jueves, 6 de agosto de 2015

Leyendas de Moros y Cristianos en el antiguo Señorío de Molina. (Alpetea y Nuestra Señora de Montesinos)

Castillo - Alcázar de Molina de Aragón

Desde la Torre vigía de Molina de Aragón, esa que en lo alto del monte coincide con el apellido de la villa, se vislumbra a lo lejos, mirando hacia el oeste un enorme farallón de roca.
Torre de Aragón
Sobre ese farallón se alzaba antaño un imponente castillo de tapial y piedra, un castillo temido en la comarca, pues allí vivía un gobernador árabe de nombre Montesinos, que sembraba el terror por la comarca en tiempos de la reconquista.

Torre de Aragón desde Alpetea

Castillo de Alpetea
A unos 1300 metros de altitud sobre el nivel del mar; y presidiendo el lugar de insólita belleza donde el río Gallo vierte sus aguas al padre Tajo, se ubicaba este castillo denominado de Alpetea, del cual a día de hoy a penas quedan restos; algunas de sus piedras se utilizaron siglos después para construir trincheras, utilizadas para vigilar el Puente de San Pedro, tanto en tiempos de las guerras carlistas, como en tiempos de la guerra civil.
  

Al poco de morir don Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid), y de que las tropas del aragonés Alfonso I el batallador entrasen en la villa de Molina, comenzó a fraguarse el Señorío de Molina, cuyo primer Señor sería don Manrique de Lara; pero la arribada a las tierras del Tajo no fueron fáciles; hordas sarracenas rodeaban las tierras conquistadas, y las incursiones y batallas eran continuas, eso y la climatología del lugar, no hacían atractivo el residir en la zona, por lo que la población era más bien escasa.


Las luchas y batallas con el moro Montesinos eran continuas; su fama de bravura y crueldad llegaba a todos los rincones del recién creado Señorío; y no fueron las armas sino otras circunstancias las que pusieron fin a aquel conflicto con el moro.

 

Cuenta la leyenda que todos los días proveía el castillo de leche de cabra, una pastora que venía andando desde la cercana localidad de Villar de Cobeta; la muchacha desde nacimiento tenía una dolorosa úlcera en su mano derecha, la cual la dejaba prácticamente manca.

https://bocadosdecultura.files.
La familia de la cabrera había venido de tierras del norte, animadas por las prebendas y derechos que otorgaba el nuevo Fuero dictado por Manrique de Lara con la intención de repoblar aquellas inhóspitas tierras; todos estos pobladores eran cristianos.

Fuero de Molina             http://herreracasado.com
La lechera era una mujer valiente y con coraje, y no temía al gobernador Montesinos, de hecho le echaba en cara sus desmanes e incursiones en los pueblos y aldeas de la comarca en pos de la religión árabe.

Panorámicas desde el castillo de Alpetea
Panorámicas desde el castillo de Alpetea

Montesinos orgulloso y soberbio  siempre le decía: “¿cómo un Dios tan bueno puede permitir que una chica tan joven y bella esté inútil de una mano?...”

Panorámicas desde el castillo de Alpetea
Un día de verano, la cabrera se marchó de buena mañana con el ganado a las riberas del río Arandilla, junto al pueblo de Cobeta; después de comer, el sol de justicia dio paso a una gran tormenta, la lluvia caía torrencialmente, y los truenos retumbaban en el valle de forma sobrecogedora…; esta situación hizo que el rebaño de cabras se asustara, y muchas despavoridas corriesen río arriba, en busca de refugio bajo las rocas areniscas.

 
 
Tras el tormentón, la cabrera muy preocupada se puso a buscar a las cabras, cuando estaba perdida entre la espesura del bosque vio aparecer de lado a lado del barranco un inmenso arco iris y a continuación una gran luz sobre una roca; se trataba de la Virgen.

Río Arandilla

La cabrera quedó paralizada ante aquel hecho; y cuenta la leyenda que la Virgen le dijo: “ ves a buscar al moro de Alpetea, y dile que te acompañe hasta este lugar, pues quiero hablar con él”.

