domingo, 6 de abril de 2014

UN PASEO POR EL CASTILLO DE MOLINA DE ARAGÓN



Molina de Aragón
 
La verdad es que en muchas ocasiones había pensado en escribir algo sobre el Castillo de Molina de Aragón (Guadalajara), pero por cierto pudor a meter la pata en alguna de las explicaciones nunca lo había hecho.
 

Hoy he decidido contaros algo sobre esta magnífica construcción  medieval que es sin lugar a dudas el símbolo de la villa de Molina; y es que no hay ventana que se precie desde el caserío molinés que no esté orientada hacia las gallardas y arrogantes torres de Veladores, de la Reina y del Homenaje.

 


Y al igual que me ha ocurrido desde otras atalayas o miradores célebres:
La Alhambra desde la Silla del Moro
 Y en dirección a grandiosos monumentos, se pueden contar por miles los instantes que desde la terraza de casa he observado el castillo de Molina, soñando despierto e imaginando como era aquella ciudad medieval en los tiempos de Doña Blanca, allá por el siglo XIII.

 

 
 
Se sabe que donde ahora se ubica el castillo, había anteriormente una alcazaba árabe; y famoso es el pasaje del poema del Mío Cid, donde cuentan la buena relación de Rodrigo Díaz de Vivar con el último “Rey” moro de Molina, un tal Aben Galbón; el cual acompañó según reza el poema a la hijas del Cid desde Medinaceli hasta Valencia.

 

De las construcciones árabes apenas quedan restos en el complejo, algunos muros con tapiales y la desmochada torre de la Nevera, también conocida como torre de Arena.

Torre de la Arena


Posteriormente tras la conquista del territorio por los cristianos, a las órdenes del Rey de Aragón Alfonso I el Batallador  allá por el año 1129, los vastos territorios molineses son cedidos a un Ilustre señor Castellano. Hay que decir que las relaciones entre Castilla y Aragón en ese momento son tensas, y también lo son para la marcación de territorios y fronteras, de ahí según cuentan algunos autores, pudo surgir la idea de fundar un Señorío Independiente entre ambos reinos.
 
 

 
Para dirigir ese Señorío,  Castilla y Aragón llegaron al acuerdo que fuese Don Manrique de Lara; un noble con influencia en ambos reinos. Siendo en el año 1139 cuando se firma el Fuero de Molina; una especie de carta magna para todo el Señorío. 

Fuero de Molina Casa de la cultura.


Comenzándose en ese momento la remodelación de la antigua alcazaba árabe para darle la forma que tiene a día de hoy, concluyendo sus obras la quinta señora de Molina Doña Blanca Alonso, allá por el siglo XIII.

Cerro de Sta. Lucía desde la muralla


Desde don  Manrique  Pérez de Lara, pasando por sus descendientes: don Pedro Manrique de Lara,  don Gonzalo Pérez de Lara, don Alfonso de Molina, y la hija de éste Doña Blanca Alfonso, se fue configurando la Molina medieval, siendo éstos los patrocinadores de la construcción de las murallas y castillo de Molina.
 

Toda la villa estaba rodeada por una inexpugnable muralla, con torreones y grandes puertas que se cerraban al atardecer; puertas que tomaban su nombre por las prácticas que se hacían junto a su ubicación, como la Puerta del Baño, o por la dirección a la que a través de ellas se iba, Puerta de Valencia, que según los cronistas era la más espectacular, Puerta de Calatayud, o también llamada Real pues por ahí entró en Molina el Rey de Castilla Sancho IV tras la muerte de doña Blanca, mofándose un poco de los molineses  rodeando toda la villa extramuros…; también estaba la Puerta del Chorro porque daba al chorro o arroyo de la Cava, la Puerta del Río, junto al puente románico, Puerta de Medina, porque iba hacia Medinaceli y hacia Castilla, la Puerta de Hogalobos en plena judería, etc…

Aquí se ubicaba la Puerta del río


Pero además de esta gran muralla, el propio complejo del castillo tiene otro cinto amurallado, donde se encontraba el personal que administraba la gran atalaya defensiva y donde también podían refugiarse los habitantes de la villa, el ganado, etc… en caso de gran conflicto o batalla;  al interior de ese segundo cinto amurallado de le denomina albacar o albacara.

 

En la albacara rodeado de grandes lienzos de muralla y torreones defensivos quedan pocos restos antiguos, solamente los pasadizos de las murallas, un osario y los restos de la iglesia de estilo románico abocada al Cristo de las Murallas, al que algunos autores la denominan Santa María del Collado; los fundamentos y basas que quedan de esta iglesia, pueden darnos la idea de que sería muy similar a iglesia de Santa Clara, también de estilo románico, ya enclavada en pleno casco histórico de la villa.
 
