Días como el de ayer nos
recuerdan que somos mortales, y que los grandes hombres también dejan de
existir. Me estoy refiriendo a la desaparición de Santiago Carrillo Solares.
La transición democrática reunió
a grandes políticos que desde todas las vertientes ideológicas supieron poner
la responsabilidad y la altura de miras, en pos de la creación de un estado
democrático donde los derechos fundamentales y las libertades públicas
estuviesen garantizados.
Personas como Manuel Fraga,
Miguel Herrero de Miñón, Dolores Ibarruri, Rafael Alberti, Miquel Roca, Emilio
Attard, Alfonso Guerra, Gutiérrez Mellado, Solé Tura, Adolfo Suárez o el propio
Santiago Carrillo, supieron dejar de lado sus posiciones ideológicas primarias,
incluso enfrentándose a los suyos que entendían aquello como una sumisión, en
busca de poder sacar adelante un país
aletargado por la dictadura franquista, sumido en una terrible crisis económica y que ansiaba la
libertad de forma incuestionable.
Desde pequeño me ha apasionado la
historia, y por ende también la historia de España, siendo uno de mis episodios
favoritos el relativo a la transición de la dictadura franquista a la
democracia, por la mezcla de sentimientos, anhelos y también decepciones en
unas y otras posiciones ideológicas que se fueron sucediendo en aquellos años.
Así fue como desde muy joven conocí la figura de Santiago Carrillo; para mí
tanto él como Adolfo Suárez son los protagonistas indiscutibles de aquel
periodo, y también los máximos responsables junto al pueblo español de que
aquello saliese bien. Tomaron posiciones impensables unos años antes;
posiciones que les hicieron enfrentarse a sus propios correligionarios que les
acusaban de traidores y de haberse entregado al adversario ideológico.
Fue muy simbólico cuando tras
varias reuniones en secreto entre Carrillo y Suárez, éste decidió legalizar el
Partido Comunista el sábado santo de 1977, para evitar posibles altercados;
decisión valiente ésta si recordamos que tan solo tres meses antes se había
producido una matanza de abogados laboralistas vinculados al Partido Comunista
en las inmediaciones de Atocha, por parte de grupos de extrema derecha.
También había leído que los
dirigentes del Partido Comunista en los últimos años de clandestinidad se
habían reunido varias veces en un viejo molino, en el hoz del río Gallo de
Molina de Aragón (Guadalajara), cosa que me sorprendió pues yo soy natural de
dicho pueblo; allá por el 2004 tuve el placer de escuchar en una conferencia al
gran Carrillo y me acerqué después a saludarle, al decirle que yo era de
Molina, él me recordó el frío que pasaban en las reuniones que hacían por
aquellos lares, pero a su vez el buen recuerdo que tenía de las gentes de la
zona.
( http://blogdeoscarpardodelasalud.blogspot.com.es/2012/05/un-paseo-por-el-barranco-de-la-hoz-en.html)
( http://blogdeoscarpardodelasalud.blogspot.com.es/2012/05/un-paseo-por-el-barranco-de-la-hoz-en.html)
La conferencia que dio Carrillo
daba muestras de que quien hablaba era un humanista con un gran ideario, que
decía lo que pensaba y que vivía como pensaba, con mensajes hacia la esperanza,
en pos de la convivencia pacífica con el máximo respeto hacia el que piensa
distinto, ecologista, etc… en esos momentos era un joven de 89 años. Un
compañero de la facultad y buen amigo Agustín Mas, recuerdo que me dijo: “ojalá muchos amigos nuestros fueran tan jóvenes ideológicamente
como este hombre…”
La extrema derecha siempre le ha
tenido inquina y le han atribuido el genocidio que hubo en plena guerra civil
en el pueblo madrileño de Paracuellos del Jarama; cuando el bando gubernamental
y el bando franquista luchaban por el control de la ciudad de Madrid, los
republicanos trasladaban a presos políticos de las cárceles madrileñas en lo
que se denominaban sacas; según la Causa
General (teniendo en cuenta la fiabilidad que tiene esta fuente) se asesinaron a
2500 personas, siendo la mayor matanza hecha por el bando republicano; en esos
momentos Carrillo era Delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de
Madrid de ahí que le acusen de al menos haber estado enterado de lo sucedido. Carrillo
siempre negó su responsabilidad y así lo han atestiguado historiadores como
Paul Preston, el cual argumenta que en un momento desesperado en el contexto de
una terrible guerra, pudo ser cualquiera el que decidiera aquella terrible opción, y que por encima de Carillo había al
menos quince personas que podían haber tomado esa decisión…, pero también
argumenta Preston, fue más fácil para el franquismo acusar a Carrillo, para así
alimentar su propaganda contra el comunismo y contra su propia persona.
