domingo, 21 de septiembre de 2014

Pólvora y devoción en las Fiestas de Minglanilla




Cuando llega el mes de septiembre, el ocaso del verano ya se ve en el horizonte, y los racimos de uva ya se repletan en las miles de vides que pueblan el campo de la manchuela conquense, Minglanilla se prepara para celebrar sus fiestas patronales, en honor al Santísimo Cristo de la Salud; en alguna ocasión ya os he hablado de estas fiestas, y del gran fervor que el pueblo siente hacia su Patrón.

Y es hablando de todo ello, cuando en esta ocasión me quiero quedar con una de las tradiciones más características de estas fiestas, que es sin lugar a dudas la quema de miles de tracas y petardos.
Siempre se ha dicho que Valencia y la costa mediterránea son las zonas donde mayor afición a la pólvora y a los fuegos artificiales hay de todo el país; seguramente esto es así por las fiestas como las Fallas de Valencia o las Hogueras de Alicante, donde la pólvora es junto a los monumentos los elementos característicos de la fiesta; aunque también es cierto que en ciudades como Zaragoza o San Sebastián disparan unos espectáculos de fuegos artificiales de altísimo nivel.


Lo que choca tal vez porque no sea lo más común, es que un pueblo de Castilla y de Castilla lo ha sido siempre, tenga una tan gran afición por la pólvora.
Cualquier festividad de índole pública o privada en Minglanilla concluye con fuegos de artificiales.
 
Tal vez esta afición pirotécnica ha llegado por la intensa relación que el pueblo de Minglanilla ha tenido con Valencia y todo el levante español, ya que el pueblo está en pleno nudo de comunicaciones entre Madrid y Valencia, la antigua Nacional III lo atravesaba de un extremo a otro, haciéndolo ahora la autovía por la parte oriental del término municipal.

Antigua Nacional III atravesando Minglanilla

La cuestión fuera como fuese es que los espectáculos pirotécnicos que se disparan en Minglanilla son toda una referencia para los aficionados a este arte, y desde luego para los habitantes de Minglanilla, sus descendientes marchados a otras tierras y los paisanos de los pueblos vecinos.

 

En plenas fiestas del Cristo, dos son los espectáculos pirotécnicos que se sufragan con dinero público;  son el castillo de fuegos que se dispara la víspera del día grande de las fiestas, es decir el 13 de septiembre o entrada ya la madrugada del día 14, y la mascletá de colores que se dispara la noche del 14 de septiembre, tras haber depositado la imagen del Cristo de la Salud en su ermita.

 
Ambos espectáculos han cambiado de ubicación; antiguamente se hacían en la pintoresca plazoleta que rodea a la ermita del Cristo, pero por motivos de seguridad ya hace varios lustros que el castillo se dispara en las instalaciones del frontón, y la mascletá en el recinto ferial.

 
 
De igual manera es desde hace más de dos décadas la Pirotecnia Gori de Mislata (Valencia), la que se encarga de la realización y disparo de ambos espectáculos.
Pero además de lo anterior, son los propios vecinos de Minglanilla los que se encargan a lo largo de los días 13 y 14 de septiembre y en coordinación con el paso del Cristo en procesión por las diversas calles de la villa, los que sufragan, organizan y en muchas ocasiones incluso montan de manera tradicional, las decenas de tracas, fuentes y silbadores.
Tras la última novena la noche del día 13 se realiza una procesión donde comienzan estos “pequeños” espectáculos particulares, para ser ya la mañana del día 14  cuando Minglanilla echa el resto.
 

 
 
 
Desde pequeño recuerdo a mi tía Remedios, hermana de mi padre y de la que también por aquí os he hablado en alguna ocasión 
(http://blogdeoscarpardodelasalud.blogspot.com.es/2012/01/remedios-pardo-penarrubia-una-gran.html); como los días previos a las fiestas patronales, saca un viejo cartel, que no es otra cosa, sino una vieja pizarra de juguete, en la que se dice: “ se admiten donativos para la traca del Santo Cristo, depositario Remedios”; y ésta permanece colgada sobre su casa hasta el día 14; día en el que ya de muy buena mañana y como hacen en muchas otras calles, los vecinos y los profesionales de la pirotecnia se afanan en tenerlo todo preparado para eso de las 12:30 horas, cuando el paso del Cristo de la Salud recorrerá diversas calles del pueblo, en lo que es una de las procesiones más originales y estruendosas que conozco.

