Corría el año 1475, y ese 11 de
diciembre la noble familia italiana de los Médici estaban de enhorabuena, en
Florencia, había llegado al mundo un barón al que llamaron Giovanni di Lorenzo,
el cual iba a ser el Papa número doscientos diecisiete de la Iglesia Católica, cambiando
su nombre por el de León X.
Papa León X (www.eslobidka) |
León X, es conocido en Molina, por
ser el que firma y autoriza el privilegio para que en la víspera del ocho de
diciembre los molineses tengamos nuestra particular Nochebuena, esa que
celebramos con una gran fogata en el cerro de Santa Lucía, una suculenta cena
en familia, misa mayor en la media noche, y sobre todo el reencuentro de todos
los hijos de Molina, pues ese día pocos faltan a la cita.
Pero la pregunta es, ¿cómo supo León
X, de la devoción de Molina hacia la Inmaculada, incluso cómo supo del existir
de Molina?...
Para contestar a estas cuestiones,
debemos de remontarnos al nacimiento del propio Señorío de Molina, y es que
tras la conquista a los árabes de los vastos terrenos que hoy conforman la
comarca de Molina y el Alto Tajo por las tropas del Rey aragonés Alfonso I el
Batallador.
La cosa en un primer momento no fue
fácil, ya que aunque la batalla a los árabes la ganan los aragoneses, son los
castellanos lo que repueblan esta tierras, litigando pues ambos reinos por la
titularidad de las recién tierras conquistadas.
Ante la tal situación es Manrique
Pérez de Lara, noble y con gran influencia en ambos reinos, el que consigue
calmar los ánimos belicosos de ambos reinos, con la propuesta de constituir un
Señorío independiente de ambos, pero a la vez, leal y amigo; propuesta que
convence a ambos reinos, constituyéndose el Señorío de Molina en el año 1.138.
Al ser un territorio recién
conquistado, y el cual aunque se ha repoblado con católicos hay que extender la
palabra de Dios, de Lara, entiende que debe constituir un cabildo eclesiástico,
el cual reuniera a todos los sacerdotes y personal dedicado a la evangelización;
y cuya función primordial sería la de celebrar de liturgias ya no sólo en la
ciudad de Molina, sino en todos los pueblos y villas de territorio, y así mismo
extender la palabra del evangelio.
Para constituir y dirigir este cabildo
Pérez de Lara duda entre varios nombres, y es su esposa doña Ermesenda de
Narbona la que da con la solución, su propio confesor, el clérigo francés Don
Juan de Sardón; cuyo retrato está sobre la puerta principal de la iglesia Santa
María la Mayor de San Gil.
El cabildo eclesiástico o de clérigos
cuyo símbolo son las azucenas, de ahí que en el cuadro un ángel porte un ramito
de estas flores, lo componían clérigos y religiosos nacidos en las tierras de
Molina, solamente el Arcipreste podía ser extranjero, de ahí que el fundador
fuese francés.
La sede del Cabildo se encontraba en
la Iglesia de San Martín, lugar dónde recientemente se han encontrado restos de
una lápida, en la que parece ser indicaba el lugar de enterramiento del tal don
Juan de Sardón.
La Patrona del Cabildo desde sus
orígenes fue la Inmaculada Concepción, de ahí que si los encargados de predicar
la palabra del Dios Católico, tenían de patrona a la Inmaculada Concepción, su
devoción también fuese trasladada al pueblo llano, la cual a lo largo de los
años fue creciendo.
Así pues, el Cabildo de clérigos
remitió al Vaticano, una carta en la que explicaban la gran devoción a la
Inmaculada Concepción que se rendía a lo largo y ancho de las tierras de Molina,
lo que llevó al Pontífice León X, a que en el año 1518, concediese un
privilegio especial a la ciudad de Molina para oficiar una misa capitular,
presidida por la totalidad del cabildo en la media noche de la víspera de la
festividad de la Inmaculada, “in nocte ante festum” (la noche antes de la
fiesta).
Privilegio
que no solamente tiene Molina, ya que también lo tiene la localidad murciana de
Mula, y el propio Vaticano.
En
1851 España suscribe un concordato con la Santa Sede, en la que se suprimen los
cabildos, esto hace que el privilegio concedido por León X en 1518 al Cabildo de Molina ,
desaparezca, puesto que si el privilegio es para el Cabildo y éste ha
desaparecido, pues tampoco hay privilegio; ante esta situación los molineses , deciden escribir de nuevo a
Roma, para recordar el privilegio que habían venido disfrutando durante más de
tres siglos, y que pretendían seguir teniendo, así pues es el Párroco de la
Iglesia Santa María la Mayor de San Gil, de nombre Melchor Gaona, el cual en el
año 1883, solicita de nuevo la renovación de dicho privilegio.
Privilegio que de nuevo ser firma a
favor esta vez ya no del Cabildo, sino de la Parroquia de San Gil, por el Papa
León XIII, en el 14 de diciembre del año 1883.
Siguiendo con las fechas, y los
acuerdos, indicar que en el año 1854, la Iglesia Católica aprueba lo que se
denominó el dogma de la Inmaculada Concepción, el cual vino a decir que la Virgen María estuvo libre del pecado original, y que se quedó en cinta siendo virgen...; fuera como
fuese en el año 1954 por el centenario de esta efeméride, la ciudad de Molina
erigió un monumento dedicado a la Inmaculada Concepción de María, que se puso
en lo alto del conocido como Cerro de Santa Lucía, mirando a la villa, como
invocando su protección, y que es el lugar en el que desde entonces en la tarde del
día 7 de diciembre se hace una gran fogata que se ve prácticamente desde toda
la población.
Y así y de esta manera, han ido
pasando los lustros, las décadas e incluso los siglos, para que el pasado 7 de
diciembre del año 2018, se cumpliese el quinientos aniversario del privilegio
concedido por aquel Papa florentino; por este motivo, un grupo de personas de
forma altruista y con la intención de acercar la historia a la ciudadanía, han
hecho una magnífica exposición visitada por miles de personas a lo largo del
todo el año 2018 y que aún sigue abierta, en la gran desconocida Iglesia de San
Pedro, y buscando patrocinadores, haciendo loterías, etc…, erigieron una
escultura de la Inmaculada Concepción para rellenar la hornacina de la puerta
lateral de la Iglesia de San Gil, poniendo el broche de oro a la fiesta con unos ramilletes de fuegos
artificiales disparados desde alto del cerro de Santa Lucía.
En el presente 2019, ya harán quinientos
un años.
FINEM