lunes, 3 de septiembre de 2012

A orillas del río Gallo nos econtramos con Ventosa.










La villa de Molina ubicada en la vertiente sur de la montaña que preside su castillo, se asienta sobre la apertura de los valles que conforman dos corrientes hídricas, el río Gallo, y un arroyo que en su tramo final fue desviado por las continuas inundaciones a las que de forma regular sometía a la población que se llama La Cava.

 
Antiguamente ambas corrientes se juntaban bajo el puente viejo, pero tras las graves inundaciones que la misma trajo consigo a la población allá por el año 1930, y para construir lo que hoy es la principal calle de la población el Paseo de los Adarves, la misma fue desviada, juntándose con el Gallo, en la partida denominada las guijarrillas.

 

Ambos cursos hídricos, ya en uno, tras pasar bajo la veleta más ilustre de la población, “el Giraldo”, y bajo los arcos del puente románico se dirigen de forma serena por un gran valle, rico en cereal, girasoles y chopos… más adelante el barranco de la Hoz, y finalmente bajo la muda mirada del castillo de Alpetea se compenetrarán para siempre con el padre Tajo….
 



Pues bien, siguiendo el curso del río Gallo desde Molina, por una tranquila carretera en su margen izquierdo, a unos ocho kilómetros llegamos a la pequeña localidad de Ventosa.

 
Antes habremos dejado las ruinas de lo que a otrora era un pequeño poblado llamado Cañizares.

 
Ventosa que es pedanía de la vecina Corduente, está situada en un pequeño promontorio con respecto al río Gallo, y con un impresionante telón de fondo, que conforman los grandes farallones de arenisca.
         Estos roquedales que protegen a Ventosa de los vientos de poniente, no son sino el anuncio, del gran espectáculo natural que el río Gallo ha ido conformando a lo largo de millones de años, unos metros más abajo, creando el impresionante barranco de la Hoz.

 
         En este barranco de la Hoz, se encuentra la ermita que alberga a la talla de la Virgen de la Hoz, Patrona de la comarca de Molina; dice la leyenda que un pastor proveniente de la vecina Ventosa, se perdió en la espesura del bosque, y que así mismo había perdido varios corderos; justo en el momento de mayor desesperación halló una inmensa luz en el fondo del barranco, cuando bajó, encontró los corderos que buscaba y una talla de una pequeña Virgen.
 
     La cosa es  según cuenta la leyenda, que la talla fue llevada a Molina y que al poco desapareció, culpando a los vecinos de Ventosa de un posible robo, la cuestión es que de nuevo la talla apareció en la profundidad del barranco junto a las aguas del Gallo, repitiéndose en varias ocasiones la misma escena, los pobladores del momento entendieron que debían de construir en aquel paraje un lugar para el culto.

       

 
  
       Fuera como fuese, y creencias o no aparte, estoy seguro que, a lo largo de la humanidad, éste habrá sido un lugar de culto, misticismo y meditación, pues es un lugar en el que el magnetismo, la energía y el buen rollo brotan a raudales.

 
         En Ventosa acaban las tierras de labor, y comienzan los impresionantes pinares que conforman el parque natural del Alto Tajo, pinares de decenas de kilómetros que hacia el oeste llegan hasta la misma ciudad de Cuenca, conformando uno de los pulmones verdes más importantes de la Península Ibérica.

 
         
    Pinares resineros y productores micológicos que han ayudado a la economía local y comarcal desde tiempos inmemoriales, de hecho la vida en ellos viene de lejos, pues arriba de Ventosa, en lo más alto de la montaña hay restos de poblados celtíberos que atestiguan el vida del hombre por estos lares, desde hace miles de años, me refiero por ejemplo al denominado castro del cerro coronado.

 
         Frente a Ventosa al otro lado del río, se encuentra el castillo dedicado al niño mártir San Justito, cuyo nombre a caballo entre el latín y el castellano se ha quedado en Santiuste.

 
         

       El pueblo de Ventosa a 1.034 metros sobre el nivel del mar, cuenta con unas 40 casas, y en su último censo de padrón del año 2017 con 24 moradores; no hace tantas décadas que el censo lo componían 250 almas… cosas de la tristemente llamada España vaciada.

