Con permiso de Joaquín, querría contaros lo que le pasó a un
amigo de éste, y que a su vez Joaquín me lo contó a mí…
Joaquín tiene un amigo al que desde muy niño le detectaron
una enfermedad; se trataba de una demencia degenerativa, que lo hacía ser una
persona muy especial.
De hecho el amigo de Joaquín es un tipo formidable; con motivo
de esta demencia tuvo que ser ingresado en un hospital psiquiátrico al sur de
Madrid, en el pueblo de Ciempozuelos.
Al amigo de Joaquín le gustaba cubrirse la cabeza con un
capirote de papel; de esa manera se imaginaba que era el capitán de un barco en
busca de nuevas tierras.
Desde niño el amigo de Joaquín, estaba totalmente enamorado
de una dama madrileña, y siempre que podía iba a verla; pero ahora al estar
ingresado llevaba mucho tiempo sin visitarla, así que un buen día decidió escaparse
del psiquiátrico; para ello nuestro protagonista se disfrazó de enfermero y así
pasar desapercibido, escapando de Cienpozuelos burlando la seguridad.
Tras coger el cercanías, el amigo de Joaquín por fin llegó a Madrid, donde residía su
amada, como lo llevaba haciendo desde el año 1782…; al principio la ciudad se
le hacía un poco hostil, tal vez la gente no entendía a un hombre con
vestimenta tan estrambótica: espada de madera, zapatos de payaso y un capirote
de papel por sombrero, no daban sensación de seriedad…; pero la cosa es que el
amigo de Joaquín había decidido comerse el mundo, y antes de visitar a su
Diosa, trató de juntarse con otra divinidad; en esta caso la diosa Fortuna, comprando lotería en la
Administración más famosa de Madrid, Doña Manolita…
Tras pasar por Sol, por fin se dirigió al lugar de residencia
de su amada; y es que sólo una persona con demencia, se había dado cuenta de que su amada de nombre Cibeles pese a estar rodeada de un enorme
trajín de ir y venir de coches y de
gentes, estaba totalmente sola e ignorada.
Por fin llegó ante ella y comenzaron a hablar…; ella le confesó que estaba sola y sin marido, y él quiso sacarla a bailar…; Cibeles bajó de su carro y el Paseo del Prado se convirtió en una gran salón de baile donde ambos encandilados comenzaron a bailar, una música de Valls que parece ser venía de allí cerquita, en la otra esquina del gran Salón un tal Neptuno les amenizaba la sesión.
Mientras tanto Madrid seguía a su aíre con ese movimiento
continuo que hay en la gran ciudad, sin darse cuenta que su símbolo más
preciado estaba feliz y agradecida porque alguien le había abrigado el corazón.
Tras el baile, ambos se durmieron acurrucados a la sombra de
un león…
Esa noche a la hora de la cena en el psiquiátrico se dieron cuenta
que faltaba el interno dieciséis…
Al otro día el amigo de Joaquín quiso que la relación se
formalizase, estaba feliz, pues su sueño se había cumplido, su amor hacia
Cibeles era correspondido; así pues decidió regalarle un anillo para pedir que
se casara con él; la cosa es que el pobre amigo de Joaquín, había salido con
apenas unas monedas del hospital, por lo que no podía hacer frente a tan
ingente gasto, así pues por amor se atrevió a hacerlo, e hizo algo de persona
no demente…; robó un anillo en el Corte
Inglés.
De nuevo esa tarde la Cibeles fue feliz, pues el amigo de Joaquín
le había cortejado y acompañado, cuando por fin se atrevió a pedirle la mano,
alguien de la gran ciudad se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, tal vez
por ignorancia, o tal vez por no ser tan inteligente como un demente, raudo mostró
su placa de agente y detuvo al amigo de Joaquín por posibles daños al monumento…
Me contó Joaquín que al día siguiente vio a la novia del
agente, con el anillo que su amigo había regalado a la Diosa Cibeles…
Preocupado pregunté por su amigo, me contó que no pudo
resistir que de forma tan brusca separasen sus labios de la boca de mármol de
la Diosa Cibeles, y que como un pájaro del árbol, cayó triste y abatido… al
mismo tiempo que la Cibeles comenzaba a llorar, siendo testigo de todo ello un
taxista que por allí pasaba, el cual mudo y aturdido chocó contra el banco
central…
Seguro que hoy otra vez la Cibeles rodeada de miles de
personas “cuerdas”, ha estado sola y con el corazón sin abrigar...
Grande el artista y poeta Joaquín Sabina. FINEM