 
Cuando mis primos y yo regresamos de “la vaca”, que no es otra cosa sino la suelta de unas vaquillas para el deleite del público en la denominada calle Real, a eso de las 6:30 – 7:00 de la mañana, mi tía Remedios ya ha abandonado los brazos de Morfeo para comenzar con todo el acometido que conlleva el montaje de la traca.

 
 

Con su libreta hace cálculos de lo recaudado cada año, para de esta manera pedirle al  pirotécnico más o menos material. 

 
 
Me cuenta mi tía que usa la misma libreta desde hace muchos años, y así sabe lo recaudado cada ejercicio; me resultó muy curioso echando un rápido vistazo a los datos de los últimos diez años, como también en los donativos para la traca del Cristo se había percibido la situación económica del país.

 

 
 
 
 
 
Pregunté a mi tía que cuáles eran las razones por las que los distintos vecinos aportan dinero para la traca, y todas ellas tenían un denominador común, el fervor y la devoción al Cristo de la Salud.

 

También es usual cada año, observar como una familia realiza un importante desembolso económico en uno de estos espectáculos pirotécnicos, por una promesa al Cristo, o por ser algún familiar Reina o Dama de las Fiestas,  por un nacimiento, etc…

La cuestión es que en Minglanilla devoción y pólvora van al unísono en las fiestas del Cristo, no pudiéndose entender la una sin la otra, haciendo el tándem perfecto para que los días 13 y 14 de septiembre estén marcados en el calendario como algo especial.
Al año que viene más y mejor.  FINEM 


martes, 16 de septiembre de 2014

"Un viaje, otra mirada; por pueblos de Molina de Aragón" de Alfredo García Huetos



 

Hace unos meses estando por Molina de Aragón en casa de mi hermano Javi, encontré sobre el mueble aparador de la entrada un libro cuya contraportada me llamó la atención, en la misma aparecía una fotografía de un campo de trigo recién segado rodeado de altos chopos; el paisaje me resultaba familiar, lo que hizo que me interesase de inmediato por el libro, ya pude ver que era uno de esos campos que hay por la sexma del campo del antiguo Señorío de Molina, tal vez entre Cillas, Fuentelsaz y Tortuera.
Giré el libro y sobre una fotografía de similar paisaje, pude leer el título: “Un viaje, otra mirada. Por los pueblos de Molina de Aragón.”

 

Me dijo mi sobrina Blanca que se trataba de un regalo que le habían comprado ella y su hermano Javi a su padre con motivo de su cumpleaños, les pedí que me lo dejaran, y al principio del presente verano me lo leí, para ahora devolverlo a su legítimo dueño.

 

El autor de libro es Alfredo García Huetos, profesor de Lengua y Literatura y natural del guadalajareño pueblo de Gualda, en esta obra relata lo que fue un viaje suyo por las tierras de Molina durante un verano en los albores de la actual democracia, allá por finales de los años 70 y principio de los 80 del pasado siglo; no deja claro en la obra el año exacto; o al menos yo no lo he visto, pero por las descripciones del paisanaje, de los pueblos, de las infraestructuras, etc… te lleva sin lugar a dudas a esa época.
Lo curioso de este relato, que a mi juicio va a caballo entre lo filosófico y lo descriptivo, es que el recorrido a lo largo y ancho de la comarca de Molina, lo va haciendo tranquilamente, sin reloj ni prisa, andando en algunas ocasiones, y otras muchas en autostop, lo que le da una buena dosis de aventura al viaje.
En muchas ocasiones no encuentra lugar para dormir y debe hacerlo en cualquier pajar o chamizo, relatando su intranquilidad por los bichos o la mugre.
La ruta empieza en Luzón, para tras pasar por Anquela del Ducado, llegar al nacimiento del río Mesa en Selas y bajar hasta Molina.
Tras dejar la sexma del sabinar y Molina se dirige a la del Campo, para hacer noche en Tartanedo habiendo visitado previamente Rueda de la Sierra y Torrubia, y llegando por último a Hinojosa y a su joya románica la ermita de Santa Catalina.