 

 

Iglesia románica de Santa Clara















Poco más arriba de esta antigua iglesia, y situada en una oquedad natural de la roca, se encuentra la denominada Cueva de la Mora; con respecto a ésta hay decenas de historias y leyendas, desde que era una salida secreta de la fortaleza, o que era por ahí por donde doña Blanca bajaba a la villa de Molina a escuchar misa…; la cosa es que a día de hoy a pocos metros de la entrada la cueva está cegada por
 la caída de tierra y piedra.
Cueva de la Mora
 

Seguimos la subida por dentro de la albacara, hasta pasar por delante de la Torre de la Arena y llegar 
a la Puerta de la Traición.

De nuevo aquí las historias y las leyendas se desbordan, para aludir a posibles traiciones, conjuras y contubernios, en  los tiempos en que el Rey de Castilla  Enrique de Trastámara (segunda mitad del siglo XIV ) pretendió ceder el Señorío de Molina a un  monje y militar francés, de nombre Bertrand du Guesclin; los molineses se negaron a tener como Señor  a un francés y se entregaron al Reino de Aragón, reconociendo como Señor del Señorío de Molina al Rey de Aragón Pedro IV; fue en ese momento cuando Molina cambia su apellido “de los Caballeros” relacionado con la guardia personal de Doña Blanca, para denominarse de Aragón; también es de esta época y por estos mismos hechos cuando los molineses deciden poner a la torre más alta del castillo el nombre de Torre de Aragón.

 


Sólo estuvo seis años bajo la corona de Aragón; fue desde el año 1369 hasta el año 1375, donde tras la firma de la Paz de Almazán, se acuerda que el título de Señor de Molina sería del Rey de Castilla primero y del Rey de España después; siendo el actual monarca Juan Carlos I, el trigésimo primer Señor de Molina, visitando la capital del Señorío por tal hecho en 1978.

Puerta del Vall


Y junto a la puerta de la traición llegamos a la puerta que da acceso al patio de armas; este lienzo de muralla y también puerta fueron modificados en el siglo XIX; ya que el castillo de Molina fue utilizado como cuartel general y otero defensivo, por los partidarios de Carlos María de Isidro en las cruentas batallas que éste mantuvo por el trono de España, con su sobrina la Reina Isabel II; a estas batallas la historia las ha bautizado como las Guerras Carlistas.

 


Así pues los carlistas hicieron un adarve entre las torres de Veladores y San Antón, la cual techaron, con aspilleras para disparar y poder vigilar mejor.

Adarve y techado torre de San Antón
 

La anterior puerta lo era en forma de codo o recoveco como lo son en el resto de la fortaleza, para evitar el ataque con troncos, arietes, etc…

Una vez dentro del patio de armas, sorprende la exuberancia y  grandura del complejo; de hecho éste era uno de los baluartes del castillo de Molina, como complejo defensivo y militar, sus dimensiones asombraban y acongojaban al enemigo a partes iguales, lo que en la mayoría de las ocasiones provocaba el desistimiento de atacar.

 
  

 


Dentro del patio de armas se encuentran los restos de una pequeña ermita,  antiguas dependencias de guardias, soldados, servicio, etc…, así como un aljibe de siete metros de profundidad; rodeado de conducciones para dirigir el agua de la lluvia caída en toda la superficie del patio.


Restos de pequeña ermita
 


 Aljibe y conducciones:
 

 

Así mismo se encuentran los restos  de un vetusto  horno de pan, donde en la época carlista se cocían entre doscientas y doscientas cincuenta barras de pan.

 

Las torres que dan a la población, son sobrias y esbeltas; con muros y tapiales cuyos grosor supera los dos metros y medio, y una altura aproximada  a los treinta metros; siendo sus terrazas y ventanales mirador
 privilegiado.

 

 

 
 
Mirando de frente los nombres de las torres de izquierda a derecha son del Homenaje, de Armas o de la Reina (algunos también le llaman de Doña Blanca, y de Veladores.

 


En la torre central denominada de Armas o de la Reina, existe en una de las habitaciones y rodeando a modo de cenefa, una inscripción en la que viene a decirse “Mi fin, mi bien y el vuestro”… texto que hace alegoría al testamento que la quinta Señora de Molina firmó el 10 de mayo de 1293, pocas semanas antes de morir en la ciudad de Molina, a la edad aproximada de cincuenta años.