 
         El caserío se reparte en un conjunto de pequeñas callejas circundantes a la plaza, donde se encuentra el bar o teleclub, y el Ayuntamiento. 

 
         La plaza está dedicada a un tal Ángel Pradel, poco he podido averiguar acerca de quién era este señor, parece ser que natural de Ventosa fue un tipo influyente en los albores del siglo XX, y que fue encargado de que en el fértil valle del río Gallo se creasen canalizaciones, desagües y dragados del terreno.
         Los pueblos pinariegos del Señorío de Molina hacia los años 60 y 70 del siglo XX, obtenían importantes recursos económicos de la explotación de los mismos, y muchos de esos recursos se utilizaban para la rehabilitación y acondicionamiento de los edificios públicos, como es el caso del edificio donde se contiene el Ayuntamiento de Ventosa.

 
Por detrás de éste luce un esbelto frontón, muy típico de todos los pueblos molineses desde los tiempos del primer Conde de Molina don Manrique de Lara; y es que estas tierras se repoblaron con gentes provenientes del País Vasco que trajeron entre otras costumbres el juego de la pelota vasca, de ahí que en todos los pueblos haya trinquetes.

 
La plaza Mayor está presidida por una fuente de mitad del siglo XX, la cual tiene grifo de mano; que dejan sin servicio en los meses de invierno, no por el poco uso del vecindario, sino por el hecho de que las intensas heladas de la zona la han reventado en varias ocasiones. 
 
Foto de: Aemet Castilla la Mancha

 
Y es que en las noches de diciembre, enero o febrero las temperaturas en Ventosa suelen ser extremadamente gélidas, sobre todo cuando se da ese fenómeno meteorológico llamado inversión térmica, es decir que el aire frío que pesa más que el caliente, descienda hacia el valle.

 
La vida social del pueblo, se produce en el bar de la plaza, que ocupa el espacio de lo que eran las antiguas escuelas nacionales.

 

La actividad económica de Ventosa, lo ha sido en perfecta simbiosis con su entorno, el fértil valle que el Gallo conforma, y las expertas manos de las gentes de Ventosa, han hecho de sus campos, en famosos por la calidad de su trigo, cebada o girasoles.

 
También pequeños huertos rodean las aguas que del arroyo que viene desde la vecina Terraza.
Y la resina ha sido y empieza de nuevo a ser, fuente de riqueza y supervivencia en estas duras tierras del alto Tajo.

 
Alguna carbonera se ve por los montes de Ventosa, lo que asevera que también se producía carbón vegetal.
Y de igual manera las grandes praderas y pastos que rodean al municipio, han sido ideal para el desarrollo de la cabaña bovina.

 
La Iglesia de Ventosa está abocada al que además es el Patrón del Pueblo, ese que en plan de broma dicen ser el Patrón de las discotecas… San Pascual Bailón. (17 de mayo); recuerdo perfectamente cuando yo era pequeño que mis padres me llevaban a estas fiestas, eran las primeras de la zona en el calendario, aquellas en las que con una cazadora ya no muy gruesa aguantabas en la calle, el campo empezaba a vestirse de primavera, pues en las tierras del alto tajo, ésta llega más tarde que en el almanaque, y las golondrinas y vencejos llenaban todo el cielo de sus calles en las últimas horas del día.

 
Además de cena populares y bailes amenizados con lo que en estas tierras se denominan conjuntos, para San Pascual era típico hacer “el baile de la bandera”, que consistía en ondear al aire con unas danzas ancestrales una gran banderola dedicada al Santo.
La ubicación de la iglesia es un poco extraña, solitaria al borde mismo del pueblo, de potente mampostería cubierta de argamasa.

 

Y ventanas en forma de estrechas aspilleras que recuerda al románico del siglo XII, ese que pretendía la mínima entrada de la luz solar en los templos para eso del recogimiento y la intimidad.