  

Tras dejar Milmarcos en pleno corazón del campo cerealista molinés, pasa por Fuentesaz para descansar en Cillas, visitar Tortuera y dormir en la Yunta; para después de ver Campillo y el Castillo de Zafra, cruzar la Sierra del Caldereros en dirección a la sexma del Pedregal,  pasando por El Pobo de Dueñas y Setiles; para llegar a la sexma de la Sierra por los pueblos de Alcoroches, Traid o Terzaga…

 

Tras leer el libro he percibido cierta semblanza con una de las obras culmen de Camilo José Cela, ese que le llevó a visitar la Alcarria allá por los años cuarenta del pasado siglo XX; aunque en “Un viaje, otra mirada”, García Huetos además de narrar el paisaje con un lenguaje limpio y transparente, de forma continua hace protagonista a los moradores de la comarca; a esos vecinos que se encuentra por el camino, y que curiosos le preguntan por su hazaña, por su aventura; Siendo en la mayoría de ocasiones más descriptivo el profundo pensar humano del fulano en cuestión, que la descripción hecha sobre el más vetusto castillo, o el más abrupto barranco de la zona . 

 
 
Y en su narrar claro y nítido consigue que el lector se meta en la caminata, en los padecimientos ante la falta de alojamiento para dormir, o en la hambruna que en algunos momentos pasa el autor, por su carácter introvertido; llevándote a la reflexión de que cualquier gran caminata, cualquier gran iniciativa requiere un primer paso inicial; pero también te hace pensar sobre la cualidad humana, sobre el carácter de las gentes de campo, sobre la nobleza, sobre el humanismo y sobre la humanidad, en fin “Un viaje, otra mirada” además de un recorrido por las tierras de Molina durante un verano en concreto, supone un paseo que el lector hace propiamente suyo, donde el hecho de esa soledad buscada lleva tanto al autor como al lector a conocerse mejor a sí mismo.

Acabo este post recomendando la lectura, con la intención de alguna vez llevar a cabo una aventura parecida.  FINEM


 












domingo, 31 de agosto de 2014

LUCAS Y LOS POZOS DE CAUDÉ



 La luna llena sobre Javalambre
Hoy he comido con mi gran amiga y maravillosa persona Pilar Berzosa Sanz, desbordaba alegría y cierta emoción; la razón era que su sobrina Espe a la que Pilar tanto quiere y admira acaba de ser madre.


Un precioso niño de nombre Lucas, había llegado al mundo en la ciudad de Valencia el pasado 28 de agosto del presente 2014.

 
El mismo día, pero setenta y ocho años después que soldados del bando franquista, fusilaran a su tatarabuelo del mismo nombre a la entrada de la ciudad de Teruel.
Pilar me ha contado en infinidad de ocasiones aquellos trágicos días del año 1936 en la ciudad de Teruel; donde la irracionalidad se impuso al sentido común; y donde los odios, las visceralidades y los rencores se desbordaron de manera tal, que hoy casi ochenta años después, sigue habiendo llanto y sufrimiento por aquellos sucesos.
El abuelo de Pilar natural de Gea de Albarracín (Teruel) estudia en el Seminario de Albarracín para ser sacerdote; pero al tiempo se cansa, y aunque su madre de nombre Dionisia le insiste en que sería un buen futuro, él deja los estudios con el bachillerato acabado.
En ese mismo lugar conoce a Milagro Herranz quien será el amor de su vida, su esposa y la madre de tres hijas.
Se prepara oposiciones para telégrafos y tras un arduo esfuerzo las aprueba siendo su primer destino Alcázar de San Juan.
Posteriormente pide traslado a Albarracín donde una vez allí instalado contrae matrimonio con Milagro.


Conforme sus cuatro 

hijas van creciendo, la familia se alquila una casa en Teruel para que así las hijas puedan estudiar en la ciudad de los Amantes, y porque además a Lucas lo hacen Jefe de telégrafos en dicha ciudad.
Previo al golpe de Estado del 18 de julio de 1936; el gobierno decide recolocar a los funcionarios, en previsión de que si algo sucediera la administración no se  colapsara; y ofrecen a Lucas trasladarse a Madrid.
Milagro le dice que se traslade por si acaso ocurriese algo, pues en Madrid pasaría más inadvertido, pero Lucas entendía que no tenía por qué dejar su tierra, puesto que además no militaba en ningún partido, su puesto de trabajo lo había conseguido por oposiciones y méritos propios, y nunca había hecho daño a nadie.


