sábado, 19 de julio de 2025

Ser más lento que los arrieros de Molina...

 


En los pueblos de la Sierra de Albarracín y del valle del Jiloca (Teruel), cuando una persona es un tanto lenta o tranquila, se le espeta una frase que dice así: “Venga, que eres más lento que los arrieros de Molina que, se levantaban a media noche para salir a medio día”.



            La cuestión que esta frase análoga a la de “ser más lento que el caballo del malo”, no es conocida en la propia Molina; y siempre que la escucho, no puedo evitar esbozar una sonrisa.

           Cuando la escucho la rebato, no por ese amor patrio de si los molineses somos tranquilones o no; sino que de aplicarse, de forma literal, nada de lentitud representaría,  sino solamente ser precavidos y previsores; sea como fuese, aquí os cuento:

Puerta de Molina (Albarracín)

            Desde la ciudad del río Gallo (Molina de Aragón), hasta la puerta de Molina de la turolense Albarracín, hay unos 75 kilómetros; en la actualidad, con un coche eso supone en torno a una hora y cuarto de tiempo, pues las carreteras son de alta montaña; pero a aquellos hombres y mujeres que se dedicaban al transporte de todo tipo de productos, por los caminos de la época, y usando de “motor”, burros, mulas o caballos, es decir a los arrieros, esa distancia suponía si la carga era ligera y la climatología buena, un par de días, si la carga era pesada o el tiempo estaba revuelto, la travesía podía pasar a durar de tres o cuatro días…; por lo que el dicho de ser cierto, supondría que los arrieros de Molina eran muy muy organizados, ante lo que podía pasar.


            


        La cosa es que aquellos arrieros digamos que, fueron el antecedente de las actuales empresas de transporte y paquetería.

    Y de ese oficio, otro dicho popular: “arrieros somos y por el camino nos encontraremos”.

            Este refrán es una manera elegante (y a veces sutilmente amenazante) de advertir que la vida da muchas vueltas, y que es posible que uno se cruce de nuevo con las mismas personas en otras circunstancias; y por tanto si te portas bien con la gente, (esa siembra), la tendrás de vuelta, pero si eres un malaje, pues también.

            Y hablando de Albarracín, de Molina de Aragón y de arrieros, no podríamos dejarnos Cuenca (muy próxima), y cuyo plato estrella es el Ajoarriero.




Ingredientes básicos: bacalao desalado, ajo y aceite de oliva; fácil de cocinar, de conservar y de untar en el pan, además de ser comida calórica; de ahí que fuese algo común en el menú diario de los arrieros; de ahí su nombre.




 A día de hoy nuestro país, según la página del Ministerio de Transportes del Gobierno de España, tiene unos 15.500 kilómetros de autovías y autopistas.



La red de alta velocidad española (AVE y otros trenes que circulan por líneas de alta velocidad), tiene una extensión aproximada de 3 970 km, lo que la convierte en la más extensa de Europa y la segunda del mundo, tras China.



Y según Aena en los primeros seis meses del año 2025, ciento cincuenta millones de pasajeros, han pasado por los aeropuertos españoles.

Con estos datos, parece casi ciencia ficción, que hasta los años 50 y 60 del pasado siglo XX, es decir en términos históricos, antes de ayer, en nuestro país, gran parte de las mercancías se transportaran con carros y mulas por estos arrieros, surcando caminos, y veredas marcadas a los largo de los años.






 O que la madera, se transportarse desde la montaña a las grandes serradoras, a través de la fuerza de los ríos, en lo que denominaban las maderadas.



Esas gentes de vidas duras y trabajadas contribuyeron de forma importante, a que hoy España, sea el gran país que es.


Así pues, sirva este post, como homenaje y recuerdo a aquellos arrieros, entre otros mi abuelo Nicanor Pardo Leal. FINEM.

 

domingo, 9 de febrero de 2025

Un paseo por Pardos (Guadalajara).

 




Dice el refranero español que, “de noche todos los gatos son pardos”, refiriéndose a que en la oscuridad es difícil distinguir las cualidades de alguien o algo.

La Real Academia de Lengua dice en su primera acepción que pardo, se refiere a un color, semejante al de la tierra, o al de la piel del oso, y que tira a marrón o rojizo, y de ahí viene el nombre de este pueblo y de su sierra, las tierras pardas; por eso Pardos se mimetice absolutamente en las tierras que lo rodea.

 

Se puede acceder a la localidad por una carretera local en buen estado, proveniente de la que va desde Rueda de la Sierra a Hinojosa, o por caminos a través de los montes de Canales y Pardos.

En esos montes, también todos ellos de color pardo, existen un conjunto de yacimientos y minas, a otrora explotados, donde se encontraron grandes vetas de cobre, cristal de roca y piritas de hierro.

Incluso plata se encontró por la zona; un industrial italiano de nombre Roberto Garrachupati, fue el encargado de esta explotación.

            Un paseo por la zona, aprecia las vetustas instalaciones mineras, si bien los túneles están cegados, pero sigue habiendo enormes pozos, que hacen un tanto peligroso el paseo por la zona, sobre todo en épocas de nieve, o en horas de poca visibilidad

            Pardos, como toda la zona de la comarca de Molina de Aragón, también ha sucumbido a ese mal que asola nuestro país, la despoblación…; a mitad de siglo XX, Pardos lo habitaban medio millar de personas, en el último censo del año 2024, los empadronados ascendían a 24 habitantes.