 
La Cabrera le contestó: “¿y cómo haré para convencerlo, es altivo y testarudo?; a lo que la Virgen le dijo: “enséñale tu mano derecha”; la cual al momento sanó de aquella terrible úlcera.

 
Al otro día la lechera como hacía cada dos días, fue a proveer el castillo de leche de cabra; pero algo había cambiado portaba un cántaro sobre su mano derecha apoyada en su pecho.

Montesinos asombrado preguntó sobre aquella repentina curación, y la cabrera le contó lo sucedido, y la petición de la Virgen; Montesinos carcajeó con cierto desdén y burla ante la historia contada, pero fuera como fuese, es que a los dos días montado en su corcel blanco acompañó a la pastora.

Era un día de verano de suaves temperaturas, el río Arandilla venía un poco desbordado por las lluvias de hacía dos días, el campo rezumaba aroma y vida por doquier; al final la cabrera y Montesinos llegaron al punto donde la Virgen le había dicho a la cabrera que acudieran.

Ermita de Montesinos
 Allí nada pasaba, y enfadado Montesinos increpó a la pastora aludiendo a cómo se atrevía a burlarse así de un Gobernador moro…; cuando la ira de Montesinos hacía retumbar en el eco del barranco su enojo, las  copas de los altos chopos del lugar comenzaron a moverse de lado a lado, con un estruendoso ruido.

Al momento allí se apareció la Virgen de nuevo; Montesinos asombrado, tiró su cimitarra al suelo, y se postró ante ella, mostrando su arrepentimiento por los desmanes cometidos; y prometiendo hacer el bien a todo el mundo.

A los pocos días las huestes de Montesinos comenzaron a construir una ermita, y una pequeña casa, a la cual el gobernador se trasladaría, para vivir dedicado por entero a la contemplación, la oración y la penitencia, siendo éste el origen de la ermita de Nuestra Señora de Montesinos.
Ermita de Nuestra Señora de Montesinos


Ocho siglos después haría lo mismo Francisco Checa Concha, el Santero de Montesinos, el cual como la cabrera de la historia también era pastor, lo había sido durante más de cincuenta años, dedicando sus últimos treinta años de vida a cuidar la ermita y el entorno de Montesinos.

 
El 14 de marzo del 2014 a punto de cumplir los noventa y dos años,  sus ojos cansados se cerraron para siempre; pero nos dejó el recuerdo de su sabiduría popular, y bondad infinita…; y aún parece cuando paseas por el entorno que se escucha en la lejanía sus coplillas y cantos, con los que deleitaba a todo aquel que se acercaba hasta el ermitorio.
 FRANCISCO CHECA http://www.guadaque.com
Ahora ya, no entrando a valorar sobre el grado de  realidad o no de la historia, o sobre el hecho de que  por la magia del lugar, tras los tiempos de lo pagano, pasara el lugar a lo sagrado; no me queda otra sino recomendaros la visita al lugar, para notar la magia y el contacto con la madre naturaleza.

 

Y dedico este post, a dos cobetanas  (natural de Cobeta), de excepción a las cuales quiero y admiro a partes iguales, Teodora Pastor y Maribel Parra.. FINEM

Teodora Pastor
                      Maribel Parra

domingo, 26 de julio de 2015

UN TESORO BAJO LAS AGUAS DE LA LAGUNA DE TARAVILLA.



 

Hace unos días leía una reseña en un medio digital sobre la novela “la isla del tesoro”; del genial  Robert Louis Stevenson…; al poco me vino a la cabeza esa leyenda que desde tiempos inmemoriales se cuenta por las vastas tierras del antiguo Señorío de Molina, en relación al gran tesoro que se escondió en los confines del alto curso del río Tajo.


La historia es la siguiente: corría el verano del año 710 (siglo VIII); cuando el Rey Visigodo Don Roderico, y ante la entrada de musulmanes por el Sur de la Península, convocó a la “nobleza” de la época.

La reunión se llevó  a cabo en lo que es la actual ciudad de Toledo, junto a las aguas del río Tajo.



