Entre campos de cereal, encinas, robles y algún quejigo que
otro, que por estas tierras se denomina rebollo, a 1073msnm y justo en la línea
divisoria entre Castilla y Aragón se encuentra el antiquísimo pueblo de Embid.
Está situado en el extremo más oriental de la provincia de
Guadalajara y del antiguo Señorío de Molina; y su patrimonio artístico e
histórico es cuantioso y de gran valor.
Sin lugar a dudas el edificio que destaca sobre todos, es el
vetusto castillo que tras haber sufrido un colapso estructural allá por los
años noventa del pasado siglo XX, está experimentando una paulatina
restauración, que de nuevo le está confiriendo los bríos y esbelteza con los que contaba desde su construcción a
mediados del siglo XIV.
Testigo de mil batallas y de las continuas tensiones entre
Castilla y Aragón, el castillo de Embid sufrió embistes varios y destrucciones
por parte de los aragoneses, que de inmediato los de Castilla reparaban…, ya
que les servía de refugio y cuartel general; incluso en la guerra de Sucesión
entre Felipe de Anjoy y el Archiduque Carlos, los seguidores de este último lo
tomaron e incendiaron…
A partir de 1426 en pleno siglo XV, el castillo perteneció a
don Juan Ruiz, al que popularmente se le conocía como el Caballero Viejo por su
longeva vida, y que además contaba con
la propiedad igualmente de otro castillo de la comarca, éste más como tipo
residencia y de recreo en el valle del río Gallo, me refiero al castillo de
Santiuste.
Más tarde fue su familia la que como Marqueses de Embid,
gestionaron y gobernaron la vieja atalaya.
Después el devenir de los tiempos, las extremas inclemencias
meteorológicas de estas altas tierras de Guadalajara, y la desidia de la
administración, conllevaron a como os decía al principio que el castillo se
convirtiera en una mínima sombra de lo que fue…
http://lc-architects.blogspot.com.es/2011/08/restauracion-y-consolidacion-del.html |
A día de hoy se han remozado los muros de mampostería, que
con planta pentagonal y cubos en las esquinas para reforzar los tapiales,
otorgan al castillo una configuración de fuerte inexpugnable, rematada con la
esbelta torre del homenaje para dominar las tierras que por color y drenaje,
llaman a las puertas de Aragón.
Pero además del castillo, Embid cuenta con un interesante
patrimonio civil y religioso. Comenzando por lo primero es interesante la
visita a esas viejas casonas molinesas, relacionadas con apellidos hidalgos del
antiguo Señorío de Molina, y que en silencio nos hablan de un pasado de mayor
esplendor; así pues no hay que dejar de ver la casa de los Ordóñez de
Villaquirán, León Luengo, Martínez Molinero, o la de los Sanz de Rillo Mayoral
entre otras.
En el ámbito del patrimonio religioso, sin lugar a dudas cabe
destacar su iglesia dedicada a Santa Catalina, que según reza en el arco de la
puerta, data del año 1530, de trazas sencilla y con espadaña orientada al
oeste, el edificio es el nexo de unión entre la zona del castillo y el caserío
de la población.
También frente a la villa se encuentra una humilde ermita
dedicada a la Virgen de la Soledad, donde un humilde paso espera al Viernes
Santo para ser sacado en procesión…;
por los alrededores de la ermita me
encuentro con una mujer sencilla y amable, de nombre Leonor, la cual me cuenta
cómo es la vida en el pueblo, me habla de que pese a su avanzada edad, a ella
no le da tiempo de aburrirse, pues sigue cosiendo y zurciendo como cuando era joven;
y es ella la que me habla de la belleza de la techumbre de la ermita de la
Soledad, y de la fiesta-romería que se celebra en la ermita camino de Aragón…
Leonor del Molino |
Se trata de la ermita dedicada a Santo Domingo de Silos que
es el patrón del pueblo, y del que hay réplicas en mosaico y baldosa repartidas
por doquier a lo largo y ancho de la villa.
Así pues tras las indicaciones de la amable Leonor, emprendo
marcha hasta la mencionada ermita, la cual se encuentra a unos cuatro
kilómetros de Embid dirección a Zaragoza, junto al viejo camino real de
Castilla a Aragón; lo que hoy es la Autonómica CM 213 que une Molina con
Daroca.
El paraje es de singular belleza, sobre todo en la parte
trasera de la ermita, donde comienza un angosto valle que evacúa en el río
Piedra; la ermita es de trazas sencillas y está repleto de cuadros donde se
cuentan pequeñas y curiosas historias relativas a ofrendas de feligreses, a
supuestos milagros del santo, etc…, una talla de Santo Domingo de Silos preside
el barroco altar del ermitorio.
Y como me había dicho Leonor allí me encuentro una fiesta; en
este caso es la romería del pueblo zaragozano de Castejón de Alarba, situado a
más de treinta kilómetros de la ermita.
Con ese graciejo que tienen los maños, y con la nobleza que
les caracteriza de inmediato me invitan a comer toda clase de dulces y pastas
artesanales, me cuentan que siempre acuden a la ermita para la Pascua de
Pentecostés, y que ahora lo hacen en coche y autobús, pero que antaño lo hacían
con carros y caballerías, haciendo noche en Castilla…
La vuelta motorizada, la hacen con ramos de carrascas en
flor, que cuelgan en sus balcones hasta el próximo año.
De vuelta para Embid, decido dar un paseo por el lecho del
río Piedra; ese que unos kilómetros más abajo ya en la provincia de Zaragoza
configura el bello rincón del Monasterio de Piedra…;
el río por esta zona va
subterráneo, saliendo a la superficie solamente en época de muchas lluvias o
deshielo; andando poco a poco el cañón es cada vez más angosto y profundo,
donde las rapaces vuelan a su libre albedrío, y el silencio más absoluto se
convierte en banda sonora.
Tras caminar un par de kilómetro arribo al paraje del Rosel…en mitad de la
barranquera y aprovechando un poco la apertura en curva del cañón, las gentes
de Embid erigieron en tiempos una sencilla ermita dedicada a la Virgen del
Rosario, restaurada en 2006, junto a la
fuente que da nombre al lugar del Rosel, un amplio abrevadero para animales y
mesas y sillas para el ocio y esparcimiento.
En definitiva Embid no sólo es un pueblo de paso, sino que
es una villa que encierra historia, encanto y amabilidad de sus gentes por los
cuatro costados.
Muy recomendable su visita, ya me contaréis. “FINEM”