Desde pequeño cada vez que con la familia nos desplazábamos
desde Molina de Aragón a Madrid, mi familia para intentar relajarme en el
viaje, pues como niño, lo de estarse tranquilo y quieto no iba conmigo, me
contaban, que a mitad de carretera veríamos tres grandes toros, que vigilaban
la vía, y saludaban a los viajeros, hablando de ello lograban que me relajase
un rato, hasta que por fin, tras una colina, una curva, en un cambio de rasante
aparecían soberbios y altivos unos enormes toros negros, que inmóviles y
estáticos, otorgaban cierta empaque tanto al paisaje como a la propia carretera.
Corría el año 1956, cuando la marca de bebidas espirituosas
Osborne, con sede en Cádiz, encarga al dibujante y diseñador gráfico Manolo
Prieto, el diseño de un símbolo que identificase el brandy Veterano; tras mucho
cavilar, el publicista crea como símbolo un toro negro; la marca no acepta con
mucho agrado lo ideado por Prieto, pero la premura en sacar al mercado el
producto, hacen que finalmente sea aceptado; a las pocas semanas la empresa
lleva a cabo una campaña publicitaria revolucionaria por lo novedoso, y no era
otra cosa sino la colocación de grandes vallas publicitarias de madera en las
principales carreteras del país, con la forma del toro; toda ella de color
negro, con el nombre de la bebida en letras rojas.
Así pues en el año 1957 se coloca el primer gran toro de
Osborne; se instala junto a la carretera Nacional I, en el madrileño pueblo de
Cabanillas de la Sierra.
Estos primeros toros medían en torno a los cuatro metros, los
cuernos estaban pintados de blanco, y excepto los postes todos ellos estaban
hechos de madera.
Tras la colocación de varios de éstos, y observando que la
madera se deterioraba con facilidad por las inclemencias meteorológicas, la
empresa decide cambiarlos por otros más grandes, entorno a los siete metros de
altura, cuya madera se cubre con chapas; corría el año 1961.
En el año 1962 se cambia la normativa con respecto a los
carteles publicitarios en las carreteras, permitiendo mayor tamaño de los
mismos; y es en este momento cuando se instalan los grandes toros que conocemos hoy
en día; unos gigantes metálicos de catorce metros de altura, (equivalente a un
edificio de cuatro plantas), que pesan entorno a los cuatro mil kilos, y que
ocupan sobre ciento cincuenta metros cuadrados.
A lo largo y ancho de la Península e incluso en las Islas
Baleares y en Melilla se colocaron estos toros, llegando prácticamente a la
friolera de 500 toros.
En el año 1988 y ya consolidada la democracia, la Ley General
de Carreteras, indicó la prohibición de fijar carteles publicitarios en las
carreteras, por el despistar y distracción que podría acarrear para los
conductores; y con ello se comenzó al desmontaje de estos grandes toros; pero
varias Comunidades Autónomas como Andalucía y Navarra, Municipios, políticos,
artistas, etc… comenzaron a defender la iconografía del toro de Osborne, como
símbolo y monumento típico, siendo el propio Tribunal Supremo en el año 1997,
el que por Sentencia autorizó su permanencia en las ubicaciones en las que
estaba, por el interés estético y cultural atribuido a dichos toros; lo único
que se hizo, fue eliminar el enunciado en letras rojas de la bebida, quedando
el toro enteramente pintado en negro.
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Fuera como fuese, no se imaginaba el gran artista Manuel
Prieto, y la compañía Osborne que aquella campaña publicitaria para promocionar
el brandy, se convertiría con el tiempo, en monumento cultural, y un elemento
más del paisaje de las principales carreteras de nuestro país; perdurando a día
de hoy más de noventa Toros, y siendo sin lugar a dudas un icono cultural más
de nuestro país. FINEM