 
La preside una chata espadaña orientada hacia el sur oeste, complementada con dos campanas, cuyo tañer marca el devenir y los acontecimientos tanto eclesiásticos como civiles del pueblo. 

 
Cuando había más población y muchos animales para San Antón (17 de enero) se paseaba a las vacas y mulas, con mantas y sus “mejores galas” por el pueblo, dando tres vueltas a la Iglesia para así obtener la bendición del Santo, y que éste les guardase de enfermedades o lesiones.

 
En Ventosa, al igual que ocurre en la mayoría de pueblos y aldeas del Señorío de Molina, es frecuente encontrarse con alguna casona, que nos recuerda que en tiempos pretéritos por estos lares había “hidalgos o ricoshombres”, que para la generalidad de las gentes de estas tierras eran como semidioses a los que había que rendir culto, ya que en muchas ocasiones de ellos dependía hasta su propia vida… por fortuna mucho hemos avanzado en este aspecto.

 
Por cierto en la aldea hay un alojamiento rural, ideal para escapar el mundanal ruido de las grandes urbes: http://el-royo-apartment.hotelcastillalamancha.com/es/

 
La cosa es que Ventosa es otro pequeño rincón rural de ese gran paraíso que conforma la comarca de Molina de Aragón y el Alto Tajo; si pasáis por Ventosa ya me contaréis. FINEM




martes, 28 de agosto de 2012

UN HOMENAJE A CECILIA GIMÉNEZ. "Restauradora" del Ecce homo de Borja.



Muchas cosas han sucedido este verano, la crisis económica y los mercados han seguido atenazando el país, manifestaciones contra los recortes, recesión, amenazas de intervención, Rajoy de vacaciones…, olas de calor, etc…pero sin lugar a dudas lo que ha sido la noticia del verano, o al menos las más divertida desde mi punto de vista, ha sido la restauración de la pintura del “Ecce homo” en la población zaragozana de Borja.
 
Ayuntamiento de Borja
“Ecce homo”, que viene a ser traducido como “éste es el hombre” o “ he aquí el hombre”,  en colación al momento en que Poncio Pilatos presenta a Jesús de Nazaret a la muchedumbre enardecida, mientras él se lava las manos…

Pues bien, en una iglesia de Borja, y más concretamente en el Santuario de la Misericordia, había un mural con el rostro de Jesús “El Nazareno” el Ecce homo, obra del artista  Elías García Martínez, y que había sido pintado a mediados del siglo XIX; el paso del tiempo habían conllevado a un importante deterioro del mismo, por lo que una feligresa octogenaria de nombre Cecilia Giménez, con muy buenas intenciones, con permiso del sacerdote y a la vista de todos, decidió restaurarlo.
 
A la vista de los hechos está claro que Cecilia no tenía la pericia necesaria para tal restauración, y que seguramente ha supuesto el destrozo de una obra de arte…; una obra de arte que ha sido ahora cuando ha cogido fama y reconocimiento no sólo a nivel nacional sino internacional, y eso sin lugar a dudas también ha sido gracias a Cecilia.
Y es que las buenas intenciones de esta mujer han puesto a la localidad de Borja en el mapa de nuestro país. Estoy seguro que serán muchos los que se desplazarán hasta esta localidad de excelente vino por cierto a observar al “Ecce homo restaurado”.
Tras la “restauración” muchas han sido las coñas surgidas, desde hacer un tráiler a modo de película, a realizar foto montajes buscando parecidos razonable, etc… 
 
Dicen que esto ha ofendido a algunas personas, y que incluso ha llevado al Ayuntamiento  borjano a plantearse tomar acciones legales contra Cecilia, acciones que la nieta del pintor del mural (Teresa García Blanc) no creo que lleve a cabo, ya que incluso cuando vio la pintura le dio un ataque de risa. 

A mi parecer no deben sacarse las cosas de quicio y desde este blog así lo propongo, el pueblo de Borja debería homenajear a esta buena señora, que de forma desinteresada ha pretendido hacer un bien al patrimonio artístico y eclesiástico de su ciudad, que a sus más de 80 años, y con un hijo de más de 60 con grandes discapacidades, cual Quijote ha querido rehabilitar un pintura por la que nadie se había preocupado y que a todas luces mostraba un deterioro importante.
 
