Las personas públicas, por esa condición están en cierta medida sometidos a análisis, y enjuiciamiento de la sociedad en general en cualquier lugar o instancia; así mismo mucho más los políticos de primera línea, los cuales son adorados u odiados en términos parecidos.
Así pues una de las primeras cosas que debe de aprender un político es a asumir y canalizar tanto esa pasión como esa crítica.
Pero además los políticos deben de saber que sus acciones y decisiones tienen repercusión en la vida de la gente, lo que conlleva que junto al hecho de la casi imposibilidad de poder hablar con los dirigentes políticos de forma directa e inmediata, hace que muchas veces la ciudadanía, exprese su acuerdo o desacuerdo sobre todo lo segundo a través de gritos, pitos, y ruido sin fin.
Aquí es donde se mide la talla o cintura política de cada dirigente, aceptando la crítica como una parte más de su trabajo, o perdiendo los papeles y entrando al trapo de los reproches, olvidando el cargo o la institución a la que representan.
Aquí tenéis algunos ejemplos de abucheos y reacción de los políticos:
De todo lo anterior vemos a un Rodríguez Zapatero, que es increpado y abucheado en el desfile de la Fiesta Nacional, y que incluso se lo toma con calma y humor aludiendo a que ya forma parte de la fiesta.
Tampoco lo hace mal Rajoy en el mercado catalán, donde aguanta el tipo, y viendo la imposibilidad de celebrar el acto, decide marcharse. Comete un error, que es echar la culpa de lo ocurrido a los socialistas, tal vez los pitos y abucheos venían por su el trato llevado a cabo contra los catalanes.
La actitud de Camps, hacia el joven tal vez tampoco sea la más adecuada; ya que está en desigualdad a ir acompañado de todo su séquito de guardaespaldas y pelotas varios; aunque su invitación al diálogo arregla bastante la situación.
Lo que nunca se debe de hacer es lo que ha hecho en el día de hoy el Expresidente Aznar; una muestra más de su talante, y poca talla política.