La Pinta era más ligera e iba delante de las otras dos
carabelas, eran las 2:00 de la madrugada del 12 de octubre del año 1492; un tal
Rodrigo de Triana, apostado en lo más alto de los mástiles de la nave, comienza
a gritar y hacer aspavientos…: sus cuerdas vocales dicen “tierra, tierra a la
vista”…
Las naves que dirigía el Almirante Cristóbal Colón, bajo el
patrocinio de los Reyes Católicos, habían llegado al nuevo mundo, se acaba de
descubrir América…
Lejos de allí en los más profundo del Reino de Castilla, y dentro de los vastos terrenos que conformaban un antiguo Señorío, asomados a los cañones del río Tajo, cerca del caserío de Peralejos nacían unos ejemplares de tilos.
Lo hacían allí por la idoneidad del lugar, sitio húmedo y
fresco, resguardado de la incidencia de los rayos solares y casi colgados de un
precipicio de inefable belleza.
Hace unos días quinientos años después de aquel avistamiento
de tierra allende los mares, mi hermano Javi, mi cuñada Tere y el que escribe,
decidimos ir a visitar a estos longevos seres vivos, a estos supervivientes
natos, que tantas lecciones de vida dan con solamente contemplar sus portes.
Tomando la carretera que parte desde Peralejos de las Truchas
(Guadalajara), en paralelo al río Tajo, y en dirección al puente del Martinete,
es fácil identificar, en mitad de la ladera de en frente y bajo las rochas del padre Tajo, los “brazos”
aún deshojados de estos grandes seres vivos, o el color verde intenso de las
incipientes hojas con forma de corazón, que anuncian una nueva primavera.
http://www.panoramio.com Peralejos de las Truchas. |
Así pues dejamos el coche en una explanada junto al puente
del Martinete, para comenzar a andar por un sendero que surge a mano izquierda,
en la margen izquierda del Tajo.
Tras atravesar un frondoso pinar albar, y junto a un pequeño
arroyo que aboca sus aguas al Tajo junto al Martinete, comenzamos a subir la
ladera de la montaña, entre aliagas en flor, y decenas de caparazones de caracolas.
Los chopos vigilantes del arroyo, cuanto apenas tenían las yemas pintadas, anunciando el brote de su “nuevo vestuario estival”; y es que el campo en esta época del año, y por estos lares es todo un espectáculo.
Por fin alcanzamos las rochas o grandes farallones tan característicos del Alto Tajo que simulando grandes murallas, conforman inexpugnables castillos imaginarios.
Bajo las paredes siempre hay un sendero de los animales,
siendo éste el camino ideal a seguir en busca de los grandes tilos.
Desde aquí las panorámicas son de impresión, el paisaje
abrupto y soberbio, invita a la reflexión, al pensamiento.
Hace poco leí un libro editado y creado por los componentes de la Asociación
Micorriza; el título del mismo es: “Guía de árboles y arboledas de la Comarca
de Molina de Aragón y Alto Tajo”; libro que sin lugar a dudas recomiendo
encarecidamente, y que en su contraportada decía: “Las plantas sobrevivimos sin los humanos. Sois vosotros los que no
podéis vivir sin nosotras…” entendiendo aún más si cabe esta frase al
contemplar este gran espectáculo digno del jardín de las Hespérides.
Siendo el segundo de ellos el que más impresión me dio, por
su grandeza, robustez, y longevidad manifiesta.
Allí nos sentamos a descansar y a pensar en la historia del
árbol, pensando como os decía al principio que podría datar perfectamente del
siglo XV.
El lugar donde se encuentra tiene un cáliz especial, era como
si la tila (el fruto del tilo), se esparciera en el ambiente, pues todo
invitaba a la tranquilidad, a la relajación, a la reflexión.
Así y tras la satisfacción de haber conocido a estos grandes
supervivientes, y con el firme deseo de que el “homo sapiens”, haga honor a eso
de ser el animal racional, y sepamos cuidar del planeta, para que sean muchas
más las generaciones que puedan disfrutar de los mismos, regresamos bajando la ladera, entre
quejigos, jaras y aliagares.
Para de nuevo en paralelo al Tajo, y junto a las decenas de fuentes que del gran cañón brotan caminar con plena energía revitalizadora de nuevo hacia la civilización, dejando allí a estos grandes testigos mudos de la historia, con un sin lugar a dudas hasta pronto. FINEM
Para de nuevo en paralelo al Tajo, y junto a las decenas de fuentes que del gran cañón brotan caminar con plena energía revitalizadora de nuevo hacia la civilización, dejando allí a estos grandes testigos mudos de la historia, con un sin lugar a dudas hasta pronto. FINEM