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domingo, 29 de diciembre de 2013

Hablando con un tipo sencillo y sabio: Valentín García Checa (Pastor y Ganadero)



Estimados/as amigos/as que seguís de forma habitual este cada vez más cajón desastre blog; sabéis de sobra que me gustan mucho las personas humildes y sencillas, por eso   hoy en el que será el último post de este año 2013,  os voy a hablar de un buen amigo, de nombre Valentín García Checa.

 
A Valentín lo conozco de toda la vida, pues además de vecino en Molina, sus padres han sido de siempre, clientes del taller de hierro y forja que regentaba mi padre, y que ahora llevan mis hermanos.
Tipo humilde y trabajador, lleva más de treinta años dedicándose al duro oficio del pastoreo; de hecho comenzó en el oficio siendo apenas un crío de trece años; no quería seguir estudiando y le gustaba el mundo de la ganadería, por lo que su padre le compró un pequeño rebaño de treinta y cinco ovejas…; así empezó su andadura en este mundillo, hasta llegar al día de hoy, donde el arduo trabajo llevado a cabo durante estos años, ha conllevado al montaje de unas buenas instalaciones, y a tener un rebaño de aproximadamente setecientas cincuenta cabezas; ovejas que en su mayoría distingue, diferencia y reconoce; a muchas de ellas les tiene incluso nombre.

 
Valentín me cuenta de lo duro de este oficio por dos motivos, por la soledad que intenta suplir con la compañía de un pequeño transistor, y por los horarios.


El verano lo lleva mejor en cuanto a las temperaturas, y en cuanto a que los pastos están verdes y puede sacar el ganado a comer; ya que en invierno muchas veces por las inclemencias meteorológicas no puede sacar las ovejas y tiene que echarles de comer piensos o forrajes, lo que le supone un importante incremento de costes y gastos.
El problema  de la época estival son los horarios, ya que para evitar la canícula del día tiene que salir por la noche; a eso de las 20 horas abandona los establos, para no volver hasta las 11 de la mañana del día siguiente. 

 

En invierno, las comodidades no son mucho mayores, llega a las naves a eso de las 6 de la mañana; con dos elementos imprescindibles prendas de vestir abrigas y un zurrón repleto de comida para pasar el día por las suaves laderas que rodean a la villa de Molina; su jornada laboral, en la época invernal acaba al anochecer, tras encerrar el ganado en las instalaciones.


Cada dos o tres meses hace una limpieza a fondo de todos los corrales, para garantizar la higiene, y la salubridad de sus ovejas.

 

 

Hablamos de la cría de los corderos y del esquileo de las ovejas; con respecto a lo primero me cuenta Valentín que el embarazo de las ovejas dura entorno a cinco meses, y que en cada parto  las ovejas pueden dar de uno a tres corderos; en la mayoría de ocasiones a modo de matrón,  le toca ayudar a las ovejas en el parto de los corderos.

 
 
Tiene varios sementales que cuida con ahínco, pues son los que cubren a varias ovejas a lo largo del año, haciendo una selección de las más fuertes, y obteniendo corderos seis veces al año.
Con respecto a esto se queja Valentín, que el precio de los corderos es prácticamente el mismo que le daban por ellos hace treinta años, pero sin embargo al consumidor le llega muy encarecido, siendo realmente los intermediarios los que se quedan con el mayor beneficio…
En relación a la extracción de la lana, debido a la rigurosidad climática de las tierras de Molina, ésta sólo puede hacerse en la  época estival, siendo para mitad del mes de junio cuando se lleva a cabo el esquilo de todo el ganado.







Las jornadas de rapar el vellón del ganado acaban con un asado de embutido y carne de la zona, que Valentín sirve a sus convidados en la pequeña caseta que junto a las naves construyó, y que es la misma donde yo le hago esta entrevista.

 

Me cuenta Valentín que esta lana se la llevan al pueblo guadalajareño de Jadraque, donde ya la tratan para la elaboración de complementos y prendas de vestir.
Y es que hay que decir que la lana de las tierras de Molina, han sido famosas desde tiempos inmemoriales, siendo causa de esplendor económico cuando estas lanas allá por el siglo XVI, a través del consulado de Burgos y los puertos del norte peninsular, se exportaban hasta Flandes; de hecho de esta época viene la celebración de las Ferias que en la actualidad han tornado en las fiestas principales de la villa molinesa; Carlos I de España y V de Alemania, concedió el privilegio de celebrar una Feria anual  ganadera que se celebraba el 24 de agosto festividad de San Bartolomé, pero que pronto se trasladó al primero de septiembre, para garantizar el intercambio de cereal y ganado… Siendo en la actualidad el día del Patrón de la Villa el Santísimo Cristo de las Victorias.


 

Cuando le pregunto a Valentín por el futuro de este oficio, sus ojos tornan a tristeza ante su temor de que esta actividad desaparezca; primero me habla de la enorme burocracia y trabas de las administraciones públicas, de las tasas por ganado y pastos, y de la poca limpieza y cuidado de las veredas, cañadas y zona de descanso del ganado.
En el pueblo de Molina con unos cuatro mil habitantes, solamente hay tres familias que se dediquen al pastoreo y el ganado; comentándome Valentín  que el censo de ovejas a nivel comarcal ha bajado de manera alarmante y que la gente joven no quiero dedicarse a un oficio duro y de continua dedicación…; pues los animales necesitan cuidados todos los días, no entendiendo de fiestas, vacaciones, etc…

 

De hecho la falta de ganado en los montes, es una de las causas que según los expertos en la materia, hacen que los incendios forestales  sean cada vez  más devastadores y de difícil extinción.
Acabamos la entrevista al calor de la estufa en un ventoso y desapacible día de nochebuena, con el ánimo de Valentín aludiendo a la gente joven, a esas personas que en las ciudades viven en precario, o a muchos que no saben hacia donde orientar sus vidas…; que se planteen el trabajo de la ganadería, porque el contacto continuo con los animales y con la naturaleza te compensan con creces las horas y la dedicación.

 

 

De hecho Valentín en las noches de verano, es un privilegiado de junto al tintineo de los cencerros y campanillos, y entre ladrido y ladrido de sus compañeros los perros-pastor, observar la cúpula celeste que por estas tierras del interior peninsular, son un espectáculo indescriptible.



A eso de las 14 horas regresé a casa, con la satisfacción de haberme reencontrado con un buen amigo, con una persona buena e inteligente; y confirmándome de nuevo, la idea de que las gentes más humildes y sencillas, son las personas que más cosas te reportan: enseñanzas, sabiduría y modelos de ser y de vivir.


 
Acabo este post, brindando con todos/as vosotros/as por el nuevo año, y por la buena gente.


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