 Cecilia Giménez
Y que además ha dado fama al pueblo de Borja, que ya pasa a los anales de la historia de las restauraciones singulares. 
 Desde este post, todo mi cariño, admiración y simpatía para Cecilia, la “restauradora” del “Ecce homo” de Borja.

 

lunes, 13 de agosto de 2012

UN PASEO POR LAS ESTRELLAS EN LA CRUZ DE LOS TRES REINOS




En el término municipal de Castielfabib (Valencia), y junto a la aldea de Arroyo Cerezo, en el extremo occidental de la comarca del  Rincón de Ademuz, se encuentra el cerro de la Cruz de los Tres Reinos, donde se abrazan Aragón, Castilla y Valencia; es una de las últimas estribaciones de los Montes Universales en el margen derecho del río Turia, y con  una altura de 1555 metros.
Cuentan las crónicas que durante la Edad Media, en este punto se reunían los Monarcas de Castilla y de Aragón (que también lo era de Valencia), para resolver los conflictos, y firmar los tratados y acuerdos, por lo que a la belleza del lugar hay que añadirle el misticismo de la historia y las leyendas.
Y os cuento lo anterior porque en la noche del pasado 12 de Agosto, el recién creado Club Alpino del Rincón de Ademuz había organizado un ascenso nocturno a dicho cerro, con linternas y ropa de abrigo, porque pese a la época estival por estos lares  las noches suelen ser frescas.
Así pues a eso de las 23:00 horas y tal como decía la convocatoria, unas 30 personas arribamos a la plaza de la Iglesia de Arroyo Cerezo, una pequeña aldea situada en un altiplano a  1320 metros de altitud, de poco mas de 15 habitantes, cuyo urbanismo más que original no deja indiferente a nadie.

Desde ahí y tras el cuarto de hora de espera de rigor, comenzamos el ascenso al cerro, atravesando lo que se intuían como choperas, donde de forma continua nos acompañaba el canto de algún cárabo. 


Después atravesamos zonas de abrevaderos y de ganado, donde el olor característico del los grupos masivos animales daban testimonio de ello.


Tras este tramo “embriagador”, nos adentramos en un frondoso bosque de grandes sabinas y pinos albares hasta llegar al punto geodésico.

Allí estuvimos tumbados sobre el empedrado suelo como media hora, para poder ver las estrellas fugaces que tanto se ven en esta época del año, pero la arena en suspensión traída por los vientos del sur o subsaharianos impidieron en cierta medida una visión más clara del cielo. Aunque se contaron por decenas las perseidas que paseaban por el limpio cielo del Rincón.









Desde allí observamos con cierta preocupación que se apreciaba perfectamente la ubicación de la ciudad de Valencia y su área metropolitana, debido a la gran contaminación lumínica de la ciudad levantina; pese a distar más de 100 kilómetros era perfectamente visible el reflejo luminoso en el cielo…
Tras el parón de media hora en la cumbre, y tras contar varios chistes, comenzamos el descenso por otra ruta diferente, un poquito más larga, la que baja por el pueblo turolense de Veguillas de la Sierra, pasando por el mirador de Marco a 1510 metros, desde donde se aprecian diminutas las villas de Veguillas y Alobras.

Alobras y Veguillas de la Sierra desde el Mirador de Marco


 Por aquí el camino también atraviesa frondosos bosques de pinos y sabinas; para tras un fuerte descenso después del mirador, pasar por prados idóneos para el ganado, dando testimonio de ello, la cantidad de abrevaderos que por la zona había.

El último tramo entre Veguillas de la Sierra y Arroyo Cerezo, se hace por un camino de labranza entre campos de cereal y girasoles.

Llegamos de nuevo al pueblo a eso de las 2:30, con la satisfacción de haber vivido una estupenda experiencia, donde pudimos disfrutar de los olores a romero, espliego y labanda en muchos de los tramos, (en algunos también a excrementos de oveja…) donde además el aire limpio y fresco, y más en estos días de ola de calor, suponían todo un revulsivo para los sentidos; y donde la compañía de las buenas gentes del rincón habían hecho el resto.