El 18 de julio las tropas del General Franco dan un golpe de Estado, éste no triunfa y torna en una guerra incruenta e inútil; que a la postre generaría miles de muertos y la destrucción de un país…
Lucas y Milagro observan estos acontecimientos en la ciudad de Teruel con cierto pánico y preocupación, pues la mayor de sus hijas cuenta sólo con veintidos años.
A finales del mes de julio Teruel es tomada por el bando franquista y en la plaza del Torico comienzan a producirse lo que se denominan paseos y sacas…; detienen a diferentes personas por sus cargos en la administración del estado, por filiación política o ideológica, y sin juicio alguno, son fusiladas junto al pilón de la fuente del Torico…; dicen las crónicas que la sangre corría bajo la torre del Salvador camino del óvalo.

 
A los pocos días estando Lucas en su despacho, el ordenanza le dice que dos guardias civiles querían verlo; él les invita a entrar a su despacho, pero éstos le dicen que salga.
Al salir, le detienen llevándolo preso al viejo cuartel de San Francisco.
El ordenanza raudo acude a casa de Milagro para avisarle. Era un caluroso 24 de agosto de 1936.

 
 
Al otro día de nuevo hubo fusilamientos en la plaza del Torico, las hijas de Lucas acudieron atemorizadas por si su padre era uno de los asesinados; por fortuna él no estaba.
Tampoco en los fusilamientos del día 26.
Cuentan que el Obispo de la ciudad Anselmo Polanco pidió a las autoridades franquistas que se dejase de fusilar en la plaza del Torico.
Milagro todos los días llevaba a su esposo, una muda limpia y algo de comer; y éste en un ato le dejaba la muda sucia.
El día 27 Lucas devuelve la muda sucia, y una moneda de un duro amadeo de plata que siempre llevaba en el bolsillo. A Milagro eso le preocupó… pero como no le dejaban verlo, no pudo preguntarle por qué le daba aquella moneda…; después entendió Milagro que se lo devolvió porque Lucas sabía que a donde lo iban a llevar ya no lo necesitaba.

 

Cuando Milagro se iba del viejo cuartel, observó como un camión del que parecían oírse voces, pese a estar tapado con lonas; se dirigía a gran velocidad en dirección a la carretera de Zaragoza, como hacia la modernista ermita del Carmen.


Al otro día una de sus hijas venía en el coche de línea o correo como llaman por allí desde Albarracín hacia Teruel; eran aproximadamente las cuatro de la tarde, y en mitad de la carretera de la vieja nacional 234, una patrulla de la guardia civil, las paró. Al instante se escucharon disparos, y a la media hora dejaron que prosiguiesen la marcha camino de la capital turolense.
Mientras Milagro esperaba a las puertas del viejo cuartel de San Francisco para de nuevo darle una muda limpia a su esposo…; al rato le dijeron que no fuese nunca más que su marido esa mañana había sido trasladado…
La cosa es que nunca más supieron de él. 

 
Milagro sacó a sus hijas adelante, e incluso a sus nietos, pero su corazón nunca más pudo sonreír…; cuando iban de Teruel a Albarracín, la abuela Milagro suspiraba mirando al cielo y les decía a sus hijas algo me dice que por aquí está enterrado vuestro padre…
Sólo cuarenta años después de aquella atrocidad, con la arribada de la democracia, las gentes que sabían del tema, comenzaron  a contar las graves atrocidades que se habían hecho junto a la carretera de Zaragoza frente a la población de Caudé.

 
Un pastor que se encontraba en la zona aquellos aciagos días, anotó en unas tablas los tiros de gracia que en la lejanía escuchaba… siendo casi mil cien rayas las que aquel hombre marcara…

 
 
La cuestión es que ésta es solamente una historia más de las miles que hubo en aquel triste episodio de la historia de nuestro país, donde sacó lo mejor de mucha gente, pero también lo peor de muchos otros.
La conclusión es que ojalá ni el recién nacido Lucas, ni todos lo que me estáis leyendo veamos nunca más episodios como aquel; y sirva esta reseña para el general conocimiento, por aquello de que el pueblo que olvida o desconoce su historia está condenado a repetirla.

 
Y por toda la querencia, cariño y respeto que siento por mi amiga Pilar Berzosa, sirva también este escrito como homenaje a  aquel hombre bueno, de nombre Lucas Sanz Atienza. FINEM
 

LOS AMANTES DE TERUEL. Una bella y triste historia de amor.

     El genial cantautor Ismael Serrano, en su canción “tierna y dulce historia de amor”, afirma eso de que “como todas las histori...