Dña Blanca de Molina
 

No es raro encontrar a lo largo y ancho de la construcción, las denominadas marcas de cantero, es decir aquellos símbolos y alegorías que el maestro cantero muescaba en las piedras elaboradas para luego poder cobrar por el trabajo hecho.

 


Con respecto a esto hay que indicar que algunas de estar misma marcas o “firmas”, también se encuentran en castillos próximos como en Daroca o Calatayud, lo que indica que eran los mismos maestros canteros los que iban construyendo las diversas fortalezas. 

 


También son curiosas la cocina o  las letrinas del castillo, todas ellas del siglo XIX, cuando los carlistas lo tenían de cuartel General.

 Cocina  y letrinas:




A los pies de las torres de Veladores y de doña Blanca,  se encuentran unos fríos y oscuros calabozos; espacios que fueron utilizados como tal desde el medievo hasta la época carlista, y en cuyas paredes y techos quedan infinidad de inscripciones de los presos allí recluidos.

No es raro ver rayas contando los días, o dibujos de animales, o incluso frases con una preciosa caligrafía.
 


 
Sorprende el escrito del “cancionero de Estúñiga” que recoge poemas del siglo XV; esto denota que muchos de los presos que allí se concentraban eran nobles de familias hidalgas, ya que en esa época sólo la nobleza y el clero tenían acceso a las  letras y el estudio.

Cancionero de Estúñiga


 
 
 
Los molineses cuando hablamos del castillo, muchas veces lo hacemos en plural; frases como “había tal niebla que no se veían ni los castillos” es algo muy típico.
 

 y esto es así porque fuera del complejo unitario, se encuentra otra gran torre, que no es otra sino la ya mencionada anteriormente Torre de Aragón; en su tiempo estaba unida al resto del castillo por un túnel o covacha  subterránea, pero el devenir de los siglos, hizo que ésta se viniera abajo, quedando por tanto separada del resto del Castillo por unos cuantos metros.


 

Una torre que en la actualidad tiene unos veinte metros de altura, pero que antes del siglo XIX, oscilaba los treinta, siendo según muchos autores uno de los edificios más altos de España en la edad media.
 


La torre de Aragón situada en lo más alto de la villa de Molina, era la torre de vigilancia de todo el Señorío, ya que desde allí se vislumbra la práctica totalidad del territorio, al igual que desde muchos puntos de la comarca es fácil divisarla; en la antigüedad con espejos y hogueras se comunicaban entre los castillos y atalayas que había a lo largo y ancho del Señorío.

Torre de Aragón desde los Castillos de Alpetea y de  Santiuste


Cuenta la historia que en esta torre se alojó la Corte de España durante unas semanas, en tiempos del Rey Felipe IV por mitad del siglo XVII.

 


Tras la Guerras Calistas y el triunfo de Isabel II, ésta como represalia mandó derruir y hundir el Castillo de Molina, poniendo para ello cañones dentro de la  albacara, y la parte trasera de las iglesias de San Felipe y Santa Clara…; en esos tiempos se destruyó gran parte de la muralla que baja desde la torre del Homenaje hacia la villa, así como se volaron más de diez metros de la torre de Aragón.

Los molineses pidieron piedad y clemencia a la Reina Isabel II a través de varias cartas, y ésta finalmente determinó no continuar con el derrumbe de dicho Castillo.

 

Así que  estimados/as amigos/as pese al devenir de la historia, los conflictos y las guerras, así como  al clima extremo de esta tierra…, la ciudad de Molina de Aragón sigue contando con esta gran fortaleza, siendo una de las más grandes de España, y que desde luego a través de esta humilde entrada al blog, os invito a conocer in situ, asegurándoos que no os dejará indiferentes…; siendo los vuestros unos ojos más de los millones de ojos que a lo largo de los siglos se habrán quedado sorprendidos ante su singular belleza.

 
 

Acabo pidiendo disculpas por posibles errores al contar las cosas, y agradeciendo que hayáis dedicado de vuestro tiempo a conocer sobre un monumento, al cual todos los molineses le tenemos tal consideración personificada como si de un miembro más de la familia se tratara. VALE


 



domingo, 23 de febrero de 2014

A VUELTAS CON LOS HOMENAJES Y LAS NOMENCLATURAS DE LAS CALLES...





calle ubicada en el  Barrio del Albaicín en Granada

Hace unos días el Ayuntamiento de Valencia, anunció el deseo de poner nombres a los distintos tramos del jardín del río Turia; nombre dedicados y avocados a personas ilustres que hayan tenido o tengan relación con la ciudad de Valencia.

