de Gays, Lesbianas, Bisexuales y
Transexuales de la Comunidad Valenciana (Colectivo Lambda), otorguen unos premios
con el nombre de esta mujer; cuya vivencia, pese al final trágico fue un primer
paso para eso de dar normalidad a lo que es normal.
Y además valorar su valentía en aquella época en la que todo
se centraba alrededor de un Dios castigador, y donde las palabras libertad, o
autonomía casi estaban proscritas.
Así pues desde este humilde blog, vaya mi homenaje para
aquella mujer valiente, que empezó a abrir las puertas de la Igualdad, con el
mensaje de que aunque mucho se ha avanzado al respecto, no hay que bajar la
guardia y seguir trabajando en ello. FINEM.