Desde este humilde blog, mi felicitación y enhorabuena al Club Alpino del Rincón de Ademuz, por su labor y trabajo, en buscar una mayor concienciación medio ambiental, por incentivar las prácticas deportivas en relación con el entorno natural, y por de alguna manera hacer más y mejor Comarca.
Aquí os adjunto su dirección en Internet por si queréis saber algo más sobre esta entidad: http://caelrincon.blogspot.com.es/
Espero hacer más excursiones de este tipo, y si son por esta maravillosa comarca del Rincón de Ademuz mejor que mejor. Os seguiré contando.

viernes, 3 de agosto de 2012

CASAS BAJAS. Comenzando las fiestas con un botijo.




Muchas y variadas son las formas que se tienen de comenzar las fiestas mayores  en los pueblos y ciudades de nuestro país, siendo algunos de estos comienzos de gran renombre y fama, como por ejemplo el chupinazo del 6 de julio a las 12 horas en Pamplona para celebrar las fiestas de San Fermín, la puesta del pañuelico a la fuente del Torico de Teruel, para celebrar las fiestas del Ángel, la Cridá o llamada desde las Torres de Serranos para comenzar las fiestas falleras, o el gran encendido para la feria de abril en Sevilla.  
En los pueblos lo más normal es hacerlo a través de los denominados chupinazos, volteos de campanas, pasacalles, tracas, o pregones.
En esta ocasión quiero contaros la curiosa y sobre todo original forma con la que comienzan las fiestas en el valenciano pueblo de Casasbajas.



Casasbajas, es el primer pueblo de la comarca del Rincón de Ademuz, cuando se accede a ésta desde Valencia por la antigua Pista de Ademuz. Pueblo de unos 250 habitantes muy arreglado y remozado se caracteriza por su forma alargada en paralelo a la carretera CV35 y al río Turia, que atraviesa su término de norte a sur, creando en su entorno grandes zonas de esparcimiento y recreo.





Pues bien como os decía Casasbajas que celebra sus fiestas mayores entorno al primer fin de semana de Agosto en honor al Salvador, las inicia de forma muy original; Desde lo alto de la torre de la iglesia se ata una gruesa maroma que desciende en desnivel hasta la fuente que preside la plaza Mayor (Rey don Jaime); antes de atarla se ha introducido esta maroma en el asidero de un gran botijo que a su vez se llena de vino.



Tras el toque de varias piezas musicales por la charanga de Ademuz, y en torno a las 19:30 se suelta el botijo, el cual a través de la cuerda a modo de tirolina y con la única ayuda de la ley de la gravedad desciende a gran velocidad, hasta estrellar con la columna que supone la fuente de la plaza. En ese momento el pueblo estalla en júbilo, pues comienzan sus fiestas patronales. Los más pequeños recogen las piezas del botijo hecho añicos, para tener recuerdo de las fiestas de ese año.




Y y los miembros de la Comisión de Fiestas reparten litros y litros de tinto de verano, altramuces y cacahuetes; todo ello acompañado y amenizado de decenas de petardos y las notas musicales de la charanga.


 Miembros de la Comisión de Fiestas
Desde luego es una forma original y amena de iniciar las fiestas, que no deja indiferente a nadie.
Casasbajas abre el calendario lúdico festivo en la comarca del Rincón de Ademuz, luego vendrán las fiestas de Ademuz, Vallanca, Casasaltas, La Puebla de San Miguel, Castielfabib y Torrebaja; para de esta manera romper la rutina y tranquilidad de estos bellos pueblos del interior de Valencia, que tan desconocidos siguen siendo para la generalidad de los valencianos y que tantas cosas tienen que mostrar.
Felices fiestas.


LOS AMANTES DE TERUEL. Una bella y triste historia de amor.

     El genial cantautor Ismael Serrano, en su canción “tierna y dulce historia de amor”, afirma eso de que “como todas las histori...