Por las lomas de las cimas más septentrionales de Sierra
Molina, serpentea la carretera que proveniente de Molina de Aragón, se dirige
hacia Traíd.
No es raro en ese tramo encontrarse con gamos, corzos, etc…
que plácidamente pastan en los pinares y sabinares que rodean al vial.
De repente al girar una curva, ser observan los tejados de
las primeras casas,
y es que Traíd a 1.373 msnm, se encuentra como escondido,
agazapado…; la explicación segura es que sus primeros moradores decidieron esta
ubicación para aprovechar la fértil vega, y así mismo protegerse de los vientos
que por esta zona suelen ser fríos y poco acogedores.
No hay muchos datos relativos a su origen, aunque se sabe que
esta zona ha estado poblada desde tiempos remotos; de hecho, se han encontrado
restos de poblaciones celtíberas en las inmediaciones del actual pueblo.
Su nombre viene a significar áspero, que entiendo que puede
serlo por la hostilidad de un terreno repleto de vastos bosques, y donde los
vientos de norte al que por estos lares se le denomina cierzo, hace de las
suyas.
Pero como os decía es un pueblo antiguo, de hecho, cuando el
Rey Alfonso I de Aragón, conquista las tierras de la actual comarca de Molina
de Aragón a los árabes, concede en el año 1128 la tenencia de Traíd a un tal
Gualter Guallar; lo que indica que ya en el siglo XII existía el pueblo, con
tal identidad.
Alfonso I el batallador wikimedia.org |
Pero además Traíd contaba con un recurso natural, que le ha
proporcionado gran importancia, y es que, en plena vega, mana un manantial de
agua salada; manantial que ha sido aprovechado desde tiempos inmemoriales.
Es fuente salada desde el medievo ha sido utilizada a través
del sistema de salinas, para producir el blanco alimento, que tan importante
era en su tiempo, básicamente para la conservación de los alimentos.
Cuando se crea el Señorío de Molina, y bajo el gobierno del
primer Conde, Don Manrique de Lara, éste otorga facilidades y derechos a
pobladores, provenientes básicamente del País Vasco, de ahí que no falte en
ningún pueblo de la comarca un juego de trinquete, y así mismo ocurre en Traíd;
y a su vez los Lara, comenzaron la explotación directa de las diversas salinas
que se comprendían en las tierras del Señorío; otorgándole ello además mayor
poder económico, y capacidad en su independencia.
El Fuero del Señorío de Molina, que venía a ser como la
Constitución o Estatuto del mismo, y que data del siglo XII; alude al respecto
que: “Do a vos en fuero que siempre todos los vecinos
de Molina y su término, así caballeros, como clérigos, eclesiásticos y judíos,
prendan sendos cafices de sal cada año e se den en precio de estos cafices,
sendos mencales, et prendan estos cafices en Traid o Almallas.”
O lo que es lo mismo permitiéndose a los vecinos de Molina tanto plebeyos, como a caballeros, como clérigos y judíos que pudieran tomar anualmente dos cahíces (medida de capacidad) de sal en Traíd o en Armallá (haciendo referencia a las Salinas de Armallá).
Este texto del fuero de Señorío de Molina, ya remarca la importancia de la sal, recordemos que de ahí viene el término salario, y nombra dos explotaciones de salinas, las de Armallá, en el término municipal de Tierzo y las de Traíd.
También al respecto la quinta Señora de Molina, Doña Blanca
Alfonso en su testamento hecho en el año 1293; deja escrito que: “que canten diez capellanes cada anno e para
s.j.e lo que ayan cada anno cada quinientos mrs en las rentas de las mis
salinas de Aramllá e de Trayd…” aludiendo a que diez capellanes canten en
estas salinas.
Así pues y vista la importancia que a lo largo de la historia
han tenido las salinas de Traíd, junto a la bojeda en plena vega, hablamos
ahora de la fisionomía en sí de la población.
Como ya os indicaba Traíd se encuentra en la parte alta de
una vega de inefable belleza, ciertamente encosterado, siendo su parte más alta
la entrada a la población proveniente de Molina y de Alcoroches, y la más baja,
la salida hacia la vega, junto a la Iglesia dedicada a la Virgen del Rosario.
La Iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rosario, al igual
que el resto del pueblo se encuentra como escondida, es decir la espadaña
apenas si se vislumbra de lejos, aunque ello tiene una explicación y es la
evolución constructiva que el mismo templo ha tenido a lo largo de los siglos.
Su origen es medieval, pero allá por el siglo XVII, se
produjo una gran obra de transformación, que elevó los techos de tal manera,
que la torre prácticamente quedó a la par en altura que el resto del tejado.
