Estos días en muchos pueblos y
ciudades se celebran las fiestas en torno a San Antonio de Padua, la festividad
en concreto es el día13 de junio; la
Iglesia suele nombrar las festividades, en el día que consideran que el Santo
en cuestión “nace” en la santidad, es decir el día que muere físicamente, y
Antonio lo hizo el 13 de junio de 1231 en Arcella, una barriada perteneciente a
la localidad de Padua (Italia).
Su verdadero nombre era Fernando de
Bulhoes; y con ese nombre se le bautizó en Lisboa, a finales del siglo XII.
Es en el año 1120, cuando ingresando
en la Orden Franciscana como fraile, le es cambiado el nombre de Fernando, por
el de Antonio.
Desde siempre he tenido una
vinculación especial con este Santo, es decir que he sabido más de él que de otros;
y esto ha sido así por todo lo siguiente:
Mi madre nació en Torrebaja; un
pequeño pueblo de interior de Valencia, sito en la comarca del Rincón de
Ademuz; nació en unamuy humilde casa,
ubicada en lo que había sido el antiguo Camino Real que unía Valencia con
Aragón, vía Chelva; conocido ya cuando mi madre nació como calle del Cantón,
aunque popularmente le llamaban del perché, por haber varios vecinos poseedores
de caballos percherones, es decir esos dedicados al arrastre y transporte de
grandes cargas.
Dicha calle está asentada en el valle
del río Turia, en el margen derecho de éste,y termina a las orillas de otro río, en este caso el Ebrón, habiendo
sufrido en cuantiosas ocasiones la bravura de ambos ríos sobre todo en la época
de deshielos, siendo los vecinos del Cantón, expertos en subir sus enseres a
las plantas superiores de la casa, pues ambos ríos han visitado sus moradas en
infinidad de veces…
Justo al final de la calle, y junto
al “cantarín y alegre” río Ebrón, se sitúa un pairón, o como dicen por estas
tierras casilicio, dedicado al Santo fallecido en Padua, y que desde siempre
los vecinos de barrio han cuidado, y venerado con intenso fervor.
Mi madre me cuenta que cuando ella
era pequeña el tío Amadeo y la tía Amparo, eran los encargados del cuidado del
pequeño monumento, y que todas las noches encendían un farolillo con aceite;
farolillo que se ha seguido encendiendo al caer el sol, hasta no hace muchos años,
cuando el Ayuntamiento de Torrebaja con la colocación de farolas en la calle,
puso también una bombilla en el interior del mismo; ahora es otro vecino,
Vicente Soriano el que se encarga del cuidado y mantenimiento del monumento y
del entorno.
La tía Amparo y el tío Amadeo, eran
los dueños de la primera casa que hay entrando al pueblo proveniente de Ademuz,
por lo que era el antiguo Camino Real, gente buena y sencilla, que además
fueron los padres de la que desde niña ha sido y es una de las mejores amigas
de mi madre, me refiero a Antonia Tortajada, (Tonica).
Tal vez por todas estas vinculaciones,
mi madre siendo muy niño, tanto a mis hermanos como a mí, nos cantaba una canción que hablaba de San
Antonio, de un huerto y de miles de pajaritos…
Una canción que me encantaba
escuchar, sobre todo porque además me imaginaba que todo esto pasaba en
Torrebaja, en ese tramo de la calle del Cantón, y que los cientos de pajaritos
entraban en la casa del tío Amadeo y la tía Amparo.
Y es que esa parte del pueblo es muy
tranquila, sólo tiene casas a un lado; habiendo enfrente en otros tiempos una
frondosa y exuberante huerta, hoy reducida a pastos, víctima sin lugar a dudas
de la despoblación y con ello del abandono de la agricultura; y como motivo de
esa tranquilidad y de su situación en pleno campo, no es raro escuchar el piar
de cientos de aves, el zumbido de los insectos, el canto de los grillos en las
noches de verano, bajo un intenso tintineo de un cielo estrellado, o inhalar
los diversos aromas surgidos de las flores y de los manzanos.
