domingo, 27 de septiembre de 2015

Un paseo por TORETE en la vega del río Gallo.



 
En los confines del antiguo Señorío de Molina, en la profundidad del valle del río Gallo, una vez que éste ha pasado junto a los tapiales de la ermita de la Virgen de la Hoz,  y totalmente mimetizado entre pinos, sabinas y bosque de ribera, aparece como de repente el pueblo de Torete.

 
Torete está a 964 metros sobre el nivel del mar, en mitad del valle y rodeado de grandes cerros como el del Castillo, el Castaño y el Picón de los Burros;  dejó de ser pueblo independiente como tal, para convertirse en pedanía de Corduente el 7 de febrero de 1974; y según el Instituto Nacional de Estadística, Torete cuenta con 30 habitantes.

 
 
 

Visto desde los cerros del frente al otro lado del río, Torete, más que real, parece un lienzo al óleo, mostrando un paisaje de inefable belleza, y que no es más que preludio de las cientos de sensaciones, todas ellas buenas que se tendrán al recorrer sus calles y plazuelas.

 

El pueblo de Torete está atravesado por la serpenteante carretera que desde Molina arriba hasta el pueblo de Cuevas Labradas.  (http://blogdeoscarpardodelasalud.blogspot.com.es/2013/06/un-paseo-por-cuevas-labradas-en-el.html); pasando la travesía por las dos plazas con las que cuenta el pueblo.

 
 
 

La primera de ellas está conformada aprovechando el espacio rectangular que deja el denominado juego de pelota, tan típico en todos los pueblos de la comarca molinesa, estando presidido por un Ayuntamiento, construido en los años, en que estos pueblos pinariegos estaban en pleno esplendor por la industria resinera.


 
 
 

Y es que Torete siempre ha vivido de sus recursos naturales, siendo la resina el sector que más trabajo proporcionaba, pero también la fuerza motriz del  agua del Gallo, daba para poner en marcha la maquinaria de una gran herrería, de la que hoy apenas quedan unos lienzos de pared.
 
Restos de la vieja Herrería
 
 Así mismo Torete ha sido y es uno de los pueblos más huertanos de la comarca, buena tierra, agua en abundancia, y una orografía que en cierta manera lo han protegido de los rigores climatológicos, han hecho de Torete un referente en lo que a huerta e incluso árboles frutales se refiere, en una comarca donde el extremo frío ha condicionado mucho estas cuestiones.

 

Pasear en primavera, verano e incluso otoño entre la ribera derecha del río, y las primeras casas, supone todo un catálogo en lo que a botánica huertana se refiere.

 
  

La otra plaza con la que cuenta Torete, está más desdibujada; me refiero a que tiene una forma irregular, estando presidida por una hermosa fuente de piedra rojiza, restaurada en el año 1926,  y cuyo abrevadero y dos caños, han sido durante décadas el punto de encuentro y reunión del pueblo.

 

De los dos caños, surge una agua fresca y de gran calidad, que en continuo diálogo rompen el silencio y sosiego que lo impera todo por las calles de Torete.

 

A la derecha una iglesia de nueva planta construida en los años 60 del pasado siglo XX, por unos albañiles de Molina; y que vino a sustituir a la vieja iglesia  y al horno de pan que amenazaban ruina.

 
 
 

Una curiosidad en el interior de la iglesia es la gran sabina de tres brazos, cuyas ramas ejercen de peanas para los patrones del pueblo Nuestra Señora de la Asunción y San Roque.
 
Arriba de la plaza y presidiendo la totalidad del pueblo la torre del reloj, parado en una hora desde tiempo inmemorial, igual que pasa en el vecino pueblo de Cuevas Labradas, no lo está por falta de electricidad, sino por falta de manos humanas que den cuerda al reloj, pues efectivamente amigos/as lectores/as; el reloj de la torre de Torete pese a sus grandes dimensiones de casi un metro de esfera, sigue siendo de cuerda; estando en perenne silencio su campanil de bronce…

 

Esta torre y su reloj, se construyeron como reza en su fachada allá por el año 1964, ostentando la vara de mando el señor Iluminado Novella, siendo una muestra más de aquel esplendor que trajo a la zona, la industria resinera.

 

No nos podemos marchar de Torete sin caminar por la ribera de río Gallo,  entre salgas y choperas, paseando de puente a puente, y descansando un poco en el merendero, centro de reuniones y tertulias en la primavera y el verano, y que a estas alturas ya del otoño,  se encuentra exento de barullo o bullicio alguno.

 

El río Gallo siempre ha sido famoso por ser truchero y cangrejero, a otrora lo fue mucho más, pero asomándote a su cauce no es difícil observar el raudo y asustadizo deambular de decenas de truchas, así como el tranquilo pasear de cangrejos.

 
 

El mismo espacio es compartido por nutrias y garzas, que los lugareños tratan de espantar, bajo el argumento que se comen las truchas…

 
La verdad que dar un paseo por Torete supone la toma de una gran dosis de paz, tranquilidad y sosiego; tan necesarios para saber equilibrar el cuerpo y el alma en esta vida que llevamos hoy en día, en lo que casi todo se requiera para ya o para ayer…
Por lo demás dedicar este post, a mi amiga Lola López, hija de toretanos, y que desde luego la paz  y el buen “rollismo” que desprende Torete, han sido atributos heredados en el carácter de Lola. FINEM

 

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