En su interior hay varios elementos relevantes; por un lado,
su retablo barroco, y por otro lado un cuadro de San Francisco de Asís, que
encierra en sí mismo una gran leyenda.
Tras la muerte de Carlos II (el hechizado), se produjo una
cruenta guerra civil en España, entre partidarios del francés Felipe de Anjou,
y el austriaco Archiduque Carlos.
Las gentes de Molina, desde el primer momento, como el resto
de Castilla apoyaron al Borbón (Felipe de Anjou); y os cuento lo anterior para
que entendáis la leyenda que sobre el cuadro se cuenta; y es que se dice que el
1 de noviembre de 1705, en el momento que las tropas austriacas entraban en la
villa de Molina…; a unos kilómetros en la Iglesia de Traíd, el lienzo de San
Francisco de Asís comenzó a llorar sangre.
De este suceso llegaron noticias a los franciscanos de Sevilla, los cuales encomendaron a fray Martín Rosillo, que a la postre era el guardián del convento de Molina, que hiciese averiguaciones al respecto.
Antigua Iglesia y Covento de San Francisco en Molina de Aragón |
A las pocas semanas el fraile de Molina remitió carta a
Servilla, escrita y firmada de su puño y letra contando que: “el cuadro estaba en
una habitación de la casa del cura de Traíd, don Pedro López; y el citado 1 de
noviembre, notó el cura como del lienzo comenzaba a manar sangre, manchando
incluso el marco, siendo testigo de ello, más feligreses del pueblo…”
Fuera como fuese, la cuestión es que desde entonces las
fiestas patronales de la villa, giran en torno a la figura de esta Santo.
Y aunque tradicionalmente las fiestas se celebraban en
septiembre, para facilitar la estancia de los traideños que viven fuera, desde
hace lustros, se celebran del 11 al 14 de agosto.
Comienzan con un tradicional canto al Santo el día 11; y son
muy típicas las cenas populares a base de migas con chocolate, y que se
celebran al resguardo del gran trinquete, construido como reza en una piedra en
el año 1947, hecho de piedra de sillar, recubierto de cemento y pintado de
verde.
Y pese al traslado a agosto, todos los 17 de septiembre en
Traíd es fiesta mayor, sacando en procesión al Santo por las empinadas calles
de la población.
A espaldas de la iglesia, se encuentra un humilde cementerio,
que al igual que el resto del pueblo también se encuentra protegido, por un
gran peñasco, al que los lugareños denominan el castillo.
En mayo, es tradición subir hasta la cima del mismo, donde junto a una cruz hecha con madera de sabina, el sacerdote del lugar bendice los campos de la vega.
La verdad que la panorámica que desde allí se vislumbra,
tanto de la población, como del valle, son de una belleza difícilmente descriptibles.
Justo debajo del peñasco y junto a la pared norte de la
Iglesia hay una pequeña cueva, de donde brota una cristalina y fría agua, convirtiéndose
en un pequeño navajo, donde no es extraño ver animales bebiendo agua.
Cuando se producen fuerte periodos de lluvia, o deshielo de
grandes nevadas, éste se desborda, despeñando alegremente sus aguas hacia le vega, camino de la bujeda y del río
Gallo.
Frente a la iglesia permanece perenne el tronco del gran olmo que allí hubo, y que sucumbió a la grafiosis, pero que sus vecinos quisieron homenajear dejándolo allí presidiendo el día a día de la población, embelleciéndolo con decenas de tallos de hiedra.
Las calles y plazas de Traíd son amplias, con casas de gruesas paredes, y la mayor parte de ellas encaladas, tapando la piedra original y tradicional del caserío de esta zona de Señorío.
Son memorables como en todos los pueblos de esta comarca, las grandes hogueras que en el trinquete se hacen la tarde noche de la Nochebuena, para permitir que pese al frío el vecindario pueda compartir el tiempo y el espacio, todo ello acompañado de zambombas y turrón.
Además de todo lo anterior Traíd cuenta con otros importantes
edificios y construcciones, como la fuente del Pilar, la fuente del Cubillo, la
ermita de la Soledad, la ermita de Santa Lucía, etc…
Y sobre todo Traíd, por su ubicación y orografía, cuenta con un patrimonio natural y paisajístico, en el que en cualquier época del año es recomendable imbuirse en él, y darse un “baño” terapéutico de naturaleza en estado puro; suponiendo una reconciliación entre el ser humano con la tierra.
Termino este post, con la recomendación de visita a Traíd y
su vega, y con el firme deseo de perderme pronto por su bujeda. FINEM