A aquella reunión, entre otros, acudió el Gobernador de Ceuta, conocido como el Conde don Julián, y a éste le acompañaba su hija, de nombre Florinda, y que según cuentan las crónicas legendarias, su belleza era comparable con la de un amanecer en primavera…
Florinda todas las mañanas tomaba el sol junto a las bravas aguas del río Tajo, e incluso tomaba el baño, siendo observada por muchos de los invitados a aquellas jornadas de reunión de estrategia -  prebélicas. 

 

Y aquí es donde la leyenda toma caminos diversos, una parte dice que entre el Rey don Roderico y Florinda surge una relación amorosa, y otra alude a que don Roderico, fuerza a Florinda a mantener relaciones sexuales. 

 
Fuera como fuese, es que el padre de Florinda don Julián entendió como una deshonra para su hija, el hecho de que hubiese existido un escarceo sexual entre don Roderico y la joven doncella, así pues a su vuelta a Ceuta, trató de vengarse de don Roderico, entendiendo que la mejor forma de hacerlo, era permitiendo el paso de árabes hacia la Península.


Así pues entre los días 19 y 26 de julio del año 711; justo un año después de las reuniones secretas junto al río Tajo, las tropas visigodas se enfrentaron a las árabes en las zonas aledañas al río Guadalete.


La batalla fue larga y cruenta, contando los cronistas de la época que el río tornó sus cristalinas aguas, en rojo sangriento, por los miles de cuerpos mutilados y sin vida  que yacían en sus riberas.


 Los ejércitos árabes, “extrañamente” aumentados en  número de soldados…; vencieron a las visigodas,  matando entre otros al propio Rey don Roderico, cuya sangre derramada supuso el fin de los reinados visigodos sobre la Península Ibérica, y la llegada de los Reinos y Taifas árabes.


Y cuenta le leyenda que don Julián arrepentido de la traición, y temeroso de que los tesoros amasados en sus años como Gobernador de Ceuta cayesen en manos sarracenas, decidió huir con su familia a las recónditas tierras donde el río Tajo da sus primeros pasos.

 

Allí escondidos en la espesura de la abrupta naturaleza, vivió sus últimos días, y para evitar que sus  riquezas fuesen tomadas por los árabes, decidió arrojarlas a las profundidades de la laguna de la Parra, años después conocida como laguna de Taravilla.

 

  

 
Florinda desesperada ante la dura vida que le esperaba, montada en un caballo, cabalgó y cabalgó aguas abajo del río Tajo, hasta llegar al sitio donde conoció a don Roderico; queriendo pensar que lo realmente  surgido había sido amor, y no violación, se comprende que Florinda se arrojase al río, con la intención  de expirar bajo el abrazo asfixiador de las aguas del Tajo… a ese lugar junto al puente de San Martín en Toledo, se le conoce hoy como el baño de la Cava…; y dicen que no es raro escuchar el sollozo de aquella bella doncella.

 

Mientras tanto en las latitudes del alto Tajo, en su preciosa laguna de Taravilla, las noches de luna llena, ésta juega a los reflejos con las joyas y rubíes que en las profundidades del lago arrojó en su día el tal Don Julián… FINEM

 


jueves, 9 de julio de 2015

La "vaquilla" de Teruel comienza con la puesta de un pañuelico a su torico.







La mayoría de fiestas populares y patronales, comienzan con un chupinazo, con un pregón, un pasacalles, una traca, etc… pero en la ciudad de Teruel se hace de forma distinta, las fiestas en Teruel comienzan con un homenaje a su emblema más preciado, el torico.

 
Corrían los años 60 del pasado siglo XX, cuando a un grupo de amigos de Teruel, con ocasión de la celebración de las fiestas de la vaquilla del ángel se les ocurrió vestir al toro más famoso de la ciudad (el torico), y lo ataviaron con una pañuelo de color rojo, a semejanza del que llevan los y las peñistas a lo largo de  dichas  fiestas; a algunas personas aquello les pareció una gamberrada, incluso los más reaccionarios lo calificaron de ofensa; pero parece ser que al final aquello gustó; Esa primera puesta del pañuelo, se fue repitiendo año tras año, y con ello tomando más importancia y repercusión, hasta que en el año 1982, el Ayuntamiento metió tal acto, como uno de los más importantes y emotivos dentro del calendario festivo turolense, traduciéndose para los oriundos como un homenaje y tributo a su toro más famoso.