            Si bien todo lo anterior, no es óbice para que en los fines de semana y en los períodos vacacionales, la población se multiplique incluso por quince.

            En la zona, son famosas, por lo divertidas y acogedoras las fiestas patronales, que se suelen realizar a mediados de agosto; fiestas en las que no falan las comidas populares, y un buen remojón en el pilón que preside la plaza del pueblo.

            Vichear el Instragam de la cuenta @pardosvivelo; da muestra de lo anterior que comento.

            La fuente cuya agua viene directamente de un manantial, está construida en robusta piedra caliza del terreno y según reza en un letrero, data del año 1912; por lo que lleva suministrando a las gentes de Pardos, el líquido elemento desde hace 113 años.

          

 


 



    

    La vida del municipio gira en torno a la plaza de la fuente, al pabellón construido para eventos, el juego de pelota y a la iglesia, abocada a Santo Domingo.

            Junto al arroyo de Pardos que, aguas más abajo contribuye a la hermosura del paraje denominada Monasterio de Piedra, el Gobierno de Castilla la Mancha, construyó un pabellón para todo tipo de eventos públicos y privados que, precise la población.




            En la parte alta del pueblo, saliendo hacia los montes de Pardos  y Canales, se encuentra el juego de pelota; al igual que el resto de la comarca de Molina de Aragón, tras la conquista cristina, se repobló la zona con vascos, los cuales se trajeron sus costumbres, entre otras el juego de pelota, de ahí que en todos los pueblos y aldeas de la comarca haya uno; era la instalación deportiva de la época, y rara era la localidad que no tenía la suya propia, al igual que pasa hoy, con los campos de pádel.

            El juego de pelota, data del año 1888, y pese a estar remozado con cemento, se vislumbra a la perfección la piedra arenisca de rodeno, tan característica de la zona.



            





    El vallado de la zona alta del tapial, con decenas de pelotas incrustadas, dan testimonio de la afición al juego.

            


    Así miso la Iglesia, situada a la entrada del municipio, viene a ser el edificio más alto del municipio, cuya espadaña destaca desde cualquier perspectiva.


            






    Dos campanas de considerable tamaño, se asoman al vano, y cuyo tañer, llega a todos y cada uno de los rincones del pueblo.

Junto al templo se haya el cementerio y la ermita de la Virgen de la Soledad, la cual se encuentra en bastante buen estado; sobre todo si la comparamos con la dedicada a San Pedro, la cual está convertida en una pura ruina, distinguiéndose su avocación, porque en el dintel de la puerta, se observan las simbólicas llaves del cielo.

            De camino hacia las eras del municipio, nos encontramos con un característico pairón; construcciones típicas por estos lares, siempre dedicas a un santo; en este caso a Santa Bárbara, la de las tormentas, y es que Pardos es un pueblo inminentemente agrícola, por lo que el tema de las tormentas son muy observadas de cerca, sobre todo a finales de verano, no vaya a ser que estropeen los girasoles, y las toneladas de pipas que salen de sus campos; también es tierra de trigo y cebada; y desde luego también de ganado.

            En el camino que, sale hacia Tartanedo se encuentra otro pairón, éste dedicado a las ánimas, y que el devenir del tiempo ha hecho que su inclinación, pelee con las leyes de la gravedad.

            El clima del municipio es como es de toda esta zona de Molina, a la que los meteorólogos denominan la Siberia española, inviernos muy fríos, primaveras y otoños, frescos y lluviosos, y veranos con días de calor, y noches, que difícilmente se puede salir de casa sin un suéter fino.

            Por cierto, hablando de las noches, Pardos, está a unos 1.181 metros de altitud, muy alejado de grandes focos luminosos y de contaminación, por lo que lo hacen un lugar ideal para observar el cielo; tal vez por eso, uno de sus hijos, don Antonio Vela y Herranz, le dio por estudiar física y astronomía, convirtiéndose en el director del Observatorio Astronómico de Madrid entre el año 1919 al 1927.

            En primavera y otoño, tras las primeras lluvias, muchos de los montes próximos a Pardos, son prolijos en la cría de setas de cardo y champiñón, un manjar exquisito, elaborado de mil maneras.




            En las zonas que no se han convertido en campos de labor, las encinas y las carrascas los imperan todo; y no es raro en cualquier paseo por el campo, encontrarse con corzos, jabalíes, conejos o zorros; además de decenas de aves, algunas estacionarias, y muchas de paso.

            

Hablando de pájaros viajeros, en primavera y otoño es algo muy normal, primero escuchar el bullicio y luego verlas volar en forma de flecha, las miles de gruyas, que desde la laguna de Gallocanta, muy próxima a Pardos, van y viene a invernas o veranear.


Foto de: Grulla común volando, pájaros, Grus grus | Foto Premium

            Pasear por las calles de Pardos, entre casas de piedra y mampostería, es pasear, por un pueblito tranquilo, armonioso, y que inspira a la desconexión y al sosiego.


            

    

    




    No podemos despedirnos de Pardos, sin antes haber visitado el lavadero, y la denominada fuente nueve o bomba, de la cual se extrae el agua potable para el pueblo.

            Si pasáis por Pardos, ya me contaréis. FINEM

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