Si os preguntáis por mi opinión, os comento: primero que una guerra es lo peor que puede ocurrirle a cualquier pueblo, donde todos, absolutamente todos son vencidos, por muchos juegos florales que unos y otros pretendan hacer. Así mismo que en esos momentos salió lo mejor y lo peor de muchas personas en todos los bandos y bajo el paraguas de todas las ideologías. Y por último que conociendo la trayectoria personal y política de Santiago Carillo, yo estoy seguro que él nunca consintió ni mandó hacer aquel genocidio.
Si os preguntáis por mi opinión, os comento: primero que una guerra es lo peor que puede ocurrirle a cualquier pueblo, donde todos, absolutamente todos son vencidos, por muchos juegos florales que unos y otros pretendan hacer. Así mismo que en esos momentos salió lo mejor y lo peor de muchas personas en todos los bandos y bajo el paraguas de todas las ideologías. Y por último que conociendo la trayectoria personal y política de Santiago Carillo, yo estoy seguro que él nunca consintió ni mandó hacer aquel genocidio.
Cuarenta años después de aquella terrible guerra, y al poco de morir Franco, Carrillo
regresa a España; y lo hace con la famosa peluca;
y viene decidido a que transformando sus viejas ideas del comunismo republicano, adaptarse a las circunstancias de la nueva realidad con una evolución ideológica que lo llevan a hablar del eurocomunismo (lejos del comunismo de la Unión Soviética) y que incluso tras el 23 F se defina como un republicano “Juancarlista”.
Es decir un político de rompe y rasga, de los que nos vendría como anillo al dedo en estos momentos tan complicados para el país, por la terrible crisis económica y financiera, donde sin lugar a dudas bajo la excusa de la situación económica se está aplicando ideología liberal y de feroz capitalismo.
y viene decidido a que transformando sus viejas ideas del comunismo republicano, adaptarse a las circunstancias de la nueva realidad con una evolución ideológica que lo llevan a hablar del eurocomunismo (lejos del comunismo de la Unión Soviética) y que incluso tras el 23 F se defina como un republicano “Juancarlista”.
Es decir un político de rompe y rasga, de los que nos vendría como anillo al dedo en estos momentos tan complicados para el país, por la terrible crisis económica y financiera, donde sin lugar a dudas bajo la excusa de la situación económica se está aplicando ideología liberal y de feroz capitalismo.
Leer sus libros, escuchar sus
conferencias, y sus intervenciones en el programa de la Cadena Ser “La Ventana”,
me han hecho encariñarme y entusiasmarme con ese joven de 97 años, al que desde luego se le va a echar mucho de menos, y al que no podremos
pedirle consejo de que hacer en una u otra cuestión.
Me gustaría dejar este mundo como
lo ha hecho él, viviendo hasta el último instante de su aliento, inconformista,
pensador y luchador en pos de un mundo mejor.
Acabo este post, recordando
aquella imagen del Congreso de los Diputados el día que Tejero y algunos melancólicos
de regímenes pretéritos pretendieron dar al traste con la Democracia; en mitad
de decenas de disparos, se quedaron sentados tranquilamente en sus escaños Manuel
Gutiérrez Mellado, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, éste último fumándose un
cigarro.
¡Viva el espíritu de Santiago
Carrillo y vivan los hombres libres y valientes!