 



                                          


Desde entonces y cada año, es una de la peñas, de las que conforman el grupo de interpeñas de la ciudad,   la encargada de la colocación del pañuelico; a eso de las 16:30 en el balcón del Ayuntamiento, frente a Santa María de Mediavilla, la soberbia catedral mudéjar de Teruel, el Alcalde/sa de turno, entrega al representante de la peña, el pañuelico rojo que lucirá el torico durante todas las fiestas, a la vez que otro peñista tira de la cuerda, que hace sonar una pequeña campana (el campanico) situado sobre el tejado de la casa consistorial; y que sólo se le hace sonar en todo el año para esta efeméride.

 



Posteriormente la peña encargada de la puesta y colocación del pañuelico, se arremolina en torno a la fuente del torico, y el representante elegido por la peña, con la ayuda de los compañeros, y haciendo uso del pulso, la habilidad y la destreza, se encarama a la gran columna en la que descansa el torico, para posteriormente enrollar al cuello del torico, el pañuelico de color rojo; pañuelo que dona una empresa de ropas de la ciudad: “tejidos Ferrán”, y que cada año es distinto en el bordado, del cuál se encargan las monjas Carmelitas de Teruel.




 



En ese momento estalla la fiesta, y de forma parecida al chupinazo de Pamplona, el vino y la sangría comienzan a desparramarse por todos los lados, para raudo el impoluto color blanco del uniforme de vaquillero, tornarse en un morado intenso.
Las más antiguas referencias encontradas sobre la fiesta de la vaquilla son del año 1886, y desde 1940 tras la guerra civil, los actos vienen a ser más o menos los mismos, con la inclusión en 1986 como os he contado al principio de la puesta del pañuelico; hay un interesante libro que cuenta todas estas cuestiones, acompañado de decenas de ilustraciones, obra del turolense Francisco Gómez; siendo muy curiosa la anécdota que cuenta, con ocasión de la visita que hizo la Reina Isabel II a estas fiestas cuando todavía era Infanta.

http://www.terueltirwal.es/
El nombre de la Vaquilla del Ángel; se refiere a la misma fundación legendaria de la ciudad; cuenta la  historia que el Rey Alfonso II hacia el año 1171, conquistó la zona, expulsando a los árabes de la pequeña ciudad denominada Tirwal…; la leyenda ha añadido que sus tropas tras conquistar la pequeña población querían fundar una nueva ciudad; uno de ellos observó como un hermoso toro bebía  en las aguas del río Guadalaviar, y que entre las astas, se apreciaba una brillante estrella, que denominaron Actuel; consideraron que eso eran símbolos de buenos presagios y decidieron levantar en la ladera asomada al río, la actual ciudad de Teruel, utilizando para su nomenclatura los términos: toro y actuel, derivando en  Teruel.


De inmediato en los blasones y escudos de armas de la ciudad, añadieron el toro y la estrella, convirtiéndose éstos en símbolos perenes de la ciudad de los amantes; así transformando el toro por vaquilla y la estrella por un ángel custodio deriva el nombre de la fiesta, la vaquilla del Ángel.

Monumento a la Vaquilla del Ángel
Fuera como fuese es que el fin de semana más próximo a San Cristobal (10 de julio), o el segundo desde San Pedro (29 de junio), la ciudad de Teruel se transforma para acoger a miles de visitantes, y dar el pistoletazo de salida al nuevo verano.












Siempre es recomendable la visita a la ciudad de Teruel, y disfrutar de su monumentalidad, de su mudéjar, de su modernismo, de sus leyendas, de su gastronomía, de sus gentes, etc…; pero hacerlo en “vaquillas” nombre con el que se conoce popularmente a la fiesta, hará la visita inolvidable. FINEM.

LOS AMANTES DE TERUEL. Una bella y triste historia de amor.

     El genial cantautor Ismael Serrano, en su canción “tierna y dulce historia de amor”, afirma eso de que “como todas las histori...