                                            Jardín del río Turia VALENCIA


Y pensando en este tema, recuerdo la de veces que he comentado la importancia de la nomenclatura de las calles, la de valores e ideas que se pueden aportar, defender o incentivar con la determinación de uno u otro nombre.
 Y es que el nombramiento de las calles también puede ser sin lugar a dudas un elemento divulgativo, culturizador  y educativo.



Un buen criterio es ese de denominar a las calles, en relación a lo que históricamente había sido la zona donde se ubican,  por ejemplo de ahí derivan muchas denominadas de Camino Real, en relación  a las primeras carreteras de largo recorrido que unían unos puntos con otros.

 Camino Real Madrid-Valencia a su paso por Algemesí
O por ejemplo en la ciudad de Valencia tenemos las calles de Tres Forques y Tres Cruces, en referencia al o que parece ser que en la Edad Media era zona de ajusticiamiento y entierro de condenados y “malhechores…”


Me gusta por ejemplo en Molina de Aragón (Guadalajara) que su calle principal se denomine Paseo de los Adarves, en relación al gran Adarve que recorría la muralla que circundaba la población medieval, cuando ésta era la capital de un Señorío independiente.


 Adarve alcázar de Molina
En Torrebaja (Valencia), hay una calle que en dirección al merendero-chiringuito de la Ribera, tiene la nomenclatura de Paseo de la Diputación…; supongo que será por haber sido ésta la institución que aportó las dotes económicas para su realización, pero que yo sin lugar a dudas cambiaría para denominarlo Paseo del Río Ebrón, por encaminar directamente hacia esta corriente fluvial, siendo el último camino que lo cruza, antes de su desembocadura en el Turia.



 Foto tomada del blog de Alfredo Sánchez Garzón

Por fortuna cada vez son más los nombres que se dedican a personas que con su trabajo y esfuerzo han mejorado la humanidad, de ahí que me encanten las calles avocadas a científicos como Miguel Servet, Severo Ochoa,  Einstein, etc…



O a ilustres literatos como: Miguel Hernández, García Lorca, Machado, Cervantes…


Pero también las dedicadas a personas sencillas y anónimas que en su pueblo han dejado su impronta; como las avocadas a maestros, alcaldes, sacerdotes, cronistas o incluso pastores… como es el caso del turolense pueblo de Santa Eulalia del Campo, que dedicó una calle a un pastor que a su vez ejercía de curandero muscular y de huesos sin cobrar nada por ello, me refiero a Miguel Hernández Remiro, conocido más popularmente como el "tío Chulilla".


 Santa Eulalia del Campo (Teruel)
O también esas que ensalzan valores primordiales de la humanidad, como la libertad, la alegría, etc…
 Alpujarras (Granada)

Curiosa, original y a mi entender de muy buen gusto es el barrio dedicado en Zaragoza a grandes obras del cine y la literatura.



O qué decir en Madrid del barrio de las letras… 


De ahí que no entienda que pudiendo homenajear tanto y tan buenas cosas, aún queden calles y plazas dedicadas a dictadores, o personajes  de la historia reciente que a mi juicio poco de honorables y honrosos tienen… 


Plaza de Tejadillos (Cuenca)


Y todo lo dicho para la nomenclatura de calles, cabe también para edificios públicos, oficiales, etc…; no me cabe en la cabeza que Burgos siga dedicándole el nombre de su hospital más importante al sanguinario General Yagüe; en contraposición tenemos la estación de ferrocarril del Ave de otra ciudad castellana, en este caso Segovia; la cual se denomina Segovia-Guiomar; Guiomar, es el nombre que Antonio Machado dio en sus poesía a Pilar de Valderrama, el amor platónico de sus últimos años de vida, a la que conoció en Segovia mientras él impartía clases de francés en un instituto…; siendo además usuario habitual del ferrocarril para desplazarse a Madrid.


 Terminando el post, no quiero pasar la oportunidad de poder nombrar alguna de esas nomenclaturas tan originales que pueblan nuestros callejeros y que desde luego ponen un punto de humor al "deambuleo" por pueblos y ciudades...:





Así pues  y para concluir ojalá que la idea del Ayuntamiento de Valencia, no se torne en polémica, y sepan utilizar para la nomenclatura de los tramos del jardín,  de estos elementos que producen un agradable y orgulloso  sentir general, porque desdeluego hay muchas y muy buenas cosas que se merecen de calle y homenaje. VALE




LOS AMANTES DE TERUEL. Una bella y triste historia de amor.

     El genial cantautor Ismael Serrano, en su canción “tierna y dulce historia de amor”, afirma eso de que “como todas las histori...