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martes, 26 de febrero de 2013

La leyenda del Caballero de Motos en el Señorío de Molina.




 Molina de Aragón
Corría la mitad  de los años 90, y viviendo yo en Molina de Aragón, el cura de la localidad nos llevó a los jóvenes del pueblo a eso que se llamaban convivencias, y que no era otra cosa sino la de estar todo el fin de semana alojados en algún pueblo de la comarca, hacer juegos, actividades, excursiones y el domingo asistencia a misa.
Y entre esta salidas y pese a la lejanía ya en el tiempo, recuerdo con nitidez la excursión que realizamos entre Alustante y Motos, (los dos últimos pueblos de la comarca de Molina, antes de entrar en tierras turolenses).
Y lo recuerdo sobre todo por la rocambolesca historia que nos contaron sobre un caballero misterioso, un bandido que tenía atemorizados a todos aquellos pueblos y al que en la contornada denominaban el caballero negro (por su indumentaria habitual), o caballero de Motos.
La historia de este señor ocurrió allá por la mitad del siglo XV, cuando reinaba Enrique IV, apodado el impotente; (famoso ahora por la serie de TVE “Isabel”); fueron tiempos donde los desórdenes, las injusticias y el desgobierno eran la tónica general.
 
 Enrique IV (serie "Isabel")
Parece ser que el famoso caballero de Motos, no era otro sino un tal Beltrán de Oreja, natural de Hita (Guadalajara) y el cual en una reunión de Cortes celebradas en Madrid, tuvo una fuerte trifulca con un Procurador del Reino, al que terminó agrediendo; hecho éste que le llevó a tener que huir y esconderse, ya que eso era sinónimo de pena de muerte.
Pasado un tiempo prudencial, regresa a Hita, pero al no sentirse seguro ofrece sus servicios como mercenario al Rey Juan II de Aragón, también conocido como Juan el Grande. El cual acepta los servicios de Beltrán de Oreja, y éste allá por el año 1458 aparece por las tierras de Molina, acompañado de su familia, y haciendo más ostentación de pergaminos y títulos,  que de caudales; Se presentó a los hidalgos y administradores de la zona como Álvaro de Hita.
 
 Juan II de Aragón (Serie "Isabel")
Al órgano de Gobierno del Señorío, la denominada “Común de Villa y Tierra”, ofreció sus servicios como caballero para proteger y defender los abundantes ganados de la zona, y entrar en guerra si hiciese falta.
Desde la común se aceptó su ofrecimiento, mandándolo a las tierras mas duras y hostiles, es decir a la Sierra;  y  le pagaban  por cada cien cabezas de ganado puestas bajo su amparo, una gratificación denominada “borra”; de esta manera Beltrán de Oreja fue reuniendo cierta riqueza.
 
Pero parece ser que su carácter ambicioso, y de cierto despecho por tener que haber huido de la Corte Castellana, lo movieron a abandonar las buenas prácticas de proteger al ganado, para convertirse en un bandolero que arrasaba allá por donde iba.

Mandó construir una Casa Fuerte en el pueblo de Motos, y desde allí dirigía su cada vez mayor ejército, (compuesto por mercenarios como él), hacia los pueblos del Señorío, y hacia las tierras colindantes del reino de Aragón, hasta el punto que mandó la construcción de otro castillete en las inmediaciones del Pico de San Ginés, para así poder controlar las tierras del Jiloca.
Sus continuas tropelías, unidas a la ausencia de autoridad y orden del reinado de Enrique IV, hicieron que los pueblos de la contornada tuvieran que protegerse con grandes enrejados en sus casas, o directamente con la construcción de casas fuertes, pequeñas murallas, adarves,  u otras barreras que frenaran el hacer belicoso del Caballero de Motos.
 
Cuando entendió que ya tenía fortuna abundante, se sosegó en sus empresas de rapiña y latrocinio, e incluso se puso al servicio de las autoridades molinesas para luchar contra el nombramiento de Don Beltrán de la Cueva como Señor de Molina.
 
Con respecto al final de sus días, no está claro lo sucedido, si fue asesinado bajo sus mismas artes de engaño y estafa, o si murió de viejo, rodeado de riquezas en su ostentoso castillo de Motos.
Lo que sí se sabe es que años después, el Rey Fernando II de Aragón, (el católico), a ruego y petición de los pobladores de la zona, ordenó a la Justicia de Molina  la demolición del Castillo de Beltrán de Oreja, para borrar el rastro y recuerdo del caballero que tanto daño había ocasionado a los moradores de aquellas tierras; y cuentan las crónicas que se contaban por cientos los vecinos que acudieron a aquellas labores de destrucción y derribo, como forma de vengarse de los graves perjuicios que les había provocado aquel caballero y sus acólitos.
 
 Motos (Guadalajara)
A día de hoy apenas se aprecian unos lienzos de piedras sobre la colina que preside el pueblo de Motos, pero la leyenda de su Caballero negro, sigue siendo motivo de largas conversaciones al calor de las chimeneas, tan necesarias en este frío pueblo serrano del Señorío de Molina.

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