La canción en sí, se basa en una
leyenda de cuando Fernando (S. Antonio de Padua) contaba con ocho años de edad,
y a las afueras de Lisboa, su padre le pidió que cuidara de un huerto cuyo
trigo estaba recién sembrado, y evitase como fuera que los gorriones se
comiesen las semillas y el grano recién plantado…
La canción viene a decir lo
siguiente:
Divino Antonio precioso,
suplicad al Dios inmenso
que con su gracia divina
alumbre mi entendimiento
para
que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Desde
niño fue criado
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado
y del mundo admiración.
Fue
caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.
Su
padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
Y tenía
un huerto
donde recogía
cosechas y frutos
que el tiempo traía.
Por la
mañana, un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa
cosa que nunca olvidaba.
Y le
dice: «Antonio,
ven acá, hijo amado,
escucha que tengo
que darte un recado.
Mientras
que yo estoy en misa,
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.
Entran
en el huerto
pican el sembrado,
por eso te advierto
que tengas cuidado».
Cuando
se ausentó su padre
y a la iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando
y a los pájaros llamó:
«Venid,
pajaritos,
no entréis en sembrados,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.
Para
que mejor yo pueda
cumplir con mi obligación
voy a encerraros a todos
dentro de esta habitación».
Y los
pajaritos
entrar les mandabas
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.
Por
aquellas cercanías
ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron
cuando Antonio les llamó.
Lleno
de alegría,
san Antonio estaba,
y los pajaritos
alegres cantaban.
Cuando
se acercó su padre,
luego les mandó callar;
llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:
«Ven
acá, Antoñito;
dime, hijito amado,
¿de los pajarillos
qué tal has cuidado?»
El niño
le contestó:
«Padre, no tenga cuidado
que, para que no hagan mal,
todos los tengo encerrados».
El
padre que vio
milagro tan grande
al señor obispo
trató de avisarle.
Acudió
el señor obispo
con gran acompañamiento
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron
ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
se quieren marchar.
Antonio
les dice entonces:
«Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan
hasta que yo no lo mande».
Se puso
en la puerta
y les dijo así:
«Ea, pajaritos,
ya podéis salir.
Salgan
cigüeñas con orden,
águilas, grullas y garzas,
avutardas, gavilanes,
lechuzas, mochuelos y grajas.
Salgan
las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.
Salga
el cuco y el milano,
zorzal, patos, y andarríos,
canarios y ruiseñores,
tordos, jilgueros y mirlos.
Salgan
verderones
y las cardelinas,
también conjugadas
y las golondrinas».
Al
instante que salieron
todos juntitos se ponen,
escuchando a san Antonio
para ver lo que dispone.
Antonio
les dice:
«No entréis en sembrado,
marchad por los montes,
los riscos y prados».
Al
tiempo de alzar el vuelo
cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio
y su ilustre compañía.
El
señor obispo,
al ver tal milagro,
por diversas partes
mandó publicarlo.
Antonio bendito,
por tu intercesión
todos merezcamos
la eterna mansión.
Sin lugar a dudas la parte de la
canción que más me gustaba, y a día de hoy sigue siéndolo, es cuando Antonio
pide a los pájaros que salgan de la habitación; recuerdo una vez que le hice a
mi madre repetir esa estrofa infinidad de veces, hasta que pude copiar la
relación de aves; para después buscarlas en eldiccionario “rances” que tenía
para el colegio, a ver cómo eran, e investigar si estos pájaros vivían en
Torrebaja, convencido de que todo aquello había pasado a orillas del río Ebrón.
Fuera como fuese, son recuerdos de
esos que nunca te olvidas, que llevan aparejado para siempre la inmensa querencia
y el recuerdo de las personas, como Amadeo Tortajada, al que
cuantas cosas le preguntaría ahora sobre su vida y su profesión, pues se
dedicaba a hacer el machimbrado de cañizo, con el que se cubrían la vigas, y
sobre los cuales se disponían los tejados, a lo largo y ancho del Rincón de
Ademuz.
O la tía Amparo, que siempre junto a
su cocina de leña, estaba afanada en mil tareas…
En fin que me apetecía contaros de este
recuerdo, de esta canción, de su leyenda …; dedicando este post, a las personas
que nombro en él, y que ya no están desde mis abuelos Jesús y Clotilde, al
matrimonio de Amadeo y Amparo, a mi madre y a su amiga Tonica Tortajada, y a mi amiga
Lucía (Luci) Martín Tortajada, que estoy seguro esta historia le va a encantar.
FINEM.
Siempre he admirado a todas esas personas que de forma voluntaria, altruista y con el único afán de hacer más agradable la vida en un lugar determinado llevan a cabo toda clase de trabajos e iniciativas.
En esta ocasión me voy a referir a la Asociación de Mujeres Santa Marina de Torrebaja; no llegará a un par de años, un nutrido grupo de mujeres deTorrebaja (Valencia), decidieron crear y poner en marcha una asociación que sin ánimo de lucro pudiera servir como nexo de unión para incentivar la amistad, la convivencia, y así mismo estimular la actividad cultural, instructiva, lúdico y festiva en la localidad de Torrebaja.
Desde entonces muchas han sido las iniciativas realizadas; desde manualidades, exposiciones culturales, jornadas gastronómicas, actividades lúdicas, charlas, recuperación de usos y tradiciones antiguas, e incluso el pasado mes de marzo realizaron una falla. (De esto ahora os contaré).
Jornada gastronómica
En las pasadas fiestas patronales, la Comisión de Fiestas otorgó un Premio a esta Asociación, en reconocimiento a esta importante labor, y como herramienta impulsora para que ésta creciese y cada vez fuesen más los integrantes que formasen parte de esta entidad.
Entrega Premio Torrebaja 2011
Tal vez el nombre “de mujeres” la hace un poco excluyente, y no estaría mal que en la Asamblea de Socios se replantearan el cambio del nombre, a algo como Asociación cultural, o Asociación de amig@s... de Torrebaja Santa Marina.
La cuestión y como os decía al comienzo es que el pasado mes de marzo, en la comarca del Rincón de Ademuz también se plantaron fallas, tal vez no tan barrocas y grandes como las que se plantan en la ciudad de Valencia y su área metropolitana, pero sí realizadas con el mismo cariño e ilusión.
Desde el mes de enero, por un lado los niños y niñas de Torrebaja en la ludoteca municipal bajo la dirección de su gerente Silvia realizaron un sencilla fallita, de gran colorido que desde luego mostró la gran habilidad manual de los más jóvenes torrebajeros.
Falla Infantil
Así mismo las integrantes de la Asociación de Mujeres Santa Marina, también desde las fiestas navideñas, comenzaron a realizar una preciosa y divertida falla que bajo el lema “Torregolg” hacía referencia de forma jocosa al gran macroproyecto de campo de golf, urbanizaciones y hoteles de lujo que desde hace varios años está en ciernes sobre Torrebaja.
Falla grande
Así pues cantidad de “ninots” y escenas rodeaban el remate de la misma representado por un gran hotel de cinco estrellas.
Escenas de la falla
La falla la realizaron en los locales municipales del denominado Centro Social, para luego ser trasladada a mano y en varias furgonetas a una explanada junto a la calle Valencia o calle nueva.
Las hacedores y artistas falleras
El día 18 de marzo de 2012 a eso de las 10:00 de la mañana, Torrebaja despertaba al nuevo día con dos fallas plantadas, una infantil y otra mayor; que desde luego supuso todo un revulsivo para los habitantes del pueblo, ya cansados del invierno y con ganas de una primavera que todavía no llegaba.
A lo largo del día se tiraron diversos artilugios pirotécnicos, si hizo chocolate y buñuelos, y al medio día un gran asado del delicioso embutido local al que acudió la práctica totalidad de la población.
Haciendo el asado popular
La quema de la falla la habían previsto para las 21:00 horas, pero el relente de la huerta, el incipiente cierzo, y la caída de las temperaturas, obligaron a adelantarla a las 19:30 horas.
"Cremá" falla Infantil
El magnífico trabajo realizado pasó a ser pasto de las llamas en pocos minutos, dejando en las pavesas al cielo, la ilusión, el esfuerzo y el orgullo de un pueblo por superarse día a día.
Desde este humilde blog, mi admiración, cariño y reconocimiento a los niños y niñas de Torrebaja por su falla infantil, y a la Asociación de Mujeres Santa Marina de Torrebaja, por ese gran trabajo, por su calidad humana y por hacer de Torrebaja, un pueblo aún mejor si cabe para estar y vivir.
¿Quién sabe si esto no es la simiente para que en Torrebaja se asiente la tradición de hacer fallas? Desde luego que la semilla está plantada, ahora entre todos debemos garantizar que germine.
En muchos pueblos de la cultura mediterránea desde tiempo inmemorial, se realiza la fiesta del chopo, que suele coincidir con la primavera, y que está vinculada a los ritos de iniciación de la madurez de los jóvenes, de ahí que normalmente fuesen los quintos los encargados de la fiesta, al menos en el Rincón de Ademuz (Valencia).
Dos pueblos de los siete que conforma esta comarca siguen realizando esta fiesta de forma destacada Casas Altas y Castielfabib, el primero con motivo de las fiestas de la Trinidad, siete sábados después del domingo de Pascua, y el segundo, la tarde del sábado de Gloria.
Chopos de Castielfabib 2011
Pero esta fiesta también se celebraba en Torrebaja, que dejó de llevarla a cabo hará unos treinta años.
Este año Isabel López Valero, una de esas personas de las cuales debía haber tres por cada pueblo, pensó que sería una buena iniciativa, y desde luego una alternativa de ocio y esparcimiento para los más jóvenes la recuperación de esta fiesta; así que dicho y hecho con medios precarios y mucha ilusión Isabel puso en marcha toda la faena para la recuperación de la fiesta.
El Domingo de Resurrección a eso de las 19:00 horas, bajo una lluvia de esa que en Galicia denominan orbazo, los jóvenes del pueblo bajaron hasta la ribera del río Ebrón y cortaron un chopo de dimensiones considerables y poca edad.
Ribera del Ebrón (llueve)
Posteriormente tras pelarlo de hojas, ramas y nudos (excepto en la copa), lo trasladaron a hombros hasta el emplazamiento donde por la noche se plantaría, en pleno centro del pueblo.
Traslado del chopo
Y a eso de la media noche comenzaron los trabajos para “plantar” el chopo; la precariedad en los medios seguía siendo consistente, y aunque ahora ya no llovía, muchos eran los ojos, pero pocas las herramientas, y lo que es peor los brazos dispuestos a cavar, así queentre Antonio y Fina Díaz (otras dos grandes personas) y algún vecino más que no se identificar, hicieron un agujero en la tierra de un metro y medio más o menos.
Después varias personas como José Luis Yuste, Daniel “Caldillos” o Dionisio Aparicio, mostraron su destreza en como colocar las cuerdas, los tensores, y una tabla que guiase al chopo hacia el agujero.
Poco a poco, con ayuda de niños y mayores, el chopo comenzó a alzarse hacia el cielo de Torrebaja, con algún pequeño susto que otro, hasta que a eso de la una de la madrugada, Torrebaja lucía con orgullo su chopo de primavera, treinta años después, y con la plena ilusión de que el año que viene la fiesta irá a más.
Chopo de Torrebaja
Quiero finalizar este post, felicitando y agradeciendo a Antonio Díaz Lozano el gran esfuerzo que siempre lleva a cabo por todo lo que atañe a Torrebaja y sus gentes, pese a las dificultades físicas que padece.
Antonio Díaz Lozano
Y de igual manera a Isabel López Valero su ilusión, entusiasmo y saber hacer, que conllevaa que Torrebaja tenga cantidad de actividades lúdicas, culturales y de ocio a